Comentario
Estudio de la Biblia

Mateo 10:40-42

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

MATEO 10:40-42

40El que os recibe á vosotros (dechomenos), á mí recibe; y el que á mí recibe, recibe al que me envió. 41El que recibe profeta en nombre de profeta, merced de profeta recibirá; y el que recibe justo en nombre de justo, merced de justo recibirá. 42Y cualquiera que diere á uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, en nombre de discípulo, de cierto os digo, que no perderá su recompensa.

MATEO 10: EL CONTEXTO

Para apreciar a fondo nuestra breve lección de tres versículos del Evangelio, debemos comprender su contexto. En este capítulo, Jesús reúne a los doce discípulos y les da el poder de sanar y la autoridad que necesitan para ejercer sobre espíritus inmundos (10:1-5). Después, les hace marchar (10:5-15). Les avisa que se enfrentarán con persecución (10:16-25). Les dice que no teman a la persona que pueda matar al cuerpo, sino que teman a Dios cuyo poder él ejerce sobre cuerpo y alma (10:26-28). Les asegura del amor de Dios (10:29-31). Promete reconocer ante el Padre a todo el que reconozca a Jesús ante su pueblo (10:32-33), y avisa que no ha venido a meter paz, sino una espada (10:34-39).

Por lo tanto, cuando Jesús promete recompensa para aquéllos que reciben al profeta o al justo, esta recompensa viene acompañada por un alto riesgo – como en una zona de guerra espiritual. El profeta y el justo toman riesgos a favor de Cristo, y aquéllos que les ayudan también los toman. Además de proveerles con comida, ropa, alojamiento, y dinero, estas personas demuestran su apoyo personal para Cristo y su iglesia – alientan a aquéllos en el frente de la guerra contra Satanás y sus polizontes.

MATEO 10:40-42: EL QUE Á MÍ RECIBE

Los últimos dos domingos, hemos escuchado a Jesús comisionar a los discípulos. Les dijo, “No aprestéis oro, ni plata, ni cobre en vuestras bolsas; Ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir, ni zapatos, ni bordón; porque el obrero digno es de su alimento” (v. 9-10). Les habló de los peligros que enfrentarían, y del rechazo de sus propias familias.

“El que os recibe (griego: dechomenos – recibe) á vosotros, á mi recibe; y el que á mí recibe, recibe al que me envió” (v. 40). Ahora, Jesús les dice a los discípulos que aquéllos que les reciban serán recompensados – así, revela una parte de su plan para ministerio de salvedad.

Establece un acuerdo entre cuatro partes: Dios, Jesús, discípulo, y el que recibe. Dios inició el acuerdo al mandar a Jesús. Entonces, Jesús manda los discípulos. Al marchar, los discípulos toman el tercer paso. Aquéllos que reciben a los discípulos toman el paso final, proveyéndoles con el apoyo necesario.

Jesús dice que recibir al Hijo es el equivalente de recibir al Padre – y al recibir al profeta, el que recibe gana la recompensa de profeta. Éste es el concepto judío de shaliah, que reconoce al emisario del rey como si fuera el rey. Hoy, esto todavía se practica en muchos lugares. Por ejemplo, gobiernos piensan de una confrontación con un embajador como una confrontación con el país que éste representa. A nivel personal, padres consideran un regalo al hijo como un regalo al padre.

Profetas – justos – pequeños: el movimiento se dirige desde arriba hacia abajo:

• Profetas eran venerados por ser considerados como portavoces de Dios. Los apóstoles, eran de un estatus similar. Este discurso de misión se dirige a apóstoles (10:1-5, véase también Hechos 11:27; 13:1-3; 1 Cor. 12.28). ¿Quién es profeta hoy? La palabra seguramente se puede aplicar a cualquiera que proclame el Evangelio fielmente. La promesa es que la persona que reciba al profeta recibirá la recompensa de un profeta.

• Justos son aquéllos que obedecen a Dios. Quizá estas palabras “se usan para designar a cristianos creyentes, mucho como Pablo usa la palabra ‘santos’” (Hare, 119)

– y parecido a la manera en que hoy usamos la frase ‘buenos cristianos.’ La persona que recibe a una persona justa recibe la recompensa de un justo – considerada como menor a la que recibe un profeta – aquí también parece haber un movimiento hacia abajo – pero, aún así, es una recompensa significante.

• La palabra pequeños tiene varios significados – niños – pobres – vulnerables. En el contexto de este Evangelio se refiere a discípulos corrientes. El regalo se hace “en nombre de un discípulo” – porque son discípulos. Un vaso de agua fría es el más pequeño regalo – uno que casi cualquiera puede dar.

Irónicamente, un vaso de agua fría es el más precioso regalo para alguien verdaderamente sediento – en algunos casos, puede significar la vida misma. Aunque en el juego de la vida prefiramos ser el jugador más importante – el héroe, el corazón de Jesús se inclina hacia el aguador. El proveer un vaso de agua fría es una vocación válida. Dios recompensa hasta la más pequeña contribución. Jesús no describe específicamente de que consiste la recompensa para los que ayudan a los pequeños, pero si especifica su certeza.

¿Qué significa recibir a un profeta? Pues, puede consistir en proporcionarle el apoyo necesario: comida, ropa, y alojamiento – o el dinero para que pueda comprar esas cosas. “En el contexto de persecución, este tipo de hospitalidad incluía guardar a aquéllos perseguidos por las autoridades y, al hacer esto, se asumía un riesgo considerable” (Blomberg).

