Comentario
Estudio de la Biblia

Marcos 10:2-16

Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

MARCOS 10:2-9. ¿ES LÍCITO AL MARIDO REPUDIAR Á SU MUJER?

2Y llegándose los Fariseos, le preguntaron, para tentarle (griego: peirazontes), si era lícito al marido repudiar á su mujer. 3Mas él respondiendo, les dijo:¿Qué os mandó Moisés? 4Y ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de divorcio, y repudiar. 5Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento; 6Pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. 7Por esto dejará el hombre á su padre y á su madre, y se juntará á su mujer. 8Y los que eran dos, serán hechos una carne: así que no son más dos, sino una carne. 9Pues lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre.

La localidad es “los términos de Judea y tras el Jordán” (v. 1) – seguramente Perea, territorio de Herodes de Antipas. Antes, Herodes se divorció de su esposa, Aretes, para casarse con Herodías, que había sido esposa de su hermano. Juan Bautista criticó este matrimonio y su crítica resultó en su decapitación (6:18-29). Seguramente los fariseos creen que si consiguen que Jesús condene el divorcio, Antipas y Herodías se ocuparán de deshacerse de su presencia problemática. Marcos ya nos ha dicho que Herodes sabe de Jesús y cree que es Juan Bautista resucitado (6:14-16).

“Y llegándose los Fariseos, le preguntaron, para tentarle…” (v. 2). Desde el principio, Marcos establece que los fariseos están tentando (peirazontes) a Jesús. Utiliza esta misma palabra,peirazontes, al hablar de Satanás tentando o probando a Jesús en el desierto (1:12-13). En la Biblia, varias veces se menciona Dios probando gente (Éxodo 15:25; 16:4; 20:20; Deuteronomio 8:2, 16; 13:3; etcétera), pero hay una diferencia entre las pruebas de Dios y las de los fariseos. La diferencia es que Dios prueba con la esperanza que gente pase la prueba mientras que los fariseos prueban a Jesús esperando que la suspenda.

Éste es solo uno de varios incidentes en que fariseos empiezan un conflicto con Jesús. Cuestionaron sus prácticas (2:16) y las de sus discípulos (2:24; 7:5). Conspiraron con los de Herodes para destruir a Jesús (3:6). Tentaron a Jesús pidiéndole una señal (8:11). Jesús advirtió a los discípulos de los fariseos y de Herodes (8:15).

“era lícito al marido repudiar á su mujer” (v. 2). Los fariseos esperan que Jesús escoja un lado de la controversia, así alienándose de los que se encuentran al otro lado. La escuela de Shammai interpreta el significado de Deuteronomio 24 diciendo que un hombre puede divorciarse de su esposa solo en caso de adulterio. La escuela de Hillel interpreta el mismo pasaje diciendo que un hombre puede divorciarse de su mujer por casi cualquier fallo que le encuentre, y el divorcio por razones triviales es común. Anote que al hombre se le permite divorciarse de su esposa pero no viceversa. A las mujeres se les trata como propiedad del marido, y pocas de ellas tienen derechos legales. A menudo, las consecuencias del divorcio para una mujer son devastadoras, y le dejan con pocas opciones para mantenerse. Algunas mujeres divorciadas pueden atraer a un pretendiente, pero muchas no.

Jesús contestó, “¿Qué os mandó Moisés?” Ellos contestaron, “Moisés permitió escribir carta de divorcio, y repudiar” (vv. 3-4). Los fariseos se refieren a Deuteronomio 24, que dice:

“Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa torpe, le escribirá carta de repudio, y se la entregará en su mano, y despedirála de su casa. Y salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre. Y si la aborreciere aqueste último, y le escribiere carta de repudio, y se la entregare en su mano, y la despidiere de su casa; ó si muriere el postrer hombre que la tomó para sí por mujer, No podrá su primer marido, que la despidió, volverla á tomar para que sea su mujer, después que fue amancillada; porque es abominación delante de Jehová, y no has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad” (Deuteronomio 24:1-4).

