PASAJE BÍBLICO

Juan 4:5-42 (Español)

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

JUAN 4:3-42. RESUMEN

Juan dice que Jesús “Dejó á Judea, y fuése otra vez á Galilea” (v. 3). La ruta directa de Judea a Galilea pasa por Samaria pero los judíos, que desprecian a los samaritanos, a menudo evitan pasar por Samaria, viajando al este del Río Jordán. Si “era menester que (Jesús) pasase por Samaria,” la razón más probable es teológica en vez de geográfica. Jesús tiene una visión amplia. Justo antes de su ascensión, Jesús les dirá a sus discípulos, “Id, por lo tanto, y haced discípulos de todas las naciones” (griego: ethne) (28:19). Ethne se puede traducir como “naciones” o “Gentiles” y deja claro que Jesús quiere que sus discípulos vayan más allá del pueblo judío. También les dirá a sus discípulos que serán sus testigos “en Jerusalén, en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Con esto, enfatiza de nuevo la naturaleza mundial de su ministerio. En el Evangelio de Juan, Jesús comienza este movimiento muy temprano en su ministerio.

JUAN 4:5-6. VINO JESÚS A UNA CIUDAD DE SAMARIA

5Vino, pues, á una ciudad de Samaria que se llamaba Sichâr, junto á la heredad que Jacob dio á José su hijo. 6Y estaba allí la fuente de Jacob. Pues Jesús, cansado del camino, así se sentó á la fuente. Era como la hora de sexta.

“Vino, pues, á una ciudad de Samaria que se llamaba Sichâr, junto á la heredad que Jacob dio á José su hijo” (v. 5). Génesis 33:18-19 habla de Jacobo, comprando terreno en Succoth, que podía ser lo mismo que Sychar. Josué 24:32 habla de los huesos de José, enterrados allí. El Antiguo Testamento no menciona el pozo de Jacobo, pero un pozo del mismo nombre en Succoth es llenado por un arrollo subterráneo. Este pozo tenía más de cien pies de profundidad y una circunferencia de siete pies y medio (Howard, 11).

“Era como la hora de sexta” (v. 6). Generalmente, las mujeres van a sacar agua del pozo más temprano o más tarde en el día para evitar el calor. El agua es difícil de llevar, pero las visitas al pozo les proporcionan un poco de contacto social. Quizá esta mujer viene al mediodía para evitar a las otras mujeres, cuyo nivel social le recordaría de su marginalización. Ella debe sentirse muy sola.

JUAN 4:7-9. UNA MUJER DE SAMARIA VINO A SACAR AGUA

7Vino una mujer de Samaria á sacar agua: y Jesús le dice: Dame de beber. 8(Porque sus discípulos habían ido á la ciudad á comprar de comer.) 9Y la mujer Samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo Judío, me pides á mí de beber, que soy mujer Samaritana? porque los Judíos no se tratan con los Samaritanos.

“Dame de beber” (v. 7). El pedido de Jesús es natural en cierto sentido. No tiene cubo (v. 11), por lo tanto, Jesús no puede sacar agua del pozo profundo. Sin embargo, la mujer se sorprende al ver que Jesús le pida a “una mujer de Samaria” agua para beber. Ambos la “mujer” y “Samaria” son importantes.

“Judíos no comparten las cosas con los samaritanos” (v. 8). Es sorprendente que un judío le pida hospitalidad a un samaritano. Esta separación entre judío y samaritano tiene raíces históricas. Asérianos derrotaron a los samaritanos, tomando cautivos a muchos de ellos. Los que permanecieron en Samaria se casaron con la gente no judía, comprometiendo su pureza étnica. Poco después, babilonios derrotaron Judea y tomaron cautivos a muchos de ellos. Sin embargo, esos cautivos mantuvieron su identidad. Cuando por fin se les permitió volver a Judea, reconstruyeron el templo. Samaritanos les ofrecieron su ayuda, pero fueron renegados por su herencia mixta. Más adelante, ellos construyeron su propio templo en el Monte de Gerizim. Esto dio paso a una continua controversia sobre cuál era el lugar apropiado para venerar (Barclay, 140-142). En 128 a. C. John Hyrcanus destruyó el templo de Gerizim.