Existen dos historias en el Antiguo Testamento de las que podemos aprender. En ambas, los que recibieron al huésped proveyeron las necesidades básicas para un profeta. Cada uno recibió un regalo de vida:

• En la primera historia, la viuda de Sarepta, quien la gente cree morirá de hambre, rindió honor al pedido de Elías de un pedacito de pan después de que Elías invocara la promesa de Dios, diciéndole que no le faltaría comida. Consecuentemente, su “tinaja de la harina no escaseará, ni se disminuirá la botija del aceite” (1 Reyes 17:8-24). Más tarde, al morir su hijo, Elías le restauró la vida.

• En la segunda historia, una pareja Sunemita proporcionó a Eliseo comida y una habitación cómoda porque él era un hombre santo de Dios. Como recompensa, le prometió un hijo a esta pareja sin hijos.

El hijo nació y creció, pero después murió – y Eliseo le devolvió la vida (2 Reyes 4:8-37).

Recibir a un profeta también implica que se acepta su mensaje.

“El que recibe profeta en nombre de profeta, merced de profeta recibirá; y el que recibe justo en nombre de justo, merced de justo recibirá” (v. 41). Jesús usa “en nombre de” para ser más específico. “‘En nombre de’ es una expresión semítica que significa ‘porque uno es’” (Boring, 263). La bienvenida se extiende porque el invitado es un profeta – o una persona justa – o un discípulo. Aquí, Jesús no se refiere a una hospitalidad general, sino a la hospitalidad que se extiende hacia los discípulos. Usa una frase similar en 25:40 al dar la recompensa a los justos por alimentar a los hambrientos, dar de beber a los sedientos, etcétera. “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis á uno de estos mis hermanos pequeñitos, á mí lo hicisteis.” Anote la frase, “estos mis hermanos pequeñitos.” Sin duda, Cristo nos recompensará por la caridad extendida a cualquier persona vulnerable, pero el énfasis en estos pasajes es el de hospitalidad hacia los discípulos.

Recibir profetas, justos, y pequeños va acompañado de un precio:

• Uno de los gastos es monetario. No es poca cosa atender a las necesidades de otras personas. Es caro alimentarlas. En algunos casos, el que recibe al huésped puede darle dinero o pagar por sus gastos generales.

• Otro gasto es personal. Invitar a alguien a vivir en su casa causa tensión. La mayoría de nosotros tiene el sitio justo para nuestras familias. Personas adicionales pueden significar trabajo: traer camas, sacos de dormir, y convertir la sala en dormitorio. Invitados invaden nuestro espacio personal y limitan nuestra privacidad. Para aquéllos entre nosotros acostumbrados a hacer cosas de nuestra manera, tales cambios son difíciles.

• Otro coste puede ser el peligro en el que uno se pone a si mismo y a su familia. Jesús les avisó a los discípulos que esperaran oposición – persecución. Familias que reciben un huésped pueden encontrarse en medio de una situación así.

Nos imaginamos que cristianos importantes recibirán grandes mansiones en el reino, mientras que el resto de nosotros recibirá mansiones más pequeñas. La idea es dudosa, porque la salvación es regalada en vez de ganada. Sin embargo, nuestra lección implica que existen recompensas distintas para profetas, justos, y pequeños – y recompensas distintas para aquéllos que reciben a profetas, justos, y pequeños.

Estas palabras de Jesús nos traen buenas noticias.

• Primero, Jesús asegura que los que no hemos visto a Jesús en su Encarnación humana no nos encontramos en desventaja. Aquéllos que le recibieron mientras caminaba por esta tierra ciertamente recibirán recompensa por servirle, pero hoy nosotros también podemos recibir la misma recompensa al recibir a profetas, justos, y pequeños.

• Segundo, Jesús asegura que modestas circunstancias no limitan las posibles recompensas. Tanto a la persona de pocos medios como a la persona de grandes medios se le promete la recompensa de un profeta si recibe a un profeta. La persona de pocos medios solo puede recibir a un profeta modestamente, mientras que la persona de grandes medios puede recibir a un profeta de manera grandiosa – pero a ambas personas se les promete la misma recompensa por su hospitalidad. La palabra “recibir” de Jesús implica que los que reciben al profeta o al justo ayudarán según sus medios les permitan.

• Tercero, no se nos requiere ser profeta para recibir la recompensa de un profeta, solo debemos recibir a un profeta. No se nos requiere ser santo para recibir la recompensa de un santo, solo tenemos que mostrarle hospitalidad a tal santo. El regalo más pequeño al más pequeño de los discípulos trae su recompensa. Como Dios conoce y cuida cada uno de nuestros cabellos, así también conoce Dios cada acto de generosidad hecho a favor de los fieles. Tales regalos cuentan como regalos para Jesús – y regalos para Jesús cuentan como regalos para el Padre. Jesús, por lo tanto, establece una bendición que conecta al más pequeño discípulo con Dios.

• Cuarto, aquéllos entre nosotros involucrados en el trabajo del Señor se pueden asegurar que los que nos ayudan también son prometidos su recompensa. Esto es verdad sea la persona parte del clero o laica – predicador o limpiador. Dios ha mandado que nuestra acción de recibir a un huésped se convierta en una bendición para él que invita.

En resumen, “El Evangelio se debe proclamar, y los que ayudan a proclamarlo, sea directa o indirectamente, cumplen una función importante y digna de alabanza” (Hagner).

Y así llegamos a la conclusión del Sermón de Misión (9:35 – 10:42).

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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