PASAJE BÍBLICO
Estudio de la Biblia

Isaías 43:1-7

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

 

COMENTARIO:

EL CONTEXTO:

La parte del libro de Isaías que relata el fin del exilio babilónico, capítulos 40-55, se suele llamar Segundo Isaías. Empieza con las palabras, “Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén: decidle á voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados” (40:1-2).

El castigo que describen estos versículos es el exilio. A causa del pecado del pueblo de Israel, Dios permitió que Babilonia destruyera su ciudad y que el pueblo judío fuera sometido a la servidumbre en el exilio. Los babilónicos destruyeron Jerusalén en 587 a.C., y exiliaron a los habitantes de la ciudad poco después. Ahora, cinco décadas más tarde, el final de su exilio se acerca. La mayoría de los exiliados ha nacido en cautiverio en Babilonia. En este tiempo, el pueblo de Israel ha tenido mucho tiempo para reflexionar. Se ha preguntado si Yahvé verdaderamente es Dios y, si es así, por qué ha permitido que los babilónicos destruyan el templo de Yahvé y que exilien al pueblo de Yahvé. Los exiliados se han preguntado si se han equivocado en alabar a Yahvé. Quizá Marduk, el dios de los babilónicos sea más fuerte que Yahvé. Quizá sería mejor si hubieran alabado a Marduk en vez de a Yahvé.

Capítulos 1-39 discuten estos temas. Cuando Asiria llegó a dominar el mundo, el Rey Achâz de Judea ignoró el consejo del profeta Isaías y pidió la ayuda del rey de Asiria, Tiglath-pileser, para ayudar a Judea contra los ataques de Israel y Damasco. Asiria envió soldados para hacerlo pero, como resultado, Judea se vio convertida en vasallo de Asiria y el pueblo de Judea y Jerusalén fueron forzados a reconocer los dioses asirios (2 Reyes 16:3-4).

Fue en este tiempo que Isaías, hijo de Amoz empezó su ministerio. Dijo, “¿Cómo te has tornado ramera, oh ciudad fiel?” Y “Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones.” Advirtió, “la altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo Jehová será ensalzado en aquel día” (2:17). Le aconsejó a Achâz que Judea debía buscar seguridad, no en Asiria, sino en Yahvé – pero Achâz y el pueblo de Jerusalén ignoraron este consejo.

Pronto, Isaías profetizó que venía peligro para Jerusalén por su falta de fe en Yahvé. Capítulos 1-39 dejan claro que la culpa por el exilio cae solo sobre el pueblo de Jerusalén. Ha jugado a ramera. El exilio es el castigo por sus pecados.

El tono cambia en capítulos 40-55, escritos por Segundo Isaías (seguramente discípulo de Primer Isaías). Estos capítulos escritos hacia el final del exilio empiezan con palabras de consuelo (40:1-2) y claman la promesa de su regreso a Jerusalén. Capítulos 40 a 42:20 continúan con el mismo tono esperanzado. Entonces, 42:21-25 (los versículos que preceden nuestro texto) describen la ira de Yahvé a causa de los pecados de su pueblo. Pero el tono vuelve a mostrar esperanza y seguridad en 43:1 con las palabras “Y ahora.” Los versículos que siguen confirman el amor que Yahvé tiene por su pueblo y sus planes para el futuro.

Esta profecía se cumplió a través de Ciro II de Persia, el “del oriente” (41:2) que destruyó Babilonia en 539 a.C. y estableció a Persia como el poder dominante. Mientras que los babilónicos trataban a los exiliados como esclavos, Ciro adoptó una póliza muy distinta. No solo permitió que los exiliados regresaran a su patria, sino que también les proveyó con la ayuda económica que necesitaban para poder reconstruir (Esdras 1:2-4). No obstante, el profeta deja claro que cuando todo eso ocurre, Ciro solo funciona como instrumento de Yahvé. No es Ciro el que salva, sino Yahvé.

ISAÍAS 43:1-4. TE REDIMÍ; TE PUSE NOMBRE

1Y ahora, así dice Jehová Criador tuyo, oh Jacob,
y Formador tuyo, oh Israel:
No temas, Formador tuyo, oh Israel:
No temas, porque yo te redimí;
te puse nombre,
mío eres tú.

2Cuando pasares por las aguas, yo seré contigo;
y por los ríos, no te anegarán.
Cuando pasares por el fuego, no te quemarás,
ni la llama arderá en ti.

3Porque yo Jehová Dios tuyo,
el Santo de Israel,
soy tú Salvador:
á Egipto he dado por tu rescate,
á Etiopía y á Seba por ti.

4Porque en mis ojos fuiste de grande estima, fuiste honorable,
y yo te amé:
daré pues hombres por ti,
y naciones por tu alma.

“Y ahora, así dice Jehová” (v. 1a). Como se anota arriba, “Y” en este versículo va con 42:21-25 – los versículos que relatan la desobediencia de Judea y la ira de Yahvé. El uso de “Y” en este versículo nos asegura que la ira de Dios ha pasado. La nueva realidad de capítulo 43 es el amor de Yahvé y la redención del pueblo de Dios. Las palabras, “así dice Jehová” realzan este énfasis – conceden el imprimátur del Señor a lo que se dice aquí.

“Criador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel” (v. 1b). Al empezar, Dios creó el cielo y la tierra (Génesis 1:1). De la misma manera creó la nación de Israel. Esa creación empezó con la llamada de Abram (Génesis 12:1) y continuó con el linaje de Isaac, Jacob/Israel y los doce hijos de Israel. Pero fue en Egipto donde la familia de Israel llegó al tamaño de nación, y fue durante el Éxodo cuando llegaron a ser una nación independiente. Entonces, esta mención de la creación de Israel es la primera alusión a la historia del Éxodo en nuestro texto.

“No temas, porque yo te redimí” (v. 1c). Las palabras “No temas” aparecen con frecuencia en el Antiguo y el Nuevo Testamento (42 veces). Especialmente en el libro de Isaías (15 veces) y Segundo Isaías (10 veces).

Temor es una condición humana muy normal. Estos exiliados han sufrido medio siglo de servidumbre sin ver el fin y tienen razón para temer. ¿Pueden sentir esperanza de algo más allá de su realidad? ¿Serán siervos de los babilónicos para siempre? ¿Existe alguna esperanza de que algún día sean libres?

El profeta, hablando por Yahvé, les asegura que a pesar de su sufrimiento y la desesperación de su situación, no tienen por qué temer el futuro porque Dios les ha redimido. Para el pueblo judío la palabra “redimido” tiene un significado especial. Se refiere a su entendimiento de que el primer nacido, sea humano o animal, le pertenece al Señor y debe ser redimido pagando un precio. Esto se remonta a la Pascua, cuando el Señor mató al primer nacido de Egipto pero permitió que los israelitas redimieran a sus primer nacidos con la sangre de un cordero pintada en la jamba de sus puertas (Éxodo 11:1-13; 16). El uso de la palabra “redimido,” es la segunda alusión al Éxodo en este texto.

“te puse nombre, mío eres tú” (v. 1d). Los nombres son importantes para esta gente. El nombre de una persona revela su carácter e identidad. En momentos importantes en la historia de Israel, Dios dio nombró a ciertas personas. Cambió el nombre de Abram a Abraham, “porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes” (Génesis 17:5). Cambió el nombre de Jacob a Israel, “porque has peleado con Dios y con los hombres, y has vencido” (Génesis 32:28) – y el nombre de Israel se convirtió en el nombre de la nación. La concesión de un nuevo nombre, entonces, equivale a la concesión de una nueva identidad – un nuevo carácter.

“Nombrar es una obra de autoridad que denota posesión, responsabilidad y protección” (Myers, 747). El hecho que Yahvé llame a Israel por su nombre, entonces, es algo como una ceremonia de adopción y significa “mío eres tú” (v. 1d) – que Yahvé es el padre e Israel es el hijo.

“Cuando pasares por las aguas, yo seré contigo; y por los ríos, no te anegarán. Cuando pasares por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (v. 2). Yahvé ha llamado a Israel e Israel pertenece a Yahvé. Por eso Israel puede contar con la protección de Yahvé. La promesa no es que su camino será fácil o sin peligro, sino que cuando Israel se encuentra en peligro no será abrumada ni consumida. Calvin dice, “El Señor no te ha redimido para que disfrutes de placer y lujuria… sino para que estés preparado para soportar todo tipo de mal” (citado en Oswalt, 138). Esto nos recuerda a la oración que Jesús nos enseñó a rezar, “líbranos del mal” (Mateo 6:13).

“pasares por las aguas” también alude al Éxodo cuando Israel pasó entre las aguas del Mar Rojo sin daño alguno para escapar del ejército egipcio, pero el ejército egipcio que los perseguía fue cubierto por las aguas, eliminando la amenaza para Israel (Éxodo 14-15).

Algunos eruditos piensan que “pasares… por los ríos” alude al final de Éxodo, cuando Israel por fin cruzó el Río Jordán para entrar en la Tierra Prometida (Josué 3). Cruzar el Jordán podría presentar poco peligro en comparación al Mar Rojo, pero Israel no lo percibió así. Cuando Moisés envió espías para ver la tierra de Canaán, los espías volvieron con este reporte: “Nosotros llegamos á la tierra á la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fuertes… También vimos allí gigantes… y éramos nosotros, á nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos á ellos” (Números 13:27, 33). No sería hasta más tarde, al enviar Josué dos espías a Jericó, que Israel oiría la voz de la fe que proclama, “Ciertamente, el Señor ha entregado toda la tierra en nuestras manos, y además, todos los habitantes de la tierra se han acobardado ante nosotros” (Josué 2:24). Está claro que estos espías comprendían que no sería su propia fuerza la que haría suya esa tierra, sino la del Señor.

El fuego y la llama de v. 2b funcionan como metáforas para cualquier peligro, pero también evocan memorias vívidas para los exiliados que han visto arder a Jerusalén.

“Porque yo Jehová (YHWH) Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador” (v. 3a). Dios ha hablado de nombrar a su pueblo. Ahora revela su propio nombre en cuatro dimensiones: (1) Jehová (2) Dios tuyo (3) el Santo de Israel (4) tu Salvador. Como con otros nombres, estos nombres revelan la identidad y el caracter de Dios.

“Jehová” (hebreo: YHWH) es el nombre santo de Dios, el nombre por el cual se reveló a Moisés (traducido “YO SOY” en Éxodo 3:14). La mayor parte del pueblo judío rehusa decir este nombre para no correr el riesgo de profanarlo. No obstante, éste es el nombre que se utiliza para Dios en los Salmos, los profetas, y en varios de los libros históricos del Antiguo Testamento.

Los otros tres nombres, “Dios tuyo,” “el Santo de Israel,” y “tu Salvador” todos enfatizan la relación de Yahvé con la nación de Israel y su pueblo. Israel pertenece a Yahvé y Yahvé pertenece a Israel.

Aunque el nombre “el Santo de Israel,” aparece en otros lugares de la Biblia (2 Reyes 19:22; Salmo 71:22; 78:41; 89:19; Jeremías 50:29; 51:5), 24 de las 30 veces que aparece ocurren en el libro de Isaías. Es más, aparece en las tres partes del libro, doce veces en capítulos 1-39, diez veces en capítulos 40-55, y dos veces en capítulos 56-66. El nombre “el Santo de Jacob” aparece una vez (29:23) y “Santo vuestro, Criador de Israel” también una vez (43:15). Eruditos anotan el uso distintivo de este nombre como elemento que une el libro (aunque esto no quiera decir que se refieren necesariamente a un solo autor).

En el pasado han podido confiar en “tu Salvador.” Yahvé salvó Israel en el Éxodo, en el encuentro de David con Golead, en el encuentro de Gedeón con los idianitas, y en un sinnúmero de otras situaciones. Este versículo asegura a los exiliados que Yahvé sigue siendo su salvador y les salvará de su exilio.

La frase, “tu Salvador” aparece tres veces en el libro de Isaías (43:3; 49:26; 60:16) y en ningún otro lugar de la Biblia. La palabra “salvador” aparece ocho veces en Isaías y solo seis veces en otros lugares del Antiguo Testamento.

á Egipto he dado por tu rescate, á Etiopía y á Seba por ti” (v. 3b). Esto significa que Dios está dispuesto a pagar un precio alto por rescatar a los exiliados, pero no estamos seguros de como funcionaba esto historicamente. Parece que Yahvé le ofrece Egipto, Etiopía, y Seba a Ciro como recompensa por haber liberado a los exiliados judíos, pero no existe ningún record histórico que demuestre que Ciro conquistara estas naciones.

Etiopía está ubicada al sur de Egipto, y está separada de Egipto por Cush o Núbia (hoy día Sudán). No estamos tan seguros de la ubicación de Seba, pero seguramente estaba en el norte de África, quizá entre Egipto y Etiopía.

La idea de un rescate está en ambos el Antiguo y el Nuevo Testamento – un precio pagado para redimir algo. Por ejemplo, el impuesto de medio siclo requerido de todas personas mayores de veinte años como “rescate de su persona” (Éxodo 36:11-16). La palabra “rescate” también incluye la idea de la salvación, como en “redimidme del poder de los violentos” (Job 6:23).

Realmente, el sistema de sacrificios es un sistema de rescate por medio del cual la vida de animales se sacrifica para rescatar a la gente de sus pecados (Levítico 17:11). Sin embargo, el salmista reconoce “Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar á Dios su rescate. Porque la redención de su vida es de gran precio, y no se hará jamás” (Salmo 49:7-8). Sin embargo, “Empero Dios redimirá mi vida del poder de la sepultura, cuando me tomará. Selah” (Salmo 49:15).

En el Nuevo Testamento, Jesús dice, “Como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28). Pablo dice, “Porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre; El cual se dio á sí mismo en precio del rescate por todos” (1 Timoteo 2:5-6).

Entonces Yahvé está diciendo que pagará por la libertad de los exiliados. De alguna manera, el pago será Egipto, Etiopía, y Seba.

“Porque en mis ojos fuiste de grande estima, fuiste honorable, y yo te amé” (v. 4a). Yahvé es el que ama y su pueblo es el amado. Dicen que la belleza está en el ojo del que la mira, y Yahvé definitivamente ve con belleza al pueblo judío. No porque el pueblo judío es más sabio o más fuerte, o más hermoso que otros pueblos, sino porque Yahvé lo ha escogido y ha establecido un pacto con él y lo ha hecho suyo.

Padres entienden esto. Puede que nuestros hijos no sean más maravillosos que otros niños, pero les amamos porque son nuestros – naturalmente o por adopción. Por nuestro amor, hacemos sacrificios por ellos que no haríamos por otros niños. Esta es la manera que Yahvé ama a estos exiliados.

Podemos preguntarnos como Yahvé, quien ama a esta gente, podría haber permitido su sufrimiento. Aquí también surgen paralelos con ser padres. Buenos padres entienden que tolerar mal comportamiento resulta en problemas futuros. Aunque sea doloroso para los padres y para los hijos, buenos padres ponen límites e imponen castigos – no por venganza, sino para animarles al buen comportamiento. Los exiliados han pecado y su exilio es el precio que están pagando por ese pecado. Pero su castigo se está terminando. Yahvé les ama y les ha redimido.

“daré pues hombres por ti, y naciones por tu alma” (v. 4b). Esto repite la idea del rescate que aparece en v. 3b.

ISAÍAS 43:5-7. NO TEMAS, PORQUE YO SOY CONTIGO

5No temas, porque yo soy contigo;
del oriente traeré tu generación,
y del occidente te recogeré.

6Diré al aquilón: Da acá,
y al mediodía: No detengas:
trae de lejos mis hijos,
y mis hijas de los términos de la tierra,

7Todos los llamados de mi nombre;
para gloria mía los críe,
los formé y los hice.

“No temas, porque yo soy contigo” (v. 5a). Al comienzo de la primera sección de este texto leímos, “No temas, porque yo te redimí” (43:1). Ahora, al comienzo de la segunda sección encontramos el mismo “no temas,” pero por una razón diferente – “porque yo soy contigo.” Aunque las dos razones por no temer al principio parecen distintas, realmente son las mismas. Estos exiliados no deben temer porque Yahvé les proporcionará sus más graves necesidades. Pablo expresa la misma idea diciendo, “¿Pues qué diremos á esto? Si Dios por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31). Esto no significa que nuestro camino será fácil o que nuestros enemigos serán pocos. Al contrario, Cristo nos llama para llevar una cruz, y podemos esperar que Satanás hará todo lo posible para engañarnos – para tentarnos – para destruirnos. Con este peligro, no tendríamos ninguna esperanza salvo que Dios está con nosotros. Aunque andemos en el valle bajo la sombra de la muerte, no debemos temer ningún mal; porque Dios está con nosotros: Dios está con nosotros; su vara y cayado nos alientan (Salmo 23:4).

“No temas, porque yo soy contigo, del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré. Diré al aquilón: Da acá, y al mediodía: No detengas: trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los términos de la tierra” (vv. 5b-6). Estos versículos prometen que Yahvé tiene el poder de restregar la tierra en busca de aquéllos que le pertenecen. Tiene el poder de unir a su pueblo dispersado, no importa donde se pueda encontrar. Esto puede tener varios significados, y todos pueden ser verdad (Oswalt, 141).

• Puede ser una promesa para el presente. Los exiliados están reunidos en Babilonia, y su preocupación es cómo lograr su libertad y regresar a su patria. Yahvé, que tiene el poder de reunir todos a todos sus hijos esparcidos por el mundo, fácilmente puede reunir a estos exiliados que ya están juntos. Estos versículos pueden sugerir que hay judíos en otros lugares y que Yahvé les encontrará y les traerá a ellos también.

• Puede ser una promesa para el futuro. En el futuro, el pueblo judío experimentará una dispersión significante, y esto puede servir de promesa que Yahvé les traerá a Jerusalén. De hecho, esto ya ha ocurrido en parte, empezando con la fundación de la nación de Israel en 1948.

• Puede ser una promesa para todo el pueblo de Dios – no solo los judíos.

“Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los críe, los formé y los hice” (v. 7). Antes Yahvé dijo, “te puse nombre, mío eres tú” (v. 1). Ahora habla de “Todos los llamados de mi nombre.” Esto sugiere que el nombre que les ha dado es su propio nombre. Si somos el pueblo de Dios – y lo somos – entonces hemos sido creados en la imagen de Dios y llevamos su nombre.

Aquí aprendemos nuestro propósito en la vida. Dios nos ha creado para su gloria. En el Antiguo Testamento, la gloria de Dios se manifiesta en sus grandes obras (Éxodo 14:4, 17; 16:7). Llena el tabernáculo, y se manifiesta en una nube (Éxodo 40:34-35). Proclama su grandeza (Deuteronomio 5:24). Tiene poder – Moisés pidió ver la gloria de Dios pero Dios respondió, “porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33:18-20).

“Los cielos cuentan la gloria de Dios” (Salmo 19:1), pero se espera que el pueblo de Dios lo proclame también. Josué le dijo a Acán, “Hijo mío, te ruego, da gloria al Señor, Dios de Israel, y dale alabanza; y declárame ahora lo que has hecho. No me lo ocultes” (Josué 7:19). David ordenó, “Cantad entre las gentes su gloria, Y en todos los pueblos sus maravillas” (1 Crónicas 16:24).

Le damos gloria a Dios cuando cantamos sus alabanzas, y también le damos gloria a Dios cuando vivimos según su voluntad y obedecemos sus mandamientos.

UN EJEMPLO PARA EL MINISTERIO:

Isaías da un gran ejemplo para el ministerio. Nos transmite la verdadera palabra de Dios con su nota de juicio y su esperanza para el futuro. Proclama la soberanía de Dios como la única esperanza para la gente – y asegura a la gente del amor de Dios. Hoy día, los que practicamos activamente el ministerio haríamos bien en salir y hacer lo mismo.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

BIBLIOGRAFÍA:

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Copyright 2015, Richard Niell Donovan