Si es sorprendente que un judío pida la hospitalidad de un samaritano, es aún más sorprendente que un hombre pida hospitalidad de una mujer. No se considera apropiado que un hombre, especialmente un rabí, inicie una conversación pública con una mujer – cualquier mujer.

Hay muchos paralelos y contrastes entre la historia de esta mujer y la de Nicodemo. Uno de ellos es que sabemos el nombre de él, pero ella permanece sin nombrar. Ella tiene el papel principal en el dialogo más importante de este Evangelio. Aún así, permanece sin nombrar.

JUAN 4:10-15. SI CONOCIESES

10Respondió Jesús y díjole: Si conocieses el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber: tú pedirías de él, y él te daría agua viva. 11La mujer le dice: Señor, no tienes con qué sacar la, y el pozo es hondo: ¿de dónde, pues, tienes el agua viva? 12¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacobo, que nos dio este pozo, del cual él bebió, y sus hijos, y sus ganados? 13Respondió Jesús y díjole: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá á tener sed; 14Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15La mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá á sacarla.

La conversación de Jesús con la mujer samaritana sigue el mismo formato que su conversación con Nicodemo en Capítulo 3:

1. Jesús hace una declaración que se puede entender en dos niveles, pero que solo se comprende en el nivel más bajo.

• Le habló a Nicodemo de “nacer de lo alto (o de nuevo),” y Nicodemo lo interpretó como un nacimiento físico.

• Le habla a la mujer samaritana de “agua viva,” y ella lo oye como agua física.

2. Próximo, Jesús amplia su mensaje original y otra vez es malentendido.

• A Nicodemo le dijo, “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” Nicodemo respondió, “¿Cómo puede esto hacerse?”

• A la mujer samaritana Jesús le dice “Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed.” Ella responde, “Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá á sacarla.”

3. Finalmente, Jesús reprende con un fuerte comentario que les dirige a una verdad espiritual más profunda.

• A Nicodemo le dijo, “¿Tú eres el maestro de Israel, y no sabes esto?” A continuación, esto se dirige a un monólogo sobre la cruz y la vida eterna.

• A la mujer samaritana le dice, “Ve, llama á tu marido, y ven acá.” Esto le lleva a ella a un conocimiento más profundo de que Jesús es profeta y al monólogo de Jesús sobre la naturaleza de Dios y la oración.

Este modelo está diseñado para llevar al oyente rápidamente a una profunda verdad espiritual. El modelo se repite, por lo menos en parte, en seis lugares en los primeros capítulos de Juan:

• Nicodemo y “nacer otra vez/de lo alto” (3:3-9)

• La mujer samaritana en el pozo y el “agua viva” (4:10-15)

• Los discípulos y el “comida que comer” (4:31-38)

• La muchedumbre y el “pan de vida” (6:27-40)

• Los judíos y el “pan que descendió del cielo” (6:41-48)

• Los judíos y “comer mi carne y beber mi sangre” (6:51-60)

“Él te daría agua viva” (v. 10). La frase “agua viva,” puede significar agua corriente, como en un arroyo. La mujer lo comprende de esta manera y toma el comentario de Jesús como una variación de Jacobo, que les proveyó el pozo. Su comentario, “Es más grande que… Jacobo” es irónico porque Jesús sí es más grande que Jacobo – un hecho ya conocido por el lector – pero la mujer lo toma de otra manera.

El agua es una metáfora común en el Antiguo Testamento para la satisfacción de necesidades espirituales. “Junto á aguas de reposo me pastoreará” (Salmo 23:2). “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía (Salmo 42:1). “Sacaréis aguas con gozo de la fuentes de la salud” (Isaías 12:3).