Anote que este pasaje no da permiso a un hombre para divorciarse de su esposa, sino que simplemente describe (sin condenar) una situación en que el hombre ya lo ha hecho. El énfasis no se encuentra en darle permiso al marido para divorciarse, sino en prohibirle que se vuelva a casar con su primera esposa, que se ha casado con otro hombre. El certificado de divorcio le provee a la mujer divorciada con protección legal y el derecho de casarse de nuevo. También, fíjese que este pasaje no expresa ninguna condenación hacia el segundo matrimonio de la mujer divorciada.

“Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento” (v. 5). Jesús “reta la presunción hermenéutica que supone que porque algo es ‘permitido’ es, por lo tanto, la voluntad de Dios” (Evans, 84). El divorcio es simplemente el menor de dos males – un escape para disminuir los efectos destructivos de un corazón endurecido. Una anulación difiere del divorcio solo en el sentido técnico, pero también es necesitado por un corazón endurecido. Sin embargo, Jesús no declara inválido el pasaje de Deuteronomio.

“Pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios” (v. 6). Jesús pasa la conversación de Deuteronomio a Génesis – de Moisés a Dios – del divorcio al matrimonio – de lo que se permite a lo que se intenciona. No contradice que Deuteronomio permite el divorcio, pero dice que Moisés dio este permiso como concesión por nuestra “dureza de corazón” – nuestra naturaleza pecadora. Jesús no discute con Moisés, en vez, nos dirige a una autoridad aún más fundamental, citando Génesis 1:27 y 2:24 para aclarar la intención original de Dios – que hombre y mujer se conviertan en “una carne.”

“Por esto dejará el hombre á su padre y á su madre, y se juntará á su mujer. Y los que eran dos, serán hechos una carne: así que no son más dos, sino una carne” (vv. 7-8). La frase “una carne,” sugiere una unión sexual, pero claramente Jesús quiere decir que tal unión es parte de una relación aún más profunda y duradera creada por Dios.

“Pues lo que Dios juntó (griego: synezeuxen), no lo aparte el hombre” (v. 9). “El verbo synezeuxen (‘unidos’) consiste del prefijo/preposición syn (‘con’) y la raíz zeug-, que puede describir dos animales unidos por un ‘yugo’ (zeugos). Por extensión, se refiere a una pareja o, en este caso, una pareja casada” (Donahue y Harrington, 294).

MARCOS 10:10-12. CUALQUIERA QUE REPUDIARE Á SU MUJER

10Y en casa volvieron los discípulos á preguntarle de lo mismo. 11Y les dice: Cualquiera que repudiare á su mujer, y se casare con otra, comete adulterio contra ella: 12Y si la mujer repudiare á su marido y se casare con otro, comete adulterio.

“Cualquiera que repudiare á su mujer, y se casare con otra, comete adulterio contra ella” (v. 11). Ésta es una declaración dramática para una cultura patriarca que no considera adulterio una ofensa contra la mujer. Según hasta que punto se considere ofensa el adulterio del hombre, esta ofensa va contra el padre de la esposa, con quien el marido contrató el matrimonio originalmente, y no contra la esposa.

“Y si la mujer repudiare á su marido y se casare con otro, comete adulterio” (v. 12). La mayoría de eruditos judíos dicen que mujeres judías no eran libres para divorciarse de sus esposos, por lo tanto, versículo 12 refleja más las costumbres romanas que existían al escribirse este Evangelio. Sin embargo, Herodías se divorció de su esposo para casarse con Herodes Antipas, y el Mishnah concede a mujeres el derecho de divorciarse bajo ciertas circunstancias excepcionales como, por ejemplo, la impotencia (Edwards, 304).

En Mateo 5:32 y 19:9, Jesús hace una excepción para la persona que se divorcia de una esposa o esposo impuro. Puede ser que el Evangelio de Mateo, escrito años después del Evangelio de Marcos, añade esta excepción basada en la impureza para reflejar la lucha de la temprana iglesia con este tema.

El consejo de Pablo para fieles casados con infieles también sirve para instruir. La persona fiel debe continuar en el matrimonio siempre que la persona infiel esté dispuesta. “Pero si el infiel se aparta, apártese: que no es el hermano ó la hermana sujeto á servidumbre en semejante caso; antes á paz nos llamó Dios” (1 Corintios 7:15). Si existe cualquier duda acerca del significado de la palabra “obligado,” Pablo la clarifica más adelante en el capítulo. “La mujer casada está atada á la ley, mientras vive su marido; mas si su marido muriere, libre es: cásese con quien quisiere, con tal que sea en el Señor” (1 Corintios 7:39).

