PASAJE BÍBLICO

Hechos 1:1-11

RECURSOS PARA PREDICAR

Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller


PASAJE BÍBLICO: Hechos 1:1-11

EXÉGESIS:

LUCAS – HECHOS: EL CONTEXTO

Lucas fue autor de dos libros – el Evangelio de Lucas (la historia de la vida de Jesús) y Hechos de los Apóstoles (la historia de la temprana iglesia). Hay partes que traslapan entre el final del Evangelio y el comienzo de Hechos. Por ejemplo, ambos Lucas 24:50-51 y Hechos 1:9-11 relatan la historia de la ascensión de Jesús. También, en Hechos 1:8, Jesús les dice a los apóstoles que serán sus testigos en Jerusalén, y en Lucas 24:53 los apóstoles vuelven a Jerusalén y al templo.

Chrysostom anotó, “Los Evangelios…son una historia de lo que Cristo hizo y dijo; pero Hechos relatan lo que el ‘otro Consolador’ [Juan 14:16 AV] hizo y dijo” (Homilías de Hechos, citado en Pelikan, 37).

Sabemos que Lucas era médico (Colosenses 4:14) y compañero de Pablo (2 Timoteo 4:11; véase también Hechos 16:10-17; 20:5-21: 18; 27:1-28: 16, donde el uso de la palabra “nosotros” parece situar a Lucas en medio de los viajes misioneros de Pablo). Podemos deducir de Colosenses 4:11, 14 que Lucas no es el de la circuncisión – que es gentil.

HECHOS 1:1-3: HE HABLADO DE TODAS LAS COSAS QUE JESÚS HIZO Y DIJO

1En el primer tratado, oh Teófilo, he hablado de todas las cosas que Jesús comenzó á hacer y á enseñar(griego: poiein te kai didaskein – ambos hacer y enseñar), 2Hasta el día en que, habiendo dado mandamientos por el Espíritu Santo á los apóstoles que escogió, fue recibido arriba; 3A los cuales, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables (griego: tekmerion),apareciéndoles por cuarenta días, y hablándoles del reino de Dios.

“En el primer tratado, oh Teófilo” (v. 1a). Cuando Lucas menciona “el primer tratado,” se refiere al Evangelio de Lucas. Ese libro también está dedicado a Teófilo, para que Teófilo conozca “la verdad de las cosas en las cuales has sido enseñado” (Lucas 1:4). Esto sugiere que Teófilo era discípulo, pero no sabemos casi nada de él. Su nombre significa “amigo de Dios” o “el querido de Dios” (theos significa Dios y philos significa amigo o querido). Lucas lo llamó “oh muy buen Teófilo” en Lucas 1:3. “Muy buen” se puede referir al estatus de Teófilo (como llamaríamos a un miembro del congreso “Honorable….” – o simplemente puede reflejar la opinión de Lucas acerca de Teófilo. No sabemos por qué Lucas dedicó estos libros a Teófilo. Puede ser que Teófilo apoyara el ministerio de Lucas económicamente.

“he hablado de todas las cosas que Jesús comenzó á hacer y á enseñar” (poiein te kai didaskein – ambos hacer y enseñar) (v. 1b). La combinación de las palabras griegas te (ambos) y kay (y) enfatiza la doble naturaleza del ministerio de Jesús – liga el hacer y enseñar de Jesús en un “nudo sagrado” (Calvin, citado en Bock, 52). Lucas escribió “todas las cosas que Jesús comenzó á hacer y á enseñar” en “el primer tratado” – el Evangelio de Lucas.

El griego dice que Lucas escribió de todas las cosas que Jesús comenzó (erxato) a hacer y enseñar. Jesús comenzó la obra, y la iglesia tiene la responsabilidad de continuarla. Las palabras “hacer y enseñar” resumen los dos aspectos principales de la obra de Jesús.

