Comentario
Estudio de la Biblia

Mateo 11:16-19, 25-30

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

MATEO 11:16-19: UNA GENERACIÓN CONTRARIA

16Mas ¿á quién compararé esta generación? Es semejante á los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces á sus compañeros, 17Y dicen: Os tañimos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis. 18Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. 19Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publícanos y de pecadores. Mas la sabiduría es justificada por sus hijos.

Algunas personas se niegan a estar satisfechas, y Jesús describe a tales personas en estos versículos. Asocia a “esta generación” con hijos que rehúsan jugar uno con el otro. “Os tocamos la flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis.” La flauta y el baile son apropiados para una boda. Llantos y lamentaciones son apropiados para un funeral. Sea feliz el juego (como en las bodas), o triste (como en los funerales), los niños se niegan a jugar.

Estas imágenes de bodas y funerales muestran las diferencias en estilo entre Jesús y Juan Bautista. “Juan es demasiado sagrado; Jesús no es suficientemente sagrado” (Dunn):

• Jesús vino comiendo, bebiendo, y haciendo amigos entre pecadores, y dijeron,“¡Miren al comilón y al bebedor, amigo de publícanos y pecadores!” El antecedente para esta frase está en Deut 21:20-21, que describe como padres deben tratar a un hijo que se rebela. “Y dirán á los

ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece á nuestra voz; es glotón y borracho. Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán con piedras, y morirá: así quitarás el mal de en medio de ti; y todo Israel oirá, y temerá.” Este título de “comilón y bebedor” es, por lo tanto, mucho más serio de lo que parece al principio. Si Jesús es, de verdad, un comilón y un bebedor según los estándares de Deut 21, la ley de Dios manda que muera una muerte violenta y sin honor. Este versículo nos da un vistazo de la cruz que le espera a Jesús.

• Juan vivía una vida ascética en el desierto – severamente disciplinada. Pocas personas querrían vivir como Juan. Sus predicaciones de fuego y azufre atrajeron a algunos pero repelaron a otros. Fue arrestado y después degollado por ofender a la familia de Herodes, pero lo más probable es que ofendiera a otros también. Dijeron de él, “Demonio tiene.”

Mientras que Juan parece un fanático religioso, Jesús parece ser casi libertino. No es tan fastidioso como otros en cuanto a su dieta. Sana a la gente los sábados. Sus discípulos no son tan escrupulosos en su observación de la ley, y él les defiende (12:1-8; 15:1-20). Aún peor es su asociación con (y aparente aprobación de) recaudadores de impuestos y pecadores.

Y después está su obvia falta de respeto por los escribientes y los fariseos – que se ocupan de mantener la ley – la ley de Dios. Todo con respecto a Jesús parece moverse en dirección opuesta. Para añadir al problema, atrae a grandes muchedumbres y les tienta a unirse a él en su desatino.

Está claro que la raíz del problema para aquéllos que rechazan a Jesús es el conocimiento que si tomaran en serio a Juan o a Jesús, esto requeriría de ellos un cambio de vida bastante serio. Ambos Juan y Jesús nos sacuden y nos empujan hacia lugares incómodos:

• Juan exige que nos arrepintamos y que vayamos en nuevas direcciones – despidiéndonos de placeres queridos y adoptando responsabilidades incómodas.

• Jesús da la vuelta a cómodas suposiciones. ¿Cómo, nos preguntamos, pueden los pobres de espíritu ser bendecidos – o aquéllos que lamentan, o los débiles? ¿Cómo puede Jesús hacer tales demandas en cuanto al coraje – adulterio – divorcio – juramentos – retaliaciones – o el tratamiento de los enemigos? (5:1-48).

Pero si encontramos fallos con Juan y Jesús, podemos ignorar sus demandas – y es mucho más fácil criticar que obedecer. Por eso, esta generación encuentra fallos con ambos de estos hombres tan distintos.

“Mas la sabiduría es justificada por sus hijos” (v. 19). El significado de este proverbio es similar a “Por sus frutos les conoceréis.” Jesús reta a sus críticos que miren los efectos de su ministerio – “Los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos son limpiados, y los sordos oyen; los muertos son resucitados, y á los pobres es anunciado el evangelio” (11:5). Uno ha de ser sordo y ciego para no comprender el significado de tales eventos – debe negarse a ver – taparse los oídos.

No debemos perdernos la alusión que hace Jesús a la sabiduría. Encontramos referencias a la sabiduría en Job 28:12-28; Proverbios 8:22-36; Eclesiastés 24:1-24; Sabiduría de Salomón 7:22-30.

MATEO 11:25-27: REVELADO A LOS NIÑOS

25En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo:Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las hayas revelado á los niños. 26Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos. 27Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar.