“Gente de hoy que vive con la facilidad de agua corriente apenas se da cuenta de lo importante que era, y es, la visita diaria al pozo para aquéllos que residen al borde del desierto. Pero uno que visita África y el Medio Oriente, o que acampa en el Desierto del Sinai, empieza a comprender porque el agua era uno de los grandes símbolos religiosos del mundo antiguo” (Borchet).

El uso de Jesús de la frase, “agua viva,” tiene sus raíces en el Antiguo Testamento:

• “Porque dos males ha hecho mi pueblo: dejáronme á mí, fuente de agua viva, por cavar para sí cisternas, cisternas rotas que no detienen aguas” (Jer. 2:13).

• “¡Oh Jehová, esperanza de Israel! todos los que te dejan, serán avergonzados; y los que de mí se apartan, serán escritos en el polvo; porque dejaron la vena de aguas vivas, á Jehová” (Jer. 17:13).

El uso de Jesús de “agua viva” se paralela a su referencia más tardía al “pan de vida” (Juan 6:35) y “pan vivo” (Juan 6:51).

“El agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (v. 14). Jesús bautiza con el Espíritu Santo (1:33). El “no da Dios el Espíritu por medida” (3:34). “El espíritu es el que da vida” (6:63). El Espíritu les enseñará todo a los discípulos (14:26), y les guiará a toda la verdad (16:13). Es este Espíritu, dado por Jesús, que se convierte en un arroyo de agua que fluye hacia la vida eterna – una fuerza de vida espiritual que reside dentro de nosotros, alimentándonos y renovándonos desde dentro.

“Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá á sacarla” (v. 15). La mujer no comprende nada de lo que Jesús le dice, pidiendo solo el equivalente a un grifo en la cocina. Aún, ella responde mejor que Nicodemo, cuyas últimas palabras eran de protesta. Ella no comprende lo que Jesús tiene que ofrecerle, pero lo quiere de todos modos.

JUAN 4:16-26. SEÑOR, PARÉCEME QUE ERES PROFETA

16Jesús le dice: Ve, llama á tu marido, y ven acá. 17Respondió la mujer, y dijo: No tengo marido. Dícele Jesús: Bien has dicho, No tengo marido; 18Porque cinco maridos has tenido: y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.19Dícele la mujer: Señor, paréceme que tú eres profeta. 20Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde es necesario adorar. 21Dícele Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos: porque la salud viene de los judíos. 23Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que adoren. 24Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25Dícele la mujer: Sé que el Mesías ha de venir (llamado Cristo), el cual se dice el Cristo: cuando él viniere nos declarará todas las cosas. 26Dícele Jesús: Yo soy (griego: ego eimi), que hablo contigo.

“No tengo marido” (v. 17). No conocemos en detalle las relaciones de esta mujer. ¿Está divorciada o viuda? ¿Tiene relaciones fuera del matrimonio? ¿Relaciones adúlteras? A pesar de la falta de detalles, el tono del pasaje deja claro que está fuera de los límites apropiados – una persona en el margen. Un “miembro femenino de una gente despreciada por los judíos se provee con una vida desordenada…para hacerla una mínima persona de minoría: mujer, samaritana, polígama” (Sloyan, 54). Su marginalidad es el tema. Es a ellos, como esta mujer, que Jesús da el agua viva. Ella está en el lado opuesto de Nicodemo, cuyos credenciales morales y estatura social eran impecables.

“Porque cinco maridos has tenido: y el que ahora tienes no es tu marido” (v. 18). Podríamos evitar dar este tipo de información tan sensitiva de la vida de una persona, pero Jesús no tiene tales escrúpulos. No puede ayudar a esta mujer sin confrontarla en su nivel más profundo. Por lo tanto, él no titubea al hacerlo.