“comenzó” (v. 1c). Lucas escribió estas cosas desde el principio. Abrió su Evangelio con la visitación del ángel a Zacarías, anunciando el nacimiento de Juan Bautista (Lucas 1:5-25) y la visitación del ángel a María anunciando el nacimiento de Jesús (Lucas 1:26-38). Entonces relató la historia de la visita de María, embarazada, a Elisabet, también embarazada (Lucas 1:39-45) – y la canción de alabanza de María (Lucas 1:46-56). Entonces contó la historia del nacimiento de Juan Bautista (Lucas 1:57-66) y la profecía de Zacarías al nacer Juan (Lucas 1:67-79). Dijo que Juan “crecía, y se fortalecía en espíritu: y estuvo en los desiertos hasta el día que se mostró á Israel” (Lucas 1:80). Todas estas cosas prepararon el camino para la historia del nacimiento de Jesús, que Lucas relató en el segundo capítulo de su Evangelio.

“Hasta el día en que, habiendo dado mandamientos por el Espíritu Santo á los apóstoles que escogió, fue recibido arriba” (v. 2). Lucas escribió un relato detallado de la vida de Jesús, incluyendo su muerte y resurrección. Concluyó su Evangelio con una breve descripción de la ascensión de Jesús (Lucas 24:51) y los apóstoles alabando a Jesús y volviendo a Jerusalén (Lucas 24:52-53). Contó la historia del Jesús Alfa y el Jesús Omega (Revelaciones 1:8; 22:13) desde el comienzo hasta el final.

“habiendo dado mandamientos” (v. 2b). Jesús no dejó a los apóstoles para que trataran de entender solos. Les proveyó amplia enseñanza durante su ministerio – mucha de la cual permaneció algo borrosa para ellos hasta después de la resurrección. No obstante, una vez que vieron al Cristo resucitado, entendieron mucho de lo que les había dicho.

“por el Espíritu Santo” (v. 2b). El Espíritu Santo es importante para Lucas. Utiliza la frase trece veces en su Evangelio y 40 veces en el libro de Hechos. El Espíritu Santo es el espíritu de Dios – la fuerza que hace todo posible. “Antes (los discípulos) habían experimentado el Espíritu a través de la presencia de Jesús. Después de Pentecostés, experimentarían a Jesús a través de la presencia del Espíritu” (Polhill, 81).

Hay ambigüedad aquí. Este versículo se podría traducir para decir que el Espíritu Santo está ligado con la selección de apóstoles en lugar de su instrucción.

Pero la mayoría de las traducciones conectan el Espíritu Santo con la enseñanza en lugar de la selección de apóstoles. Esto podría significar que la enseñanza de Jesús era autorizada por el Espíritu Santo, que descansó sobre él en su bautizo (Lucas 3:22; véase también hechos 10:38). Es probable que ésta sea la intención de Lucas.

“á los apóstoles que escogió” (v. 2b). La palabra apóstol viene de la palabra griega apostolos. Significa “enviado” o “el que es enviado.” Jesús fue enviado por el Padre (Marcos 9:37), y escogió a los apóstoles, enviándoles a continuar su obra.

Originalmente había doce discípulos – correspondientes a las doce tribus de Israel – pero la traición y muerte de Judas requirieron un reemplazo. Los apóstoles pronto se reunirán para escoger el sucesor de Judas – para volver a ser doce. Pedro delineará los requisitos. El nuevo apóstol ha de ser alguien que estuvo con Jesús desde el principio – y debe ser alguien que haya visto al Cristo resucitado (Hechos 1:21-22). Los apóstoles tendrán dos buenos candidatos para este oficio apostólico, y Dios les ayudará a escoger a Matías (Hechos 1:26).

Habrá más discípulos: Pablo (Hechos 9:1-9) – Bernabé (Hechos 14:14) – Santiago (Galatos 1:19) – y posiblemente Epafrodito, a quien Pablo llamó apostolon (Filipenses 2:25).

“A los cuales, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables(tekmerion), apareciéndoles por cuarenta días, y hablándoles del reino de Dios” (v. 3). Lucas documenta varias apariciones del Cristo resucitado. Jesús se apareció a dos discípulos camino a Emmaús (Lucas 24:13-32) – y a Pedro (Lucas 24:34) – y a los discípulos (Lucas 24:36-43). Jesús comió un pedazo de pescado asado delante de los discípulos (Lucas 24:42-43). Otras apariencias de la resurrección se relatan en Mateo 28:18-20; Juan 20:21-22; 21:15-17; 1 Corintios 15:5. Era importante que los apóstoles fueran testigos de la resurrección para que ellos pudieran testificar a los demás acerca de la resurrección.

Kistemaker compiló una lista de diez apariciones de resurrección (Kistemaker, 48):

1. Las mujeres en la tumba (Mateo 28:9-10).
2. María Magdalena (Marcos 16:9-11; Juan 20:11-18).
3. Los dos hombres de Emmaús (Marcos 16:12; Lucas 24:13-32).
4. Pedro en Jerusalén (Lucas 24:34; 1 Corintios 15:5)
5. Diez discípulos (Lucas 24:36:43; Juan 20:19-23)
6. Once discípulos (Juan 20:24-29; 1 Corintios 15:5)
7. Siete discípulos pescando en Galilea (Juan 21:1-23)
8. Once discípulos en Galilea (Mateo 28:16-20; Marcos 16:14-18)
9. Las quinientas personas (seguramente en Galilea; 1 Corintios 15:6)
10. Santiago, el hermano del Señor (1 Corintios 15:7)

“con muchas pruebas indubitables”(tekmerion) (v. 3b). Este es el único sitio en el Nuevo Testamento donde encontramos la palabra tekmerion. En otras escrituras griegas, se utiliza para describir una prueba concreta que puede persuadir a la gente de una verdad en particular.

“apareciéndoles por cuarenta días” (v. 3c). Este es el único lugar donde se especifican cuarenta días relacionados con las apariencias de Jesús a los apóstoles. El verbo sugiere que Jesús visita a los apóstoles a lo largo de cuarenta días en lugar de visitarles cuarenta días seguidos. No sabemos la frecuencia de las visitas.

Cuarenta, claro, es un número que aparece frecuentemente en ambos el Antiguo y el Nuevo Testamento. El gran diluvio duró cuarenta días y cuarenta noches (Génesis 7:4). Israel caminó por el desierto cuarenta años (Éxodo 16:35). Moisés permaneció en el Monte de Sinaí cuarenta días mientras recibía la ley (Éxodo 24:18). Jesús fue tentado en el desierto cuarenta días (Lucas 4:2). “Varias escrituras que Lucas conocía del Antiguo Testamento se refieren a cuarenta días y noches como un periodo de preparación durante el cual Dios instruye y prepara a la gente para su obra futura (e.g. Éxodo 24:12-18; 34:28; 1 Reyes 19:8)” (Wall, 40).

El Día de Pentecostés cae cincuenta días después de la Pascua, entonces, hay 10 días adicionales que contar. Tres de esos días fueron los días que Jesús estuvo en la tumba. Los demás serían los días que los discípulos dedicaron a orar en el cuarto de arriba después de la ascensión (Hechos 1:12-14).

“y hablándoles del reino de Dios” (v. 3d). El reino de Dios tiene raíces en el Antiguo Testamento, donde se consideraba el reino sobre el cual Dios reinaba. Claramente, Dios reinaba sobre los cielos – el dominio espiritual – pero enfrentó oposición demoniaca en la tierra.

Israel comprendía que Yahvé tenía dominio sobre todo (2 Crónicas 13:8; Salmo 103:19; 145:11-13; Isaías 40:18-26; Jeremías 10:7-16; Daniel 4:17; 5:21; 6:26-27), pero veía que la mayoría de naciones alababa otros dioses y no reconocía el dominio de Yahvé. Por lo tanto, Israel se veía como el pueblo de Yahvé y el reino de Yahvé en la tierra – y esperaba con anticipación al mesías, que traería un mundo más perfecto en el que Yahvé verdaderamente reinaría sobre todos.

Cuando Jesús comenzó su ministerio, Israel estaba bajo el poder de Roma, la fuerza mundial dominante. Israel esperaba la llegada del mesías, y esperaba que él la liberara de los romanos y que volviera a establecer Israel como gran nación y reino de Dios en la tierra. Jesús enfocó mucha de su enseñanza en un nuevo entendimiento del reino de Dios como algo cercano – dentro de nosotros – y aún por llegar.

“Para entender bien el “reino de Dios,” se debe anotar que ambas palabras griegas y hebreas o arameas así traducidas significan reinado en lugar de reino. Entonces, el reino de Dios ‘no es una comunidad de cristianos ni una vida interna del alma, ni un paraíso terrenal en proceso de desarrollo y en que el hombre da vida’ (G. Lundstrom, El reino de Dios en las enseñanzas de Jesús…), aunque sí puede incluir todas estas nociones. En vez, se trata de Dios actuando de su poder real, ejerciendo soberanía y, en particular, reinando para derrocar a Satanás y para la restauración de la humanidad a una relación con él” (Williams, 26).

El Evangelio de Lucas utiliza la frase “reino de Dios” 31 veces (4:43; 6:20; 7:28; 8:1, 10; 9:2, 11, 27, 60, 62; 10:9, 11; 11:20; 13:18, 20, 28-29; 14:15; 16:16; 17:20-21; 18:16-17, 24-25, 29: 19:11; 21:31; 22:16, 18; 23:51). En la mayor parte de los casos son las palabras de Jesús. En la mayor parte de los otros casos, Lucas relata a Jesús “predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios” (Lucas 8:1) o enviando a los discípulos para proclamar el reino de Dios (Lucas 9:2).

En el libro de Hechos, la frase “reino de Dios” solo se utiliza seis veces – una de ellas en este versículo. En cuatro de las otras cinco veces, los discípulos proclaman el reino de Dios (8:12; 19:8; 28:23, 31). En el caso que queda, Pablo y Bernabé alientan a los discípulos para que permanezcan fuertes en la fe, diciendo “por muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (14:22).

Obviamente, el reino de Dios es uno de los énfasis principales en la enseñanza de Jesús y del relato de Lucas de la vida de Jesús y la temprana iglesia.

HECHOS 1:4-5: ESPERAR EN JERUSALÉN LA PROMESA DEL PADRE

4Y estando juntos (griego: sunalizomenos – reunidos o comiendo juntos), les mandó que no se fuesen de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, que oísteis, dijo, de mí. 5Porque Juan á la verdad bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo no muchos días después de estos.

Y estando juntos (sunalizomenos – reunidos o comiendo juntos), les mandó que no se fuesen de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre” (v. 4a). En versículo 12, Lucas nos dice que han estado en el monte llamado Olivar, cerca de Jerusalén. En ese versículo, Lucas habla de su regreso a Jerusalén.

Jesús les manda permanecer en Jerusalén hasta “la promesa del Padre.” En el Evangelio de Lucas Jesús dijo, “Y he aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros: mas vosotros asentad en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de potencia de lo alto” (Lucas 24:49). Lucas ahora empieza a revelar la naturaleza de esa promesa – ser “bautizados con el Espíritu Santo” (1:5) y recibir “la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros” (1:8). El Espíritu Santo autorizará el testimonio de Jesús de los apóstoles.

Su espera no será en vano. Se dedicarán a orar (1:14) y escogerán a Matías para tomar el puesto de Judas como apóstol (1:15-26).

“que oísteis, dijo, de mí” (v. 4b). Lo que han oído de Jesús es que “el Espíritu Santo os enseñará… lo que será necesario decir” (Lucas 12:12; véase también 24:49). También han oído que serán bautizados con el Espíritu Santo (v. 5).

“Porque Juan á la verdad bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo no muchos días después de estos” (v. 5). Juan era un gran profeta, y anunció que su papel era preparar el camino para uno más grande que él (Lucas 3:4, 16). El bautizo de Juan era importante – tan importante que Jesús se sometió a él (Lucas 3:21-22) – pero Juan bautizaba solo con agua. Estos discípulos serán bautizados con el Espíritu Santo. Será el Día de Pentecostés en Jerusalén cuando los discípulos queden llenos del Espíritu Santo y sean autorizados para predicar en muchas lenguas (Hechos 2:4).

HECHOS 1:6-8: RECIBIRÉIS VIRTUD

6Entonces los que se habían juntado le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restituirás el reino á Israel en este tiempo? 7Y les dijo: No toca á vosotros saber los tiempos ó las sazones que el Padre puso en su sola potestad; 8Mas recibiréis la virtud (griego: dunamin) del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros; y me seréis testigos (griego: martures) en Jerusalén, en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra.

“Entonces los que se habían juntado le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restituirás el reino á Israel en este tiempo?” (v. 6). Jesús entonces presentó el tema del reino de Dios en versículo 3. Por eso, es natural que los apóstoles preguntaran del reino de Israel, que equiparan con el reino de Dios. Cuando Jesús se apareció a Cleofás y el otro discípulo en el camino a Emmaús (y antes de que le reconocieran), Cleofás dijo, “Mas nosotros esperábamos que él era el que había de redimir á Israel” (Lucas 24:21). La redención de Israel causa gran preocupación para los discípulos de Jesús.

El entendimiento de los apóstoles del reino de Dios era inseparablemente de la nación de Israel. Creían que Dios restauraría Israel a su anterior lugar de poder y prestigio, e igualaban esa restauración con el reino de Dios del que Jesús enseñaba. La promesa de Jesús que los apóstoles recibirían el don del Espíritu Santo (v. 5) les parecía el principio de esta restauración – el abrir de la puerta por la que entraría el reino. Aunque equivocados, la pregunta de los apóstoles es natural.

“No toca á vosotros saber los tiempos ó las sazones que el Padre puso en su sola potestad” (v. 7). Antes, Jesús había dicho de la llegada del reino, “Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” (Marcos 13:32). La versión de Lucas es la siguiente: “Y mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que han de venir, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:34-36a). No es sorprendente que los apóstoles se preocupen por la venida de ese día.

Jesús no les dice que Israel no será restaurado. En vez, les dice que “tiempos o sazones” son cuestiones de Dios – no suyas. Como hoy dirían los guardianes de documentos confidenciales, “No necesitas saber.” Jesús no quiere que los apóstoles se distraigan con “tiempos o sazones” cuando tienen cosas más urgentes que hacer. Quiere que se enfoquen en lo que necesitan hacer en vez de cosas que no necesitan saber.

Pero Pedro parece haber comprendido más de lo que esperábamos. Pronto, hablará de Jesús permaneciendo en el cielo “hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, que habló Dios por boca de sus santos profetas” (3:21).

“Mas recibiréis la virtud (griego: dunamin – palabra de donde procede nuestra palabra para dinamita) del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros” (v. 8a). Los apóstoles habían preguntado de la restauración del poder político de Israel (v. 6). Jesús les dice que recibirán un poder muy diferente – el poder de Dios – transmitido por el Espíritu Santo – el espíritu de Dios funcionando en la tierra y en sus vidas. El mismo Espíritu Santo que Jesús recibió al ser bautizado (Lucas 3:21-22) autorizó su ministerio terrenal. Ahora, este Espíritu Santo autorizará a sus apóstoles en Pentecostés (y billones de creyentes después de Pentecostés) para hacer lo que Jesús les pide – ser sus testigos (v. 8b).

“y me seréis testigos” (griego: martures – la palabra de donde viene nuestra palabra mártir) (v. 8b). Este tema de testificar continúa a lo largo del libro de Hechos (1:22; 2:32; 3:15; 5:32; 10:39, 41; 13:31; 22:15, 20; 23:11). El requisito para la persona que remplace a Judas como apóstol será que haya presenciado la resurrección – que haya visto al Cristo resucitado (1:22). Si no, ¿cómo podría testificar a los demás del Cristo resucitado?

En su sermón el Día de Pentecostés, Pedro se asegurará de que todos los apóstoles sean testigos de la resurrección de Jesús (2:32). Al ser confrontado por el alto sacerdote, quien se quejó de que los apóstoles querían “echar sobre nosotros la sangre de este hombre,” (5:28), Pedro volverá a relatar la muerte y resurrección de Jesús, diciendo, “Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios á los que le obedecen” (5:32).

Cuando Pedro predica a Cornelio, el centurión, dirá “Y nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo (Jesús) en la tierra de Judea, y en Jerusalén; al cual mataron colgándole en un madero. A éste levantó Dios al tercer día, é hizo que apareciese manifiesto, no á todo el pueblo, sino á los testigos que Dios antes había ordenado, es á saber, á nosotros que comimos y bebimos con él, después que resucitó de los muertos” (10:39-41).

“en Jerusalén, en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra” (v. 8c). El testimonio de los apóstoles (y los discípulos que siguieron) no se limitará a Jerusalén o Israel, pero llegará “hasta lo último de la tierra.”

• Jerusalén, claro, es la Ciudad Sagrada – el hogar del templo – el centro de la vida religiosa judía.

• Judá es el territorio o la región donde se encuentra Jerusalén.

• Samaria es el territorio justo al norte de Judá. Oír que serán testigos en Samaria sería una sorpresa. El pueblo de Judá y Galilea se considera el pueblo de Dios, y piensan de los samaritanos como apostolados.

• “lo último de la tierra” es la próxima sorpresa. Aunque muchos judíos viven dispersos por varias naciones, el pueblo judío piensa de otras naciones y los gentiles que las habitan como una forma inferior de vida. Sabe que Dios ha escogido Israel para ser su pueblo, pero suele olvidar que Dios también cuidó de los gentiles. En el pacto que hizo con Abran, Dios prometió, “Y bendeciré á los que te bendijeren, y á los que te maldijeren maldeciré: y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3). El profeta Isaías prometió “Y Jehová de los ejércitos hará en este monte á todos los pueblos convite de engordados” (Isaías 25:6), y “enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros” (Isaías 25:8). Dice que el siervo de Dios “dará juicio á las gentes” (Isaías 42:1) y será “luz de las gentes” (Isaías 42:6). Del monte sagrado de Dios dice “casa de oración será llamada de todos los pueblos” (Isaías 56:7). Ahora los apóstoles empezarán la obra por la que el Evangelio llegará a todas las naciones.

Eruditos han anotado que este versículo sirve de esquema para el resto del libro de Hechos. Los discípulos ministrarán en Jerusalén en capítulos 1-7 – y después en Judá y Samaria en capítulos 8-12 – y finalmente hasta lo último de la tierra (según su entendimiento de la tierra) en capítulos 13-28.

Entonces, los apóstoles comenzarán donde están (Jerusalén) y poco a poco esparcirán el Evangelio en círculos más grandes hasta que el mundo entero esté incluido. Este es un excelente modelo que la iglesia debe seguir hoy.

HECHOS 1:9-11: VIÉNDOLO ELLOS, FUE ALZADO

9Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado; y una nube le recibió y le quitó de sus ojos. 10Y estando con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él iba, he aquí dos varones se pusieron junto á ellos en vestidos blancos; 11Los cuales también les dijeron: Varones Galileos, ¿qué estáis mirando al cielo? este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”

“Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado; y una nube le recibió y le quitó de sus ojos” (v. 9). En este Evangelio, Lucas dio un breve relato de la ascensión (Lucas 24:51). En este relato, la ascensión parece haber tomado lugar el Día de la Pascua en Bethania. Ahora tenemos un relato algo más detallado, que incluye el testimonio de los ángeles (vv. 10-11). Este relato toma lugar cuarenta días después de la Pascua, y el lugar es el Monte de Olivos (1:12).

Ningún otro Evangelio incluye un relato explícito de la ascensión – aunque Jesús se refiere a ella en el Evangelio de Juan (Juan 6:62; 20:17) – y el apéndice del Evangelio de Marcos, que la mayoría de eruditos considera haber sido añadido después, dice, “Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y sentóse á la diestra de Dios” (Marcos 16:19).

La ascensión de Jesús le devuelve a su trono celestial a la derecha de Dios del cual vino a la tierra (Juan 1:14; Filipenses 2:5-8). Permanecerá allí hasta que regrese en la gloria (Hechos 1:11) – un cataclismo que vendrá de repente y sin aviso (2 Pedro 3:10). En el cielo, intercede por nosotros con el Padre (Romanos 8:34). Cuando regrese, “será visto de los que le esperan para salud” (Hebreos 9:28).

La ascensión de Jesús, claro, pone fin a las apariencias de resurrección.

La iglesia hoy celebra la Ascensión cuarenta días después de la Pascua (los cuarenta días incluyen el Domingo de Pascua y el Jueves de Ascensión).

Y estando con los ojos puestos en el cielo” (v. 10a). La próxima parte de la historia empieza cuando la ascensión aún está ocurriendo.

“entre tanto que él iba, he aquí dos varones se pusieron junto á ellos en vestidos blancos” (v. 10b). En el relato de Lucas acerca de la resurrección, “dos varones con vestiduras resplandecientes” aparecieron ante las mujeres que habían venido el Domingo de Pascua para ungir el cuerpo de Jesús (Lucas 24:4). En el relato de Marcos, fue “un mancebo” (Marcos 16:5), pero en los otros dos Evangelios identifican los seres en la resurrección como ángeles (Mateo 28:2; Juan 20:12). En cualquier caso, es obvio que Lucas pretende que entendamos que estos “dos varones” son mensajeros angélicos.

El número mínimo requerido para testificar según la ley judía es dos (Deuteronomio 19:15). Entonces, esa puede ser la razón por dos varones/ángeles en lugar de uno.

“Varones Galileos” (v. 11a). Judá, el hogar de Jerusalén y el templo, era el centro de la vida religiosa judía. Galilea constituía los “palos” – el más allá – un territorio distante debilitado por la presencia de tantos gentiles. Jesús nació en Belén de Judá, pero fue criado en Nazarea de Galilea. Ya hombre, hizo su hogar en Capernaum de Galilea (Mateo 4:13). Fue en Galilea que llamó a sus discípulos, y fue en Galilea que cumplió la mayor parte de su ministerio. Fue en Judá donde encontró su más fuerte oposición, y en Judá donde fue crucificado. Claro, también fue en Judá donde resucitó, y será en Judá donde los apóstoles comenzarán su ministerio el Día de Pentecostés.

Fueron “las mujeres que le habían seguido desde Galilea” las que presenciaron la crucifixión (Lucas 23:49), y fueron “las mujeres que con él habían venido de Galilea” que “vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo” (Lucas 23:55). Estas mismas mujeres son las que fueron a la tumba para ungir a Jesús el Domingo de Pascua y, por lo tanto, las primeras en saber de la resurrección de Jesús (Lucas 24:1-12). Ahora son los “varones galileos” que presencian la ascensión y que continúan el ministerio de Jesús.

“¿qué estáis mirando al cielo?” (v. 11b). Esta es la tercera vez en versículos 9-11 donde Lucas nos dice que estos apóstoles miraban hacia el cielo. Esta repetición refuerza el hecho que estos apóstoles son testigos, no solo del Cristo resucitado, pero también de su ascensión.

“este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (v. 11c). Estos mensajeros angélicos traen la promesa que el Jesús que han visto ascender a los cielos volverá a la tierra “como le habéis visto ir al cielo.” No indican cuando, pero estos apóstoles tienen una obra que cumplir entre tanto. Jesús ya les ha dado sus órdenes (1:8) – y pronto empezarán a llevarlas a cabo (Hechos 2). “Con esta ecuación entre el Cristo que vino y el Cristo que está por venir, el Cristianismo vuelve a convertirse en una religión de espera: ‘En la Resurrección vieron el final, y no el comienzo, y en la Ascensión vieron el comienzo, y no el final’” (Pelikan, 42, citando Chrysostom).

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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Copyright 2010, Richard Niell Donovan