Jesús se dirige a Dios como Padre y como“Señor del cielo y de la tierra” (v. 25). De esta manera captura ambos el lado cariñoso y el lado majestuoso de Dios.

El enfoque cambia de aquéllos que han rechazado a Jesús a aquéllos que le han aceptado. Dios ha escondido la verdad de “los sabios y los entendidos,” pero ha revelado la verdad a “los niños” (v. 25). El ambiente también cambia. En versículos 16-19, Jesús expresa frustración y coraje hacia “esta generación,” pero en versículos 25-27, su humor es optimista y agradecido. El optimismo de Jesús no se basa en ningún éxito reciente, sino en la cariñosa autoridad de Dios y la intimidad entre Padre e Hijo.

“Has escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las has revelado á los niños” (v. 25). Esto refleja la experiencia personal de Jesús. Aquéllos en altos puestos rechazan a Jesús, pero la gente común – incluyendo a los recaudadores de impuestos y los pecadores – acuden a él. La polaridad entre aquéllos que rechazan a Jesús y aquéllos que acuden a él se extiende sola. Lo más que Jesús se acerque a los rechazados, lo más que la gente de la alta sociedad le rechaza a Jesús.

“Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos” (v. 26). No es por accidente que los “sabios y entendidos” rechazan a Jesús mientras que los “niños” creen en él.

Esta regla tiene excepciones – excepciones que sirven para probarla. Nicodemo, un fariseo, se acercó a Jesús de noche (Juan 3). José de Arimatea, un hombre rico, proveyó un lugar de entierro para Jesús y asistió al cuidado de su cuerpo después de la crucifixión (27:57-60). Gamaliel, un fariseo, aconsejó al Sanedrín que tuvieran cuidado con su sentencia de los discípulos a no ser que se encontraran en conflicto con la voluntad de Dios (Hechos 5). Saulo de Tarso, un fariseo (Hechos 23:6; 26:5), se convirtió en un gran misionero cristiano y en autor de mucho del Nuevo Testamento.

Estas excepciones demuestran que el Evangelio puede traer buenas noticias para los ricos y poderosos también, pero es mucho más difícil que personas con grandes recursos personales, sean monetarios o intelectuales, admitan su necesidad por Cristo. Cristo bendice al suplicante humilde, y es difícil para los ricos y poderosos ser humilde o suplicante.

Versículo 27 ha sido llamado un “trueno del cielo Johanino,” porque su lenguaje se acerca más a la oración de Jesús en Juan 17 que al resto de este Evangelio. Jesús reza, “Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar.”  Ya que no están llenos de si mismos, estos pequeños están listos para recibir a Dios. Al no tener ninguna asociación religiosa, están listos para recibir la gracia. Al no poseer sabiduría, están listos para aprender de Jesús.

Para comprender la intimidad entre Padre e Hijo, imaginemos la relación que habría disfrutado Jesús con su padre carpintero. Aunque las escrituras no nos digan mucho de la niñez de Jesús, José le habría empezado a enseñar carpintería a Jesús tan pronto como fuera lo bastante mayor para utilizar las herramientas. Cuando Jesús llegó a ser hombre, la transferencia de sabiduría estaría completa. Jesús conocía las herramientas – y la variedad de maderas – y técnicas – y medidas. Si José lo sabía, Jesús también lo sabía. Trabajando juntos en su pequeño taller, José y Jesús se podían comunicar fácilmente. Evaluaban los problemas de la misma manera y desarrollaban las mismas soluciones. Si un vecino necesitaba algún trabajo, Jesús podía hablar por su padre, y José podía hablar por su hijo. Eran compañeros.

Ahora, multipliquemos esa relación por infinito, y encontraremos la relación entre Padre e Hijo. “Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar” (v. 27).

VERSÍCULOS 28-30: LLEVAD MI YUGO SOBRE VOSOTROS Y APRENDED DE MÍ

28Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. 29Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso (griego: praus – tímido, humilde) y humilde (griego: tapeinos – humilde, bajo) de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. 30Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

Estos versículos se encuentran entre los más queridos y citados de la Biblia, porque todos nosotros nos sentimos cargados y necesitados de descanso.

En su contexto original, estos versículos hablaban específicamente de los que se sentían cargados por la ley judía. Dios dio la ley para guiar al pueblo judío por las complicaciones morales de la vida, pero gente bien intencionada embelleció la ley hasta que convertirla en algo demasiado complicado. Profesionales religiosos se sentían orgullosos por su observación de la ley, pero ni ellos podían evitar romperla. La persona común no podía ni acercarse a la perfecta observación de la ley.