“Señor, paréceme que tú eres profeta” (v. 19). La mujer abruptamente cambia la conversación a otra cosa. Seguramente, su motivo para hacer esto es alejarle a Jesús de un tema tan vergonzoso para ella, pero su pregunta también es digna de un profeta. Samaritanos y judíos están divididos en numerosos puntos, pero en el centro está la controversia de Jerusalén y Gerizim. Una vez que esta mujer reconoce a Jesús como un profeta, tal pregunta naturalmente surgiría. Cuando es presentado a los profetas (pastores, médicos, etcétera) la gente a menudo responde, “Solo estaba pensando…”

“Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde es necesario adorar” (v. 20). “Según el Pentateuco samaritano, que para los samaritanos era el único texto autoritario, la montaña es el lugar del altar de Josué (Deut. 27:4…). Los samaritanos también piensan de Gerizim como la montaña en la que Dios mandó a Abrahán sacrificar a su hijo Isaac… (Gen. 22:2; cf. Gen 12:6). La tradición samaritana también mantiene que el ‘santuario del Señor’ de Josué 24:26 era un templo en el Monte de Gerizim… (Los samaritanos) establecieron un templo allí en el cuarto siglo a. C. Más adelante este templo fue profanado por Antiochus IV Epípanes (2 Macc. 6:2) y después destruido por el rey judío John Hyrcanus en 128 (a. C.). El lugar del templo permaneció el centro de veneración samaritana, particularmente como lugar para observar la Pascua” (Myers, 412).

“Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre” (v. 21). Dios no es restringido por geografía. Por lo tanto, el conflicto entre el Monte de Gerizim y Jerusalén es irrelevante. “La hora viene, y ahora es.” Ambos judíos y samaritanos esperan al Mesías, aunque su comprensión del Mesías difiere. El momento que han esperado ya está aquí.

“Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos” (v. 22). “Jesús…está diciendo que el objeto de veneración (samaritana) es, de hecho, desconocido para ellos. Se encuentra fuera de la revelación de Dios, y su veneración no puede ser caracterizada por verdad y sabiduría” (Carson, 223).

“Porque la salud viene de los judíos” (v. 22). “La declaración que la salvación viene de los judíos…es difícil de unir con el retrato frecuente de Johanino de los judíos como enemigos mortales de Jesús (5:18)” (Smith, 116). Jesús, sin embargo, es judío, nacido en Belén de Judea, la ciudad de David. El hecho permanece, aún frente a la oposición de líderes judíos.

“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (v. 24). Como espíritu, Dios no es restringido por geografía. En tiempos anteriores, Israel pensaba de Dios como un ser que vivía en el tabernáculo – especialmente en el Sagrado de los Sagrados. En la época de Jesús, piensan que Jesús vive en el templo de Jerusalén. Sin embargo, Dios es espíritu y, por lo tanto, puede ir dónde quiera – puede estar presente en todos los lugares. Vemos algo de ese misterio y poder en el comentario de Jesús a Nicodemo sobre el Espíritu: “El viento (griego: pneuma – puede ser traducido como “espíritu” o “viento”) de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni á dónde vaya: así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (3:8).

“Yo soy (griego: ego eimi), que hablo contigo” (v. 26). Esto es lo más abierto que Jesús ha sido sobre su identidad hasta el momento. Jesús se revela completamente a esta mujer que se caracteriza por su marginalización (mujer, samaritana, esposa de cinco hombres). A lo largo de los Evangelios, Jesús es amigo de gente en el margen – pecadores, ciegos, e inválidos. La élite religiosa es su enemigo.

Éste es el primero de los “Yo soy” de Jesús (ego eimi) en este Evangelio. También dirá:

“Yo soy el pan de vida” (6:35).

“Yo soy el pan vivo” (6:51).

“Yo soy la luz del mundo” (8:12; 9:5).

“Antes que Abraham fuese, yo soy” (8:58).

“Yo soy la puerta de las ovejas” (10:7).

“Yo soy la puerta” (10:9).

“Yo soy el buen pastor” (10:11).

“Yo soy la resurrección y la vida” (11:25).

“Yo soy el camino, la verdad, y la vida” (14:6).

“Yo soy la vid verdadera” (15:1).

“Yo soy” (18:5).

Traducciones en inglés lo traducen como “Yo soy él” o “Yo que te hablo soy él”, pero no hay un “él” en la traducción griega. Ego eimi, “Yo soy,” recuerda a cuando Dios se identificó a Moisés. Dios dijo, “Yo soy el que soy. Y dijo: Así dirás á los hijos de Israel: Yo soy me ha enviado á vosotros.” (Éxodo 3:14). Con estas declaraciones de ego eimi, Jesús usa el nombre de Dios para si mismo, un hecho que la traducción en inglés obscura.

JUAN 4:27-30. VENID Y VED

27Y en esto vinieron sus discípulos, y maravilláronse de que hablaba con mujer; mas ninguno dijo: ¿Qué preguntas? ó, ¿Qué hablas con ella? 28Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue á la ciudad, y dijo á aquellos hombres (griego: anthropois – hombres): 29Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizás es éste el Cristo? 30Entonces salieron de la ciudad, y vinieron á él.

“Maravilláronse de que hablaba con mujer” (v. 27). Los discípulos estaban asombrados, pero se guardan su preocupación. ¡Quizá tengan miedo de que Jesús les atrape en sus propias preguntas! ¡Quizá tengan miedo de que Jesús no tenga una explicación satisfactoria para su conducta tan inusual!

“Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue á la ciudad” (v. 28). El jarro de agua es valioso, pero haría más lento su viaje. Ella tiene un mensaje importante que debe compartir con la gente del pueblo. Más adelante ella puede recoger el jarro – pero el jarro de agua no es ahora su preocupación.

“Dijo á aquellos hombres (griego: anthropois – hombres)” (v. 28). Dada la historia de esta mujer con los hombres, sería mejor traducirlo literalmente, i.e. “hombres,” en vez de usar el término más general “gente.” Ella va a los hombres (inusual para una mujer de esa época y lugar) para decirles de un hombre muy especial – posiblemente el Mesías.

“Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizás es éste el Cristo? (v. 29). El conocimiento de Jesús de sus secretos ha autentificado su estatus de Mesías tan claramente como lo haría cualquiera de sus milagros. La respuesta entusiasta de esta mujer en el margen se contrasta gravemente con la vacilación de la respuesta de Nicodemo (3:9), la muchedumbre exigiendo pruebas (6:25-34), y los fariseos negándose a aceptar la mano de Dios en el curar a un hombre ciego (9:24-34) (O’Day, 569).

JUAN 4:31-38. YO TENGO UNA COMIDA QUE COMER

31Entre tanto los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32Y él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33Entonces los discípulos decían el uno al otro: ¿Si le habrá traído alguien de comer? 34Díceles Jesús: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. 35¿No decís vosotros: Aun hay cuatro meses hasta que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya están blancas para la siega. 36Y el que siega, recibe salario, y allega fruto para vida eterna; para que el que siembra también goce, y el que siega. 37Porque en esto es el dicho verdadero: Que uno es el que siembra, y otro es el que siega. 38Yo os he enviado á segar lo que vosotros no labrasteis: otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.

Jesús dice, “Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis” (v. 32). Cuando los discípulos malentienden, él explica: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (v. 34). Aquéllos que se sienten llamados pueden apreciar el significado de Jesús. Nuestra obra es alimento para el alma tanto como alimento para el cuerpo. “El hombre no vivirá de solo pan, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deut. 8:3).

“Entonces los discípulos decían el uno al otro: ‘¿Si le habrá traído alguien de comer?’” (v. 33). Otra vez tenemos el modelo familiar de la declaración, el malentendido, y el punto espiritual. Los discípulos dan por hecho que Jesús está hablando de alimento físico, pero Jesús explica, “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (v. 34). Este malentendido sobre alimento se paralela al de antes sobre el “agua viva.”

Jesús usa dos declaraciones proverbiales. La primera, “Cuatro meses hasta que llegue la siega” (v. 35), señala a la espera entre que se planta y se cosecha. Ahora, sin embargo, no hay necesidad de esperar, porque “las regiones ya están blancas para la siega” (v. 35). La gente del pueblo es el campo listo para cosechar.

El segundo proverbio, “Que uno es el que siembra, y otro es el que siega” (v. 37), es derivado de Miqueas 6:15, “Tú sembrarás, mas no segarás.” En su contexto original, era un aviso que la gente no cosecharía las bendiciones por las que habían trabajado. En las manos de Jesús, toma un carácter positivo. Los discípulos cosecharán una cosecha que ellos no han plantado, y plantarán una cosecha que otros cosecharán. Ésta es una lección importante para la iglesia hoy, con su énfasis en números y crecimiento. La obra de ministerio no es como la de un corredor de bolsa de Wall Street, que quizá duplique su inversión en un solo cambio. En vez, es como el de un jardinero. Requiere paciencia, visión y fe. Es posible que nunca veamos los frutos de nuestro trabajo espiritual, pero podemos asegurarnos de que el Espíritu está trabajando detrás del escenario.

JUAN 4:39-42. MUCHOS SAMARITANOS LE CREYERON

39Y muchos de los Samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio, diciendo: Que me dijo todo lo que he hecho. 40Viniendo pues los Samaritanos á él, rogáronle que se quedase allí: y se quedó allí dos días. 41Y creyeron muchos más por la palabra de él. 42Y decían á la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.

La mujer testifica, “me dijo todo lo que he hecho” (v. 39), y los aldeanos respondieron con entusiasmo, viniendo a ver a Jesús. Podemos aprender algo aquí sobre el testigo eficaz:

– La mujer no es el candidato ideal para ser un evangelista. No solo es su carácter cuestionable, sino que también su comprensión es incompleta. Sin embargo, ella repite las palabras incompletas que ha recibido, y con eso basta. Si hubiera esperado para una comprensión completa, la “conclusión extraordinaria de esta historia se hubiera abortado” (Craddock, 167).

– La mujer se apega a lo que ella conoce por su propia experiencia. Ella le dice a la gente lo que Jesús ha hecho por ella. Testimonio personal es poderoso, y nos inspira a unirnos a la experiencia.

– Mientras cuenta su historia, la mujer levanta a Jesús. El testimonio personal es sospechoso en algunos lugares, porque se puede usar para manipular emociones en vez de para revelar a Cristo. En vez de rechazar todo testimonio, sin embargo, debemos considerar en que se enfoca. Testimonio legítimo glorifica a Jesús en vez de a la persona que lo da.

– Aunque su testimonio se enfocó en Jesús, “su estatus de persona en el margen…se transforma por su profunda comisión como discípulo de Jesús” (Padzan 505). La gente del pueblo le escucha y le responde. Ella, que ha sido una vergüenza y es apenas visible, cumple con un ministerio importante para la comunidad.

“Y se quedó allí dos días” (v. 40). Es tan incomprensible que un rabí judío escogiera quedarse entre samaritanos como que Jesús escogiera un samaritano para ser el héroe de una de sus más importantes parábolas (Lucas 10:25-37).

“Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo” (v. 42). Ésta es “la más fuerte confesión cristología encontrada en el Evangelio “(O’Day, 570). La fe entusiasta de estos samaritanos, todos de ellos personas en el margen, contrasta dramáticamente con la oposición de los líderes judíos, que deberían estar dándole la bienvenida al Mesías.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada en http://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

BIBLIOGRAFÍA:

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www.sermonwriter.com

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