PASAJE BÍBLICO

Juan 1:1-18 (Español)

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

JUAN 1:1-18.  EL PRÓLOGO DEL EVANGELIO DE JUAN

El Evangelio de Juan liga teología con poesía – eruditos lo describen como prosa poética – prosa con alma de poesía – prosa que, como la poesía, llena cada palabra y frase de significado. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” Estas breves palabras han inspirado teólogos a escribir libros – músicos a componer música – y artistas a crear obras maestras – y nos ha inspirado a todos nosotros a comprender a Jesús de una manera mucho más profunda. El paralelismo por pasos (véase v. 1) le da ritmo a la teología.

El prólogo es un preludio – una pieza que presenta temas que se verán en más detalle a lo largo de la obra. Estos temas incluyen:

• La previa existencia de la Palabra (1:1-2; véase también 17:5)

• Dios/Verbo y Padre/Hijo como distintos pero, al mismo tiempo, uno (1:1; véase también 17:21-22)

• Jesús como Dios (1:1, 18; véase también 20:28)

• Vida (1:4; véase también 3:16; 5:21-39; 6:40; etcétera).

• Luz (1:4; 1:9; véase también 8:12; 9:5)

• La lucha entre la luz y las tinieblas (1:5; véase también 3:19-21)

• La fuerza de la luz sobre la oscuridad (1:5; véase también 12:35)

• La relación entre Jesús y Juan Bautista (1:6-8; 1:15; véase también 1:19-34)

• Rechazo (1:11; véase también 4:44)

• El milagro de poder ver la gloria de Dios (1:14; véase también 12:41)

• Jesús como el unigénito Hijo de Dios (1:18; véase también 3:16)

“Pero supremamente, el Prólogo resume como el ‘Verbo que estaba con Dios en el principio entró en la esfera del tiempo, la historia, y la tangibilidad – es decir, como el Hijo de Dios fue enviado al mundo para crear el Jesús histórico, para que la gloria y gracia de Dios fueran reveladas de manera única y perfecta. El resto del libro simplemente desarrolla este tema” (Carson, 111).

Solo Jesús revela a Dios con perfecta claridad, porque solo él ha compartido una intimidad con Dios sin secretos ni desacuerdos. Moisés oyó a Dios en el Monte de Sinaí, pero no pudo ver a Dios. Leyó las palabras inscritas en tabletas de piedra, pero no las produjo. El Verbo, por otro lado, estaba presente con Dios desde el principio, y participó plenamente en cada paso de la creación (v. 3).

El Prólogo tiene un estrecho paralelo con el gran himno de Filipenses 2:5-11, y también tiene mucho en común con Colosenses 1:15-20 y el primer capítulo de Hebreos. Éstos fueron escritos antes que el Evangelio de Juan, y parece probable que el Prólogo esté prestando de ellos.

JUAN 1:1-5. EN EL PRINCIPIO ERA EL VERBO

1En el principio (griego: en arche) era el Verbo (griego: ho logos), y el Verbo era con Dios (griego: ton theon – el Dios – con el artículo), y el Verbo era Dios (griego: theos – sin el artículo). 2Este era en el principio con Dios. 3Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho. 4En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron.

“En el principio” (en arche) (v. 1a). El pueblo judío conoce los libros de escrituras según las palabras con que empiezan – igual que nosotros conocemos los himnos según su comienzo. “En el principio” es el título judío para el libro que llamamos Génesis. En el Septuagésimo griego (LXX), las primeras palabras de Génesis son en arche. Este Evangelio empieza con esas mismas palabras por una razón, porque el Prólogo sigue el modelo del relato de la creación:

• Ambos Génesis y este Prólogo son relatos de creación por el Verbo de Dios.

• Ambos hablan de la oscuridad y la luz llegando a ser por medio del Verbo de Dios, para penetrar y derrotar las tinieblas.

• Ambos hablan de vida.

• En Génesis, Dios habla, y su palabra le da vida al hombre; en el Prólogo, el Verbo de Dios le da vida eterna a la humanidad.

Cada Evangelio traza a Jesús desde un comienzo en particular:

• Mateo traza la genealogía de Jesús hasta Abraham.

• Marcos comienza su Evangelio diciendo, “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios,” pero comienza con Isaías, que profetiza la venida del que preparará el camino de Jesús (Marcos 1:1-3).

• Lucas comienza con el ángel anunciándole a Zacarías el nacimiento venidero de Juan Bautista (Lucas 1:5-24) y el anuncio a María del nacimiento venidero de Jesús (Lucas 1:26-38).

• El Evangelio de Juan traza el Verbo desde el comienzo de todo – antes del tiempo – antes de la creación del mundo. El Verbo no es parte de la creación – no fue creado – pero estaba con Dios antes de la creación. Esto es importante porque contradice el pensamiento judío que Dios obró solo durante la creación.

“era el Verbo” (logos) (v. 1b). Logos es una brillante elección de palabras para cerrar la brecha entre el mundo judío y el griego. Los primeros cristianos eran judíos, pero el Evangelio se esparció rápidamente a los griegos, que no saben nada del mesías ni del cumplimiento de profecía. La labor de Juan es presentar este Evangelio en un lenguaje que puedan comprender y apreciar. Logos es una palabra común en la filosofía griega. Los griegos creen que el mundo es sumamente volátil, pero que se encuentra bajo el poder de Logos. Juan les dice a los griegos, “Vosotros creéis en Logos. Jesús es Logos venido a la tierra. Jesús es la mente de Dios en forma humana” (Barclay, 13-14).

Los judíos también comprenden logos (“el Verbo”):

• Por respeto, judíos prefieren no utilizar el nombre de Dios, por eso, a veces usan la frase, “el Verbo” para referirse al nombre de Dios.

• Philo, un judío griego, ligó el pensamiento judío con el griego y utilizó logos para referirse al papel de Dios en la creación.

El concepto judío del Verbo (logos) de Dios tiene raíces en el Antiguo Testamento. “Los relatos de la Creación que se encuentra en Génesis están gobernados por la palabra hablada de Dios; Dios habló a través de la ley en Sinaí y a través de los profetas. El Verbo incluye ambos Verbo y obra, y esto concuerda con la imagen de logos en el Prólogo (O’Day, 519). El Antiguo Testamento frecuentemente se refiere al hablar de Dios o al Verbo de Dios como una obra creativa, reveladora, salvadora, o juzgadora. En cada caso, el Verbo de Dios es poderoso y se dirige hacia el actuar, por ejemplo:

• “Y dijo Dios: Sea la luz: y fue la luz” (Génesis 1:3).

• “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca” (Salmo 33:6).

• “Envió su palabra, y curólos, y librólos de su ruina” (Salmo 107:20).

• Véase también Isaías 9:8; 38:4; Jeremías 1:4; Ezequiel 33:7; Amós 3:1, 8.

El equivalente femenino de Logos es Sofía, que significa Sabiduría. En Sirac 24, hay una historia de Dios concediéndole permiso a Sabiduría para vivir en la tierra. La tierra, sin embargo, demostró ser un lugar inhospitable para Sabiduría, “así Dios hizo de Sabiduría un libro, el Libro de Moisés, para vivir en la morada de Jacobo” (Craddock, 44). Para una analogía actual, estamos tentados a pensar de la escritura como la suma Palabra de Dios. Esto no está completamente equivocado, porque las escrituras son una poderosa palabra de Dios. La Palabra suprema, sin embargo, se hizo carne y vivió entre nosotros.

“y el Verbo era con Dios (ton theon – el Dios – con el artículo), “y el Verbo era Dios (theos – sin el artículo) (v. 1cd). “Cuando el griego utiliza un sustantivo, casi siempre va acompañado de un artículo definido… Ahora, cuando el griego no utiliza el artículo definido con un sustantivo, ese sustantivo se convierte en algo más como un adjetivo; describe el carácter, la calidad de la persona. Juan no dijo que el Verbo era ho theos; eso sería decir que el Verbo era idéntico a Dios; dice que el Verbo era theos – sin el artículo definido – que significa que el Verbo era, como diríamos, del mismo carácter y calidad y esencia y ser que Dios” (Barclay, 17).

Al utilizar theos con el artículo en el primer caso y sin el artículo en el segundo, el Prólogo distingue entre Dios y el Verbo mientras que, al mismo tiempo, enfatiza su unión. Si estas ideas opuestas – la individualidad y la unión – parecen incompatibles, considere la relación entre marido y mujer. En el matrimonio, dos personas que retienen su identidad individual se convierten, en un sentido, una. (Como dijo un bromista, después de la boda aprenderán cuál de ellos son).

“y el Verbo era Dios (v. 1d). Ésta no es la teología tradicional judía del mesías, que piensan de él como el Rey David – un gran hombre – un hombre empoderado por Dios – pero solo un hombre. Los judíos son fuertes monoteístas, y la frase, “y el Verbo era Dios,” ha de ponerles nerviosos.

El énfasis de Juan en el papel creativo del Verbo contradice la herejía gnóstica. El gnosticismo es dualístico, diciendo que la materia es mala y, por lo tanto, no debe ser creada por Dios. Gnósticos creen que el Dios de la creación del Antiguo Testamento es malo y así debe ser diferente del Padre de Jesús del Nuevo Testamento, que es bueno. Juan contradice ese pensamiento directamente, diciendo, “Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho” (v. 3) (Barclay, 19).

“Este era en el principio con Dios” (v. 2). Este versículo no añade nada a versículo 1, pero vuelve a enfatizar que Jesús era en el principio con Dios.

“Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho” (v. 3a). El Verbo no solo existía con Dios desde el principio, sino que estaba íntimamente involucrado en la creación de todo lo que es.

Este versículo no dice que todas las cosas fueron creadas por el Verbo – sino a través del Verbo. Pablo utiliza lenguaje similar – “Porque por él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra… todo fue criado por él y para él (Colosenses 1:16). El autor de Hebreos habla de un Hijo, “por el cual (Dios) asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:2). Debemos tener cuidado de no asumir demasiado de este lenguaje, pero quizá el Padre es el poder creativo y el Hijo (o el Verbo) es el instrumento por el que se transmite el poder creativo.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (v. 4). Versículos 4-5 presentan los temas de la vida de la luz que brilla en las tinieblas – temas importantes en la historia de creación de Génesis 1 y temas importantes a lo largo de este Evangelio. Más de la cuarta parte de las referencias a la vida en el Nuevo Testamento se encuentran en este Evangelio y, generalmente, se refieren a la vida eterna (Morris, 73) (véase 3:15-16, 36; 4:14, 36; 5:21-29, 39-40; 6:47, 51-54, 63, 68; 8:12; 10:1-28; 11:25; 12:25, 50; 14:6; 17:2; 20:31). La vida que Dios ofrece es más que una mera existencia física – es la vida en unión con Dios.

“Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron” (v. 5). La primera obra creativa de Dios fue la luz (Génesis 1). La luz de creación fue el primer paso para traer orden al gran vacío, y la luz que nos trae el Verbo es el primer paso para traer orden al caos de nuestras vidas.

“Las tinieblas se refiere al estado mental del hombre que no recibe buenamente la luz” (Howard, 466). La promesa es que las tinieblas no comprenderán la luz. “Porque, según el Nuevo Testamento, ésta no es nuestra lucha, sino la lucha de Dios; y él está en la lucha con nosotros… Y a no ser que el Altísimo falle, el bien no se puede conquistar; y ganará al final” (Gossip, 468).

Hemos visto que una pequeña luz puede dispersar hasta la más grande oscuridad – una vela pequeña puede eliminar la oscuridad de una gran habitación. “La luz y las tinieblas están en oposición, pero no tienen la misma fuerza. La luz es más fuerte que las tinieblas; las tinieblas no triunfarán contra ella… De manera parecida la oscuridad no puede comprender… a los que caminan en la luz (Juan 12:35)” (Bruce, 34).

JUAN 1:6-8. FUE UN HOMBRE LLAMADO JUAN

6Fue un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7Este vino por testimonio (griego: eis marturian), para que diese testimonio (griego: marturese) de la luz, para que todos creyesen por él. 8No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

“Fue un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan” (v. 6). Juan Bautista renovó la tradición profética después de cuatrocientos años sin profetas. Siendo su ministerio tan poderoso, alguna gente pensaba de él como el mesías. Este Evangelio se refiere varias veces a Juan – siempre dejando claro que era subordinado de Jesús. No era la luz, pero vino a dar testimonio de ella (vv. 7-8).

Los otros Evangelios le llaman Juan Bautista para diferenciarlo de Juan, hijo de Zebedeo, pero este Evangelio solo se refiere a él como Juan – y no menciona a Juan, hijo de Zebedeo. La explicación tradicional es que Juan, hijo de Zebedeo, es el autor de este Evangelio, y prefiere no mencionarse a si mismo por nombre (Carson, 120).

“Este vino por testimonio (eis marturian), para que diese testimonio (marturese) de la luz” (v. 7a). La palabra para testificar – martureo – es de donde viene la palabra mártir. Dar testimonio de Cristo a menudo provoca violencia de las fuerzas de las tinieblas, y testigos cristianos a menudo se convierten en mártires – una realidad tan verídica hoy como lo fue en el mundo romano. Juan murió como mártir por su testimonio del matrimonio de Herodes (Marcos 6:14-29).

“para que todos creyesen por él” (v. 7b). El propósito de Bautista es, como se relata al principio de este Evangelio, muy parecido al propósito del Evangelio mismo – un propósito que se declara al final del libro – “Estas empero son escritas, para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31).

“No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz” (v. 8). “En el Cuarto Evangelio, cada mención de Juan es una mención de deprecio” (Barclay, 30). Juan, “No era la luz, sino para que diese testimonio de la luz” (v. 8). Confiesa, “No soy yo el Cristo” (v. 20). No es Elías ni el profeta (v. 21). Clama en el desierto, “Enderezad el camino del Señor” (v. 23). No es “digno de desatar la correa del zapato” (v. 27).

La razón por este repetido énfasis en el estatus subordinado de Juan es bastante simple. Juan es bastante famoso. Juan tiene sus discípulos y Jesús tiene los suyos, razón por la confusión y la posible rivalidad (Mateo 9:14; Marcos 2:18; Lucas 5:33; 7:18-23; Juan 3:25-30). Aún décadas más tarde, Pablo se encontrará con los discípulos de Juan en Efeso – discípulos que permanecían bastante ignorantes de Jesús hasta la llegada de Pablo (Hechos 19:1-7). El historiador, José, tiene más que decir de Juan que de Jesús. Casi parece que Juan está compitiendo con Jesús, hasta más adelante al finales del Siglo Primero al ser escrito este Evangelio. Entonces, el autor de este Evangelio hace un gran esfuerzo para reconocer el estatus de Juan como enviado de Dios y dejar claro que él es subordinado a Jesús.

JUAN 1:9-13. LOS SUYOS NO LE RECIBIERON

9Aquel era la luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo (griego: kosmos). 10En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él; y el mundo no le conoció (griego: egno – reconoció o conoció). 11A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12Mas á todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos (griego: tekna) de Dios, á los que creen en su nombre: 13Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, mas de Dios.

“Aquel era la luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo (kosmos) (v. 9). Ésta es una fuerte declaración, ya que el kosmos, en este Evangelio, es un mundo en rebelión contra Dios – un mundo oscuro. El hecho de que la luz entra en el kosmos o que Dios ama al kosmos (3:16) no es un patrocinio del kosmos, sino que rinde testimonio a la capacidad de Dios para amar.

“que viene á este mundo” (v. 9b). Esto claramente se refiere a la encarnación, un hecho confirmado por los próximos versículos que hablan de forma poética de las experiencias de Jesús.

“En el mundo estaba, y el mundo (kosmos) fue hecho por él; y el mundo (kosmos) no le conoció (egno) (v. 10). La luz vino al mundo donde podía ser vista y donde su luz podría iluminar el entendimiento humano. Todo lo que existe le debe a él su existencia. A pesar de eso, el kosmos falló en reconocerle – le crucificó.

“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (v. 11). “Podríamos traducir estas palabras como ‘vino a su hogar.’ …El Verbo no fue donde no fuese reconocido. Vino a lo suyo, donde la gente le debía haber conocido. Y fue su pueblo, ‘los suyos,’ quienes ‘no le recibieron’” (Morris, 85-86). Vino a los israelitas, el pueblo elegido de Dios. Dios les había preparado durante siglos para recibirle entre ellos, pero le rechazaron.

No obstante, debemos tener cuidado de no juzgar. “El rechazo del Verbo por parte del propio pueblo de Jesús no se limita a la época de Jesús ni a la de este Evangelio” (O’Day, 525). Mucho del mundo hoy todavía se encuentra en rebelión – todavía prefiere las tinieblas a la luz, porque sus obras son malas (3:19-20). Ésta es la verdad para todos nosotros en algún momento de nuestras vidas.

“Mas á todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos (tekna) de Dios” (v. 12). En este Evangelio, Jesús es el Hijo (huios) de Dios – y es el único llamado huios. A este Hijo se le ha concedido el poder para traer a quienes le reciben y creen en su nombre a la familia de Dios como hijos (tekna) de Dios – adoptados en su familia, pero plenos herederos – autorizados para recibir todos los derechos y privilegios como miembros de familia.

“Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón” (v. 13a). El pueblo judío traza sus antepasados a Abrahán, así estableciéndose como herederos del convenio entre Dios y Abrahán (Génesis 12:1-3). Sin embargo, no es este linaje físico – esta línea sanguínea – lo que es importante. “Espiritualmente, es irrelevante ser descendiente de Abrahán según el orden natural si uno no es hijo de Abrahán en el único sentido que importa ante Dios – el reproducir la fe de Abrahán” (Bruce, 40).

“mas de Dios” (v. 13b). Los hijos de Dios son traídos a la familia de Dios a través de la obra de Dios. Leeremos más de eso en capítulo 3. Jesús dice, “que el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios… el que no naciere de agua y del Espíritu” (3:3, 5).

“Versículos 11 y 12 parecen resumir las dos divisiones principales de Juan. Versículo 11 incluye el Libro de Señales (capítulos i-xii), que relata la historia de como Jesús llegó a su propia tierra… y aún su propio pueblo no le recibió. Versículo 12 incluye el Libro de Gloria (capítulos xiii-xx), que contiene las palabras de Jesús a los que le recibieron y relata como volvió a su Padre para concederles el don de vida y hacerles hijos de Dios” (Brown, 19).

JUAN 1:14. Y EL VERBO FUE HECHO CARNE Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS

14Y aquel Verbo fue hecho carne (griego: sarx), y habitó (griego: eskenosen – residir en el tabernáculo) entre nosotros y vimos su gloria (griego: doxan), gloria como del unigénito (griego: monogenous – uno y único hijo) del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Versículo 14 es la parte central del Prólogo – “La oración por la cual Juan escribió el Cuarto Evangelio” (Barclay, 44).

“Y aquel Verbo fue hecho carne” (sarx) (v. 14a). Esta declaración es alarmante – expresada en lenguaje audaz, casi vulgar. Sarx es una palabra que suena fea y que, a menudo, representa la fea realidad. Para los dualistas griegos, quienes creen que toda materia es mala, pensar que Dios se convierta en sarx es algo inimaginable – el equivalente de Dios convirtiéndose en un pornográfico o un prostituto. Pablo utiliza sarx para referirse a los pecados de la carne, pero también dice que Dios “enviando á su Hijo en semejanza de carne de pecado, y á causa del

pecado, condenó al pecado en la carne” (Romanos 8:3). Es como si Dios ha bajado a nuestras alcantarillas para sacarnos de nuestra propia inmundicia. Juan puede haber usado este lenguaje alarmante, en parte, para contestar herejías gnósticas o docéticas que negaban la humanidad de Jesús a causa de su filosofía dualista.

El Verbo haciéndose carne es la culminación de la revelación de Dios. Dios, quien antes habló por medio de los profetas, ahora habla a través de su hijo (Hebreos 1:1-2).

y habitó (eskenosen – residió en el tabernáculo) entre nosotros” (v. 14b). “Versículo 14b… se debe leer acompañado de v. 1… El Verbo que residía con Dios ahora reside con ‘nosotros,’ seres humanos como él mismo” (O’Day, 522) – de nuevo, una declaración alarmante que se refiere a dos mundos muy diferentes – el mundo de Dios y el nuestro. Entre estos dos mundos existe un gran abismo, aparentemente incapaz de cruzarse (Lucas 16:26). No obstante, Dios, por amor, une estos dos mundos utilizándose a si mismo como material para construir el puente.

Esta palabra, eskenosen, “residió en el tabernáculo,” es bastante familiar para lectores judíos. Mientras erraban por el desierto, Dios mandó a los israelitas que construyeran un tabernáculo – un santuario elaborado y bello que sirviera de símbolo de la presencia de Dios entre ellos (Éxodo 25-27) – y el precursor del templo de Jerusalén. Versículo 14 declara que el Dios que una vez residía entre ellos en el tabernáculo y el templo ahora elige vivir entre ellos por medio de la sarx de Jesús. En 2:19-22, Jesús deja claro que su sarx sobrepasa el tabernáculo y el templo.

“y vimos su gloria” (doxan) (v. 14c). “Ver la gloria es ver al Jesús verdadero, el emisario de Dios” (Smith, 59). En el Antiguo Testamento, Moisés pidió ver la gloria de Jesús, y fue permitido ver la bondad de Dios, pero no su cara – “porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33:20). Ahora, sin embargo, se nos permite ver la gloria de Jesús – y su cara – y así el Padre se nos revela por completo, porque, “El que me ha visto, ha visto al Padre” (14:9).

Jesús gozaba de la gloria del Padre desde el principio, aún antes de la creación (17:5). Sus obras en la tierra revelan la gloria del Padre y el Hijo (2:11; 11:4, 40). Hablará de su muerte como su glorificación (12:23; véase también 7:39; 13:31; 14:13; 17:4, 10).

“Los otros Evangelios relatan la gloria de Dios viniendo a nosotros en la transfiguración. Juan no relata esto, porque él ve la gloria de Dios en todo lo que Jesús dice y hace; la hora suprema en que Jesús será glorificado es la crucifixión (12:23; 13:32; 17:1)” (Burridge, 475).

“gloria como del unigénito del Padre (monogenous – uno y único hijo), lleno de gracia y de verdad” (v. 14d). “Que el único Hijo de Dios Padre está lleno de gracia y de verdad es otra manera de demostrar su relación íntima con Dios. Porque Dios es la suma fuente de gracia, como amor benéfico que radia hacia fuera, y los cimientos de la verdad, como lo verdadero y digno de confianza, al contrario de todo lo falso” (Smith, 59).

JUAN 1:15-18. TOMAMOS TODOS GRACIA POR GRACIA

15Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es del que yo decía: El que viene tras mí, es antes de mí: porque es primero que yo. 16Porque de su plenitud (griego: pleromatos) tomamos todos, y gracia por gracia (griego: charin anti charitos – gracia sobre gracia). 17Porque la ley por Moisés fue dada: mas la gracia y la verdad por Jesucristo fue hecha. 18A Dios nadie le vio jamás: el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró (griego: exegesato – explicó).

“Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es del que yo decía: El que viene tras mí, es antes de mí: porque es primero que yo” (v. 15). Este Prólogo ya ha mencionado a Juan como el que testificó de la luz (vv. 6-8). Ahora se le menciona de nuevo en esta nota parentética como uno que da testimonio de la persona (en versículo 17 aprenderemos que se llama Jesucristo) que es la luz. Igual que el Prólogo subordinó Juan a Jesús en versículo 8, así también lo hace aquí. Juan comenzó su ministerio antes que Jesús, por eso sería posible creer que es mayor que Jesús – más importante. Este Prólogo nos dice que no es así. Jesús comenzó su obra aún antes de la creación (vv. 1-3), por eso él precede a Juan en tiempo y estatus. Esta mención de Juan en el Prólogo nos ayuda a prepararnos para su testimonio de Jesús, la historia que encontramos inmediatamente después del Prólogo (vv. 19-34).

“Porque de su plenitud” (pleromatos) (v. 16a). Para comprender “plenitud,” hemos de regresar a versículo 15, que nos dice que el Verbo está lleno de gracia y verdad – atributos de Dios – atributos que el Verbo comparte con Dios como el “unigénito Hijo” (v. 18). Es de él, lleno de gracia y de verdad de quien recibimos gracia sobre gracia.

“tomamos todos, y gracia por gracia” (charin anti charitos) (v. 16b). Esta es otra frase “llena de bien” – seguramente mejor traducida como “gracia sobre gracia” o “gracia encima de gracia.” Nos dice que recibimos la gracia solo de los recursos de Dios, un almacén inagotable. Indiferente a nuestra necesidad de gracia, la provisión es más grande. Imagine estar de pie a la orilla del mar mirando las olas entrar. Vienen cada pocos segundos, y la provisión nunca termina. Si hubiéramos estado ahí el día anterior – o el año anterior – o hace mil años, hubiéramos visto las olas manteniendo el mismo ritmo. Si volvemos mañana – o dentro de mil mañanas, las olas seguirán llegando tan fielmente como cuando las vimos por primera vez. Así es la gracia de Dios – fiel – inagotable.

“Porque la ley por Moisés fue dada: mas la gracia y la verdad por Jesucristo fue hecha” (v. 17). Esta es la primera vez que se menciona el nombre de Jesús en el Prólogo. Hasta ahora, la identidad del Verbo ha sido un misterio. “Como una novela de misterio acercándose al anuncio del asesino, el prólogo espera hasta el último minuto para mencionar el nombre, de quien se ha ido contando su historia de creación de vida” (Howard-Brook, 60).

“El don que es la verdad sobrepasa y perfecciona el don anterior concedido a través de Moisés… Ésta no es una declaración negativa del don anterior; es una perspectiva cristiana que respeta el don de Dios concedido por Moisés pero insiste que el don anterior ahora se perfecciona a través del don de la verdad, que tomó lugar por medio del evento de Jesucristo” (Moloney, 40). El nuevo es mejor que el antiguo – sea vino (2:10) – o templo (2:19) – o nacimiento (3:3-5), o agua (4:13-14) o pan (6:30ff.). “Versículo 17 no detrae del don anterior, sino que señala al don que ahora es disponible por medio de Jesucristo como algo nuevo” (O’Day, 523).

Anote el contraste entre Moisés y Jesús:

• Recibimos la ley a través de Moisés, pero recibimos gracia y verdad por medio de Jesucristo (v. 17).

“A Dios nadie le vio jamás” (v. 18a). Cuando Moisés pidió ver la gloria de Dios, Dios dijo, “No podrás ver mi rostro: porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33:19-20). Ahora, “el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró” (v. 18). Ahora, por Jesús, podemos ver a Dios con más claridad.

“el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró” ((v. 18b). “El Evangelio entero de Juan es, de una manera, una elaboración” de este versículo (Craddock, 43). “Podemos utilizar una palabra en inglés derivada de un verbo griego y decir que el Hijo es el ‘exegete’ del Padre” (Bruce, 45).

“‘Ver’ incluye y va más allá de un mero entendimiento de los sentidos; tiene que ver con hacerse hijos de Dios, con el descubrimiento de la benevolencia y seguridad divina” (Brueggemann, 86).

Versículo 1 declaró que el Verbo era Dios, y versículo 18 declara que el Hijo es Dios, así formando una inclusión que rodea el Prólogo, marcando su comienzo y su fin.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada en http://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

BIBLIOGRAFÍA:

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Beasley-Murray, George R., Word Biblical Commentary: John (Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1999)

Brown, Raymond, The Anchor Bible: The Gospel According to John I-XII (Garden City: Doubleday, 1966)

Bruce, F. F., The Gospel of John (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1983).

Brueggemann, Walter, Cousar, Charles B., Gaventa, Beverly R., and Newsome, James D., Texts for Preaching: A Lectionary Commentary Based on the NRSV–– Year A (Louisville: Westminster John Knox Press, 1992)

Burridge, Richard A. in Van Harn, Roger (ed.), The Lectionary Commentary: Theological Exegesis for Sunday’s Text. The Third Readings: The Gospels (Grand Rapids: Eerdmans, 2001)

Carson, D. A., The Pillar New Testament Commentary: The Gospel of John (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1991).

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Copyright 2008, Richard Niell Donovan