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí” (v. 29). “Rabíes a menudo hablaban del yugo de la ley (Aboth 3:5) o de los mandamientos (Berakoth 2:2), pero siempre en forma de alabanza. Aceptar este yugo, decían, es evitar el yugo de monarquías terrenales y de importancias mundanas” (Johnson, 390). Tienen un punto. No podemos elegir no seguir a ningún amo, sino que solo podemos elegir a cuál de ellos serviremos. El yugo de la ley es mejor que el yugo del mundo, porque el yugo de la ley está inspirado por Dios. En manos de escribientes y fariseos, sin embargo, el yugo de la ley se convirtió en una carga casi tan pesada como el yugo del mundo.

Jesús no propone que no tengamos un yugo, sino que aceptemos el suyo, el cual es chrestos – “manejable, es decir, suave, agradable (en vez de áspero, duro, y agudo)” (Thayer, 671). Un yugo bien hecho distribuye la carga por igual, haciendo el trabajo más fácil. Un yugo bien ajustado sigue las curvas del cuello del buey para que no le roce y le haga daño.

Para una analogía contemporánea, consideremos las ventajas que tiene la nueva maquinaria deportiva, tan avanzada tecnológicamente. Un escalador puede ir más rápido, más lejos, y moverse más fácilmente cuando va equipado con una mochila bien construida, una estufa pequeña, comida en seco, y una tienda de campaña ligerísima. Nuevos avances en raquetas de tenis, esquíes, palos de golf, y zapatos deportivos pueden ayudar a atletas a conseguir nuevos records. Poder verse instantáneamente en una pantalla le ayuda a analizar mejor a sus oponentes. Programas de entrenamiento sofisticados le ayudan a lograr sus metas. Ninguno de estos equipos le ayuda al atleta a ganar si solo se sienta en la periferia, pero sí aumentan la habilidad del atleta en el campo deportivo. Cuando Jesús nos invita a llevar su yugo y a aprender de él, es como si nos está dando acceso a los mejores equipos y al mejor entrenamiento para el juego de la vida.

Un yugo generalmente conecta a dos bueyes para que trabajen como equipo. Cuando Jesús nos invita a llevar su yugo y a aprender de él, nos está invitando a unirnos a él en su arreo – a permitirle a él tomar el mando – a permitirle que nos acompañe a través de momentos difíciles – a darle la oportunidad de enseñarnos como se debe hacer.

“Porque soy manso (griego: praus – tímido, humilde) y humilde (griego: tapeinos – humilde, bajo) de corazón” (v. 29). Moisés era humilde (Num. 12:3), y Jesús bendijo a los praus (tímidos), prometiendo que ellos “recibirán la tierra por heredad” (5:5) – una promesa que no parece intuitiva. Nos parece que los valientes y los fuertes heredarán la tierra. Quizá los tímidos hereden el cielo, pero dudamos que hereden la tierra. Sin embargo, la promesa de Jesús se basa en la economía de Dios en vez de los métodos del mundo. Igual que Jesús transformó al mundo a través de su tímida sumisión a la voluntad de Dios para morir en la cruz, también así, por la voluntad de Dios, el praus – aquéllos que se someten a la voluntad de Dios – quedarán poseídos por un poder que transciende sus habilidades y destrezas naturales.

“Y hallaréis descanso (anapausin) para vuestras almas” (v. 29). Jeremías le pidió a Israel: “preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él.” Prometió que, si lo hacían, “hallaréis descanso para vuestra alma.” Israel, sin embargo, rechazó el consejo de Jeremías, diciendo, “No andaremos” (Jeremías 6:16). Ahora, Jesús hace una promesa similar a aquéllos que llevan su yugo.

Anapausin “anota un descanso temporal, un alivio por ejemplo, para los soldados” (Thayer, 40) – un descanso para refrescarnos y prepararnos para el trabajo que nos espera. Jesús no nos invita a un descanso en el que nos sentamos en una silla, sino al descanso de una vida con el propósito de ser discípulo. No les promete a los que miran el reloj que saldrán temprano del trabajo, sino que les ofrece a los discípulos energía, visión, y propósito.

Mientras que el contexto original se refería a la carga de la ley judía, no hay nada en estas palabras que sugiera que no podríamos extender este contexto a nuestro cansancio y a nuestras cargas de hoy. Estamos cansados, aunque no observemos la ley judía. Sentimos la carga de muchas cosas:

  • ocupaciones,
  • preocupaciones sobre trabajo, matrimonio, dinero, salud, hijos, seguridad, y vejez,
  • decisiones difíciles,
  • criticismo u oposición,
  • soledad,
  • y miles de otras cosas.

La preocupación de Jesús por nuestras cargas es tan verdadera como su preocupación por los judíos de su tiempo, que también sentían la carga de la ley. Su promesa es igual de real. “Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.” ¡Jesús todavía hace eso! ¡Jesús todavía nos da descanso!

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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