¿Condena Jesús todos los que se divorcian y se vuelven a casar? Es cierto que versículos 11-12 dan esa impresión. Sin embargo, es interesante comparar estos versículos con el pasaje del Sermón en el Monte: “Habéis oído que fue dicho… Mas yo os digo…” Ahí, las palabras de Jesús son igualmente severas en cuanto a ira (Mateo 5:21-26), adulterio (Mateo 5:27-30), divorcio (Mateo 5:31-32), juramentos (Mateo 5:33-37), retaliación (Mateo 5:38-42), y enemigos (Mateo 5:43-48).

Tomando solo el primero de éstos como ejemplo, Jesús dice, “Oísteis que fue dicho á los antiguos: No matarás; mas cualquiera que matare, será culpado del juicio. Mas yo os digo, que cualquiera que se enojare locamente con su hermano, será culpado del juicio; y cualquiera que dijere á su hermano, Raca, será culpado del concejo; y cualquiera que dijere, Fatuo, será culpado del infierno del fuego” (Mateo 5:21-22) – y después Jesús pide que busquemos la reconciliación.

Sin embargo, muchos de nosotros tenemos un hermano o una hermana cristiano con quien no nos hemos reconciliado. ¿Significa eso que queda condenado por completo? ¿Y qué de los estándares iguales de altos para el adulterio (lujuria = adulterio), divorcio, juramentos, retaliación, y enemigos? ¿Establece Jesús una nueva y aún más dificultosa ley para reemplazar la ya imposible ley mosaica?

En vez de establecer estándares demasiado altos para ser cumplidos, Jesús nos llama hacia una visión más elevada. Quiere que nos comportemos según la voluntad de Dios y así ser una bendición para nuestras familias, nuestros vecinos, y para nosotros mismos. Sin embargo, cuando no seguimos sus estándares perfectos de manera perfecta, nuestros fallos nos recuerdan que la única esperanza es – y siempre ha sido – Jesús – la cruz y la tumba abierta. Si esto es verídico en cuestiones de ira, adulterio, juramentos, retaliación, y enemigos, también debe ser verdad para el divorcio. Como dice Jesús más adelante en este capítulo al responder a la pregunta de los discípulos, “¿Y quién podrá salvarse?” – “Para los hombres es imposible; mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (10:27).

Siempre estamos tentados a mirar lo que dice Jesús del divorcio desde un punto de vista legal, como si Jesús hubiese dividido el mundo en tres campos: 1) aquéllos cuyos matrimonios permanecen intactos y por lo tanto están libres de pecado. 2) aquéllos que están divorciados y por eso no han cumplido con las expectativas de Dios. 3) aquéllos que se han divorciado y se han vuelto a casar, y por eso viven en un estado de perpetuo adulterio. Sin embargo:

• Un matrimonio intacto no demuestra que ningún miembro de la pareja esté sin pecado, ni que sean menos pecadores que una pareja divorciada. ¿Ha pecado menos un matrimonio intacto pero abusivo que un matrimonio roto? “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Nuestra única esperanza, seamos solteros, casados o divorciados, es la gracia de Dios.

• Debemos tener cuidado de no adoptar el mismo esquema legal que adoptaron los fariseos, un esquema que Jesús se niega a aceptar una y otra vez. En versículos 6-9, Jesús aleja la discusión de consideraciones legales y la dirige hacia una visión de la intención de Dios. Versículos 11-12 parecen legales, pero Jesús no decreta en contra del divorcio ni lamenta por los que se divorcian y se vuelvan a casar.

• Muchos que se divorcian no tienen otra opción al divorcio – decir que no existe miembro inocente en un divorcio es cuestionable. Algunos se casan con la persona incorrecta (un galanteador, abusivo, adicto, etcétera), y todo va cuesta abajo desde ahí. Debemos tener cuidado de no tratar las consecuencias de la primera equivocación como un pecado imperdonable.

• La dureza de corazón que influyó a Moisés a no cerrar la puerta al divorcio por completo (Deuteronomio 24 simplemente suaviza los peores abusos) – todavía era una realidad durante la época de Jesús y continúa siéndolo hoy.

Mientras que el divorcio se ha esparcido con guadaña por el mundo, la iglesia ha sido culpable de tres errores.

• Adoptar una posición legal que no ofrece ninguna merced para una persona divorciada.

• Ceder demasiado rápido a la cultura popular – sin clamar a la gente que sea fiel a la intención de Dios, el matrimonio a una persona “hasta la muerte nos separe.”

• No enfatizar a los jóvenes la importancia de que cristianos se casen con cristianos. Aunque esta idea no concuerda con cuestiones políticas, sí tiene fuertes raíces en el antiguo testamento (Éxodo 34:16; Deuteronomio 7:3-4; 1 Crónicas 23:22; Esdras 9:1-2; Nehemías 10:3; 13:26-27; Malaquías 2:11). El Nuevo Testamento lo enseña de manera explícita (1 Corintios 7:39; 2 Corintios 6:14). El matrimonio entre cristianos no garantiza un buen matrimonio, pero sí asegura que la pareja tendrá una fe común, una visión común, y un Señor común. Como alguien dijo, “La familia que reza junta permanece junta.” Mientras que esto no es necesariamente verdad en todos casos, es más probable que parejas que alaban juntas permanezcan juntas.

MARCOS 10:13-16. Y LE PRESENTABAN NIÑOS

13Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reñían á los que los presentaban. 14Y viéndolo Jesús, se enojó, y les dijo: Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los Tales es el reino de Dios. 15De cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como un Niño, no entrará en él. 16Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.

“Y le presentaban niños para que los tocase” (v. 13a). En ese tiempo y lugar, niños tenían un estatus muy bajo. En ese sentido, eran como muchas otras personas marginadas (leprosos, mujeres, recaudadores) a quienes Jesús favorecía.

Gente había traído enfermos para que Jesús les tocara y sanara (3:10; 8:22). Intentaban hasta tocar su vestido para ser sanados (5:28; 6:56). Ahora traen a sus hijos, no para ser sanados, sino para ser bendecidos. ¿Quién sabe que maravilla le puede ocurrir a un niño al ser tocado por un gran hombre?

“y los discípulos reñían á los que los presentaban” (v. 13b). Sin tener estatus ni poder, niños no pueden contribuir al movimiento de Jesús. No constituyen buenos opositores ni discípulos fuertes. Su jugueteo pronto puede volverse destructivo. ¿Quién sabe cuando un niño puede empezar a llorar o resistirse a sus padres? ¡Es mejor dejar a los niños en el jardín donde deben estar! Los discípulos hablan de manera severa – ¡No molestéis al maestro! ¡Shhh! La única sorpresa es que recientemente hemos visto a Jesús tomar un niño en brazos, diciendo, “El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños, á mí recibe; y el que á mí recibe, no recibe á mí, mas al que me envió” (9:37). ¿No tenían los discípulos oídos para oír? ¿Ojos para ver?

“Y viéndolo Jesús, se enojó” (v. 14a). ¡Por supuesto! Jesús sanó un leproso, un paralítico, un hombre con la mano inmóvil, un demoníaco, una niña pequeña y una mujer, la hija de una mujer gentil, un sordo, un ciego, y un niño pequeño. Comió con recaudadores y pecadores, y tomó un niño en sus brazos. Dijo, “Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos” (9:35). Todo su ministerio marca su devoción hacia los débiles y vulnerables, pero los discípulos no lo han entendido.

“Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los Tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como un Niño, no entrará en él”(vv. 14-15). ¿Qué es lo que tiene un niño que le prepara para entrar en el reino de Dios? La respuesta está en la manera que niños reciben el reino – como un regalo. Dependen en el Padre. Vienen con manos vacías y corazones que confían. Dependen por completo en la gracia de Dios, y ésa es la única manera de recibir el reino de Dios.

“Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía” (v. 16). Solo Marcos incluye esta bonita nota de gracia (véase Mateo 18:1-5; Lucas 9:46-48). Padres trajeron a sus hijos a Jesús para ser bendecidos, y él les bendijo. Jesús enseñaba a los que necesitaban enseñanza, alimentaba a los que necesitaban alimento, y sanaba a los que necesitaban ser sanados. Ahora, bendice a los que necesitan su bendición.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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