PASAJE BÍBLICO

Filipenses 3:4b-14

RECURSOS PARA PREDICAR

Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller


EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

EL CONTEXTO GENERAL: Pablo y Silas fundaron la iglesia en Filipo.  Allí, llevaron a cabo un exorcismo para expulsar un espíritu de sortilegio de una niña sierva, lo cual resultó en una pérdida de ingresos para sus dueños.  En retaliación, los dueños de la niña convencieron a los magistrados civiles de que Pablo y Silas estaban realizando prácticas ilegales.  A causa de esto los magistrados encarcelaron a Pablo y Silas.  A la medianoche un terremoto les liberó de su celda, pero ellos permanecieron junto a su carcelero toda la noche.  A la mañana siguiente, al aprender los magistrados que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos y, por eso, no debían ser sometidos al arresto y la encarcelación que habían sufrido, se disculparon y pidieron a Pablo y Silas que abandonaran la ciudad.  Pablo y Silas lo hicieron, pero se mantuvieron en contacto con la iglesia filipense por medio de cartas y reportes (Hechos 16:11-40).  Aunque el tiempo que Pablo pasó en Filipo fue limitado, cumplió allí la mayor parte de su ministerio pastoral a través de emisarios, como Epafrodito y Timoteo – y por medio de cartas como ésta.

Pablo escribió esta carta, en parte, para agradecer a los filipenses el regalo que le habían enviado (4:10ff).  No obstante, gran parte de esta carta se compone de preocupaciones pastorales – animo, exhortaciones, y consejo.

EL CONTEXTO INMEDIATO: Una de las preocupaciones pastorales de Pablo es que cristianos filipenses aprendan de su fe y de la práctica de su fe observando a líderes cristianos, como Pablo y Silas, Timoteo, y Epafrodito – y que rechacen el consejo de “perros” y de “malos obreros” (3:2) – “enemigos de la cruz” (3:18) cuyo “dios es el vientre” (3:19).

Versículo 3:2 es el corazón del contexto para la lectura de esta epístola.  Pablo dice, “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos del cortamiento” (3:2).  ¿Quiénes son estos “perros” – estos “malos obreros”? ¿Qué es el “cortamiento”? (griego: katatomen).

• En aquel tiempo y lugar, “perros” se consideraba un insulto despreciativo y duro, a veces usado por judíos para referirse a gentiles – extranjeros – los que no gozan del favor de Dios.

• Para entender bien la frase “malos obreros,” debemos mirar el contexto – en particular la palabra “cortamiento” (katatomen).  Supuestamente, los “malos obreros” son los que están involucrados en el “cortamiento” (la falsa circuncisión).

• La palabra griega traducida como “cortamiento” es katatomen – una combinación de la preposición kata(según) y temno (cortar).  Las palabras “mutilación” o “carnicería” mejor describen el significado de la palabra katatomen.

En el Nuevo Testamento, la palabra más común para circuncisión es peritome – palabra que Pablo utiliza en el próximo versículo al decir, “nosotros somos la circuncisión” (peritome) (3:3).

El mensaje que Pablo transmite al juntar estas dos palabras – katatomen  y peritome – es que, para un hombre cristiano, katatomen es un tipo de circuncisión ilegítima – más una obra de carnicería, mientras que peritome es una circuncisión legítima.  El procedimiento quirúrgico es el mismo – la diferencia es el motivo.  Katatomen se considera obra de carnicería porque, para un hombre cristiano, la circuncisión es cirugía sin propósito.  A los cristianos no se les requiere observar la ley judía.

Recuerde que, a pesar de tener pastillas de dolor y técnicas quirúrgicas modernas hoy día, la circuncisión adulta es un procedimiento doloroso que requiere días o semanas de recuperación.  En la época de Pablo, sería extremadamente doloroso.  Si la temprana iglesia hubiera requerido circuncisión de varones gentiles, hubiera detenido a muchos hombres.  Hubiera aminorado la trasmisión del Evangelio.  Claro, si Dios quisiera que ese fuera el precio que pagar, simplemente sería el precio que pagar.  Pero no es así – Dios no requiere circuncisión – entonces la insistencia de circuncidar a varones gentiles para pertenecer a la iglesia es simplemente inaceptable.

Recuerde también que hoy día muchos padres deciden circuncidar a sus hijos – unos por motivos religiosos, pero la mayoría por otras razones.  Algunos hombres deciden circuncