PASAJE BÍBLICO

Hechos 2:14a, 36-41

RECURSOS PARA PREDICAR

Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller


EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

Para ver una introducción a Hechos 2, véase la exégesis de Hechos 2:1-21.

La lectura de este domingo aparece en medio del sermón de Pedro en el Día de Pentecostés. Versículos 14-21 (la primera parte del sermón) interpretan el hablar en lenguas de Pentecostés según una cita del profeta Joel. Versículos 22-32 presentan el kerygma (palabra griega que se refiere a la proclamación de las Buenas Noticias de Cristo). Versículos 33-36 (el texto de este domingo) describen la relación entre la venida del Espíritu y las Buenas Noticias de Jesucristo (Chance, 51).

HECHOS 2:14a: PEDRO ALZÓ SU VOZ Y HABLÓLES

14Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó su voz, y hablóles diciendo: Varones Judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

Después de la muerte de Judas, vimos “los once” (Lucas 24:33), pero con la inclusión de Matías, los once se convirtieron de nuevo en doce (1:26). “Pedro, poniéndose en pie con los once” se refiere a Pedro más los otros once apóstoles.

Es interesante que Pedro sea quien predica en esta gran ocasión. Hacía solo siete semanas que había negado a Cristo tres veces (Lucas 22:56-62). Durante esas siete semanas, Pedro y los demás discípulos fueron transformados por sus encuentros con el Cristo resucitado. Ahora, en Jerusalén, Pedro y los discípulos son llenados del Espíritu Santo. El Espíritu es la fuerza detrás de este sermón que causa la respuesta asombrosa de la multitud.

VERSÍCULOS 33-35: El leccionario tiene cuatro lecturas sobre Hechos 2 que cubren el capítulo entero con excepción de versículos 33-35. Versículo 33 habla de Jesús “levantado por la diestra de Dios” y como el que “ha derramado esto que vosotros veis y oís” (los milagros que la multitud presenció en Pentecostés. Versículos 34-35 dicen lo siguiente:

“Porque David no subió á los cielos;
empero él dice: Dijo el Señor á mi Señor:
Siéntate á mi diestra,
Hasta que ponga á tus enemigos por estrado de tus pies.”

Estos dos versículos citan Salmo 110:1, atribuido por el pueblo judío a David. Al instruir en el templo, Jesús citó las palabras de David en Salmo 110:1, “Dijo el Señor á mi Señor” – y después dijo,“¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor á mi Señor” (Marcos 12:36). El punto era que David, en ese Salmo, no hablaba de sí mismo, como muchos habían pensado, sino del mesías que estaba por venir. Quedó sin mencionar el hecho de que Jesús era el mesías que estaba por venir – que ya había venido.

En su sermón de Pentecostés, Pedro utiliza Salmo 110:1 para mostrar que el mesías sobrepasa al gran Rey David en el panteón celestial – que Dios invitó al mesías a sentarse a su derecha – que Dios puso al mesías como Señor – y que Jesús es el mesías.

Los autores del Nuevo Testamento se refieren frecuentemente a Salmo 110:1 para mostrar el Señorío de Jesús (1 Corintios 15:25; Hebreos 1:13; 10:13; véase también Romanos 8:34; Efesios 1:20, 22; Colosos 3:1; Hebreos 1:3; 8:1; 10:12; 12:2; 1 Pedro 3:22).

HECHOS 2:36: DIOS HA HECHO SEÑOR Y CRISTO Á JESÚS QUE CRUCIFICASTEIS

36Sepa pues ciertísimamente toda la casa de Israel, que á éste Jesús que vosotros crucificasteis, Dios ha hecho Señor (griego: kyrion – de kyrios) y Cristo (griego: Christon – de Christos).

“Sepa pues ciertísimamente toda la casa de Israel, que á éste Jesús que vosotros crucificasteis, Dios ha hecho Señor y Cristo” (v. 36). La palabra “Señor” es muy importante en este contexto. Véanse los comentarios arriba de versículos 33-35 donde Dios exaltó a Jesús y le hizo Señor.

Anote la conexión con versículo 21, donde Pedro citó Joel 2:32, diciendo, “Y será que cualquiera que invocare el nombre de Jehová, será salvo.”

Anote también que en versículo 36, Pedro utiliza la palabra “Señor” refiriéndose a Jesús, y en versículo 39 utiliza “Señor,” refiriéndose a Dios.

Fíjese en el contraste entre la primera y segunda parte de este versículo. Dios declara Jesús Señor y Cristo, pero estas personas lo han crucificado.

“Dios ha hecho Señor (kyrion – de kyrios) y Cristo” (Christon – de Christos) (v. 36b). Las palabras “Señor” y “Cristo,” pesan y merecen atención.

SEÑOR (kyrios): En el Antiguo Testamento, el nombre de Dios era YHWH – Yahvé. El pueblo judío, para no desobedecer el mandamiento en contra de utilizar el nombre de Dios en vano (Éxodo 20:7), utilizaba en vez la palabra Adonai (hebreo: adonay), que significa “el Señor.” Cuando el pueblo judío traducía sus escrituras hebreas al griego (conocido como el Septuagésimo y abreviado LXX), traducían la palabra hebrea adonay, a la palabra griega, kyrios. Entonces, el pueblo judío estaba acostumbrado a utilizar la palabra griega, kyrios, para referirse a Dios aún cuando kyrios también se usaba para hablar de autoridades humanas.

El Nuevo Testamento utiliza kyrios frecuentemente para hablar de Cristo (Mateo 1:20, 22, 24; 2:13, 15; Marcos 13:20; Lucas 1:6; Romanos 11:34, etcétera). También hay a varias referencias a Cristo en el Antiguo Testamento (Marcos 1:2-3; Hechos 2:21; Romanos 10:13; 1 Corintios 1:8; 2 Corintios 3:15-18), aplicando el kyrios de esas escrituras a Jesús. Obviamente, escritores del Nuevo Testamento pretenden igualar el Señorío de Jesús con el Señorío de Dios – y eso es lo que Pedro quiere decir cuando dice que Dios ha hecho Señor a Jesús.

Cristianos de la temprana iglesia vivían en un ambiente en el que debían decir, “Cesar es Señor.” Aunque esto designaba a Cesar regidor de todo reino romano, la frase también adoptó ciertas connotaciones espirituales – que en algún sentido espiritual Cesar era Señor. Muchos creían en Jesús como el único Señor. Cristianos de esta época muchas veces se negaban a decir, “Cesar es Señor” – y, como resultado, a menudo morían violentamente en manos romanas.

MESÍAS (Christos): La palabra hebrea es mesías (mashiakh) y la palabra griega es Cristo (Christos). Ambos meshiakh y Christos significan “ungido.” Ungir con aceites era un rito utilizado con el propósito de apartar a ciertas personas para servir – como reyes, sacerdotes, o profetas.

El pueblo judío esperaba la llegada del mesías, anticipando que él les liberaría de su opresión y restauraría Israel a su anterior grandeza. Anticipaban que el mesías sería como Moisés, que liberó al pueblo judío de su esclavitud en Egipto, o David, que hizo de Israel una gran nación. A causa de estas expectativas, Jesús prefería no llamarse mesías – aunque cuando el príncipe de los sacerdotes preguntó, “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?” Jesús contestó, “Yo soy” (Marcos 14:61-62).

Cuando el Nuevo Testamento habla de Jesús como mesías, le presenta como liberador, no de rivales políticos o militares, sino del pecado.

“éste Jesús que vosotros crucificasteis” (v. 36c). Lucas es autor de ambos Hechos de los Apóstoles y de un Evangelio. En el Evangelio de Lucas, el pueblo judío llevaba la mayor parte de culpa en la muerte de Jesús. Los príncipes de los sacerdotes, los oficiales del templo, y los ancianos fueron los que le arrestaron (Lucas 22:52). Los miembros del Sanedrín (grupo de magistrales judíos) fueron los que entregaron Jesús a Pilato y le acusaron falsamente (Lucas 22:66 – 23:2). Cuando Pilato dijo “Ninguna culpa hallo en este hombre,” estos mismos líderes judíos insistieron en castigar a Jesús (Lucas 23:4-5). Cuando Pilato envió Jesús a Herodes, “estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas acusándole con gran porfía (Lucas 23:10). Cuando Herodes mandó Jesús a Pilato de nuevo, éste ofreció soltar a Jesús – pero todos (príncipes de los sacerdotes, magistrados, y la demás gente (Lucas 23:13) gritaron, “Quita á éste, y suéltanos á Barrabás” (Lucas 23:18) – insistiendo que Pilato crucificara a Jesús (Lucas 23:21-23). En resumen, los líderes judíos instigaron la crucifixión pero el pueblo judío también fue cómplice.

Ahora Pedro pone sobre esta audiencia la culpa de la crucifixión, aunque es probable que muchos de ellos no hubieran estado involucrados directamente. Quizá Pedro utiliza “vosotros” (v. 36c) como equivalente de “toda la casa de Israel” (v. 36a).

HECHOS 2:37-39: ARREPENTÍOS, Y BAUTÍCESE CADA UNO DE VOSOTROS

37Entonces oído esto, fueron compungidos de corazón, y dijeron á Pedro y á los otros apóstoles:

Varones hermanos, ¿qué haremos? 38Y Pedro les dice: Arrepentíos (griego: metanoesate – demetanoeo), y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados(griego: aphesin); y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

“Entonces oído esto, fueron compungidos de corazón” (v. 37a). En respuesta a la acusación de Pedro de que han crucificado al que Dios nombró Señor y Cristo, la gente de repente reconoce su culpabilidad y el riesgo de sus acciones. No puede haber mayor pecado que matar al ungido de Dios – el que Dios mandó para salvarles. Comprender sus acciones les causó gran dolor emocional, como si alguien les hubiera acuchillado el corazón.

De su propia historia saben que Dios ha castigado severamente por cosas menores. ¿Qué les hará Dios? ¿Qué futuro les espera?

“y dijeron á Pedro y á los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?” (v. 37b). Esta es la misma pregunta que algunos le hicieron a Juan Bautista cuando les condenó por sus pecados y les habló de la importancia del arrepentimiento (Lucas 3:10).

Seguro que esta gente hará la misma pregunta, esperando con todas sus fuerzas que exista algún remedio, pero sin poder imaginar que algo podría eliminar su culpa.

“Arrepentíos” (metanoesate – de metanoeo) (v. 38a). Pero “este Pedro rehabilitado sabe bien de experiencia propia que Dios concede una segunda oportunidad a los que le traicionan (véase 1:15-20; cf. Juan 21:15-17)” (Wall, 67).

Temprano en su sermón, Pedro prometió “Y será que todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (2:21, citando Joel 2:32). Ahora da instrucciones específicas para que esta multitud asegure su perdón por medio del arrepentimiento y el bautizo. Arrepentimiento y bautizo para el perdón de los pecados también era lo que predicaba Juan Bautista (Lucas 3:3).

El verbo griego metanoeo es una combinación de dos palabras griegas – meta (al combinarse con otra palabra, como se hace aquí, meta significa cambio o transferencia) y nous (mente). Metanoeo, entonces, se refiere a un cambio en la forma de pensar – un cambio de actitud – pasar de un modo de pensar a otro.

Los griegos creían que un cambio de opinión causaría naturalmente un cambio en las acciones de una persona, ya que las creencias determinan el comportamiento de uno. Esto difiere mucho de otras disciplinas psicológicas que hoy enfatizan los sentimientos como factor determinante del comportamiento. Es decir, para cambiar el comportamiento primero debemos “conectar” con nuestras emociones. No obstante, en los últimos años ha habido un movimiento que enfatiza las creencias como factor que determina el comportamiento. Creencias dan comienzo al ciclo de acciones. Un cambio de pensamiento tiene el poder de cambiar ambos sentimientos y acciones.

Entonces, Pedro les pide a estos miembros de Jerusalén que se arrepientan de su pecado (haber rechazado al Mesías) – que cambien de manera de pensar – que se den la vuelta. Necesitan repudiar su previo rechazo del Mesías y acogerle.

“y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo” (v. 38b). De nuevo, se nos recuerda que Juan Bautista practicaba un bautizo de arrepentimiento para el perdón de los pecados (Lucas 3:3). Sin embargo, Pedro introduce un nuevo elemento. El bautizo ahora ha de hacerse en nombre de Jesucristo.

En aquel tiempo y lugar, gente consideraba el nombre de una persona más que una simple identificación. Creían que parte de la identidad de la persona se encarnaba en el nombre – que el nombre expresaba algo de la identidad de la persona. Como se puede ver en este versículo, también creían que el nombre poseía algo del poder de la persona que lo llevaba. Ser bautizado en nombre de Jesucristo era apropiar, de alguna manera y medida, algo de la persona de Jesucristo – recibir algo de Cristo – hacerse persona nueva en la semejanza de Cristo.

Poco antes de la ascensión, Jesús mandó a sus discípulos “Por tanto, id, y doctrinad á todos los Gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19). La mayoría de las iglesias hoy utilizan esta fórmula tríptica (Padre, Hijo, Espíritu Santo) al bautizar en lugar de bautizar solo en nombre de Jesucristo.

En su Epístola a los romanos, Pablo describe el bautizo como un entierro con Jesús “Porque somos sepultados juntamente con él á muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida porque si fuimos plantados juntamente en él á la semejanza de su muerte, así también lo seremos á la de su resurrección” (Romanos 6:4-5). En su Epístola a los galatos, describe el bautizo en Cristo como el arroparse de Cristo (Galatos 3:27).

para perdón de los pecados” (aphesin) (v. 38c). Esta palabra, aphesin, puede significar perdón, liberación, o remisión. Es una palabra de libertad – una palabra que promete libertad de cualquier cosa que esclaviza. Se puede utilizar para la remisión de deudas financieras, liberando a una persona de su deuda. Se puede utilizar para la liberación de prisión o esclavitud – una libertad física. En el Libro de Hechos, se usa generalmente para hablar de la liberación del pecado – el tipo de libertad que una persona solo puede obtener por la gracia de Dios.

Eruditos discuten si el perdón acompaña al arrepentimiento, el bautizo, o ambos. Polhill comenta, “La conexión general con el perdón de los pecados en Hechos es con el arrepentimiento y no con el bautizo (cf. Lucas 24:47; Hechos 3:19; 5:31). Es más, en ningún otro pasaje de Hechos se presenta el bautizo como algo que trae perdón de los pecados” (Polhill, 117).

No obstante, en este versículo (2:38), Pedro le dice a la gente que se arrepienta y que sea bautizada “Para perdón de los pecados.” No está claro si el arrepentimiento sin bautizo asegura su perdón, y no haríamos bien si enseñáramos que con el arrepentimiento basta – o que con el bautizo basta. Se necesitan los dos.

“y recibiréis el don del Espíritu Santo” (v. 38d). “La llamada al bautizo – una respuesta individual ante la gracia de Dios – está en el singular, pero la promesa, recibiréis el don del Espíritu Santo, aparece en el plural, porque el Espíritu se concede a la comunidad del individuo” (Williams, 54).

“Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos”(v. 39a). Cuando Pedro habla de “la promesa,” se refiere a la promesa del perdón y del Espíritu Santo. Asegura a sus oyentes que esta promesa es para ellos, pero no solo para ellos. Es también para sus hijos y para “todos los que están lejos.”

Pedro dice más de lo que se da cuenta. Si en el Día de Pentecostés tuviera que definir el significado de “todos los que están lejos,” seguramente diría que se trata de los judíos de la diáspora – judíos esparcidos por el mundo. Si se le cuestionara aún más, seguramente diría que la promesa incluye a judíos prosélitos. No obstante, como verá en Hechos 10, los probables beneficiarios de esta promesa son mucho más numerosos de lo que él se da cuenta al decir estas palabras. La promesa es para gentiles tanto como judíos.

“para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (v. 39b). La iniciativa es de Dios. Dios hace la llamada, y la bendición es concedida a quienes responden.

HECHOS 2:40-41: FUERON AÑADIDAS Á ELLOS COMO TRES MIL PERSONAS

40Y con otras muchas palabras testificaba y exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.41Así que, los que recibieron su palabra, fueron bautizados: y fueron añadidas á ellos aquel día como tres mil personas.

“Y con otras muchas palabras testificaba y exhortaba” (v. 40a). Lucas provee el contenido básico del sermón de Pedro, pero este versículo nos muestra que Pedro dijo mucho más de lo que Lucas documentó.

“Sed salvos de esta perversa generación” (v. 40b). En el Antiguo tanto como en el Nuevo Testamento, la palabra “generación” se usa frecuentemente al hablar de gente malvada (Números 32:13; Deuteronomio 1:35; Deuteronomio 1:35; 2:14; 5:9-10; 23:2-3; 32:5, 20; Jueces 2:10; Salmo 12:7; 78:8; 95:10; Jeremías 7:29; Mateo 11:16-19; 12:39-45; 16:4; Marcos 8:38; 9:19; Lucas 11:29).

Jesús usa la frase “esta generación” a menudo para describir una generación malvada (Lucas 7:31; 11:29-32, 50; 17:25), pero Pedro lo hace explícito – ésta es una “perversa generación.”

Pedro ya le ha dicho a esta multitud lo que debe hacer para recibir salvación – “Arrepentíos, y bautícese cada uno” (2:38).

“La liberación de la que hablaba Joel había de ser disfrutada por un remanente de toda la gente. Ahora Pedro urge a sus oyentes que se aseguren, por medio de un remanente llamando al Señor, que eran parte de este remanente y que se habían salvado de esa perversa generación” (Bruce, 72).

“Así que, los que recibieron su palabra, fueron bautizados: y fueron añadidas á ellos aquel día como tres mil personas” (v. 41). Al prepararse para el día en que dejaría sus discípulos, Jesús dijo,“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago también él las hará; y mayores que éstas hará; porque yo voy al Padre” (Juan 14:12). Ahora entendemos un poco de lo que Jesús quería decir. Después de su ascensión, sus discípulos se reunieron en Jerusalén – un grupo de unas 120 personas (1:15). Ahora, el Día de Pentecostés, 3.000 personas de repente se les unen – “un aumento de 2.500 por ciento… – sin duda el crecimiento más espectacular que el Cristianismo jamás ha experimentado” (Faw).

Muchas de estas personas son judíos que viven en otros países – Judíos de la Diáspora que han venido a Jerusalén para celebrar Pentecostés. Ellos serán como semillas echadas a los cuatro vientos – creyentes que traerán a Cristo a sus hogares, y en muchos casos, a sus comunidades también.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

BIBLIOGRAFÍA:

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Copyright 2010, Richard Niell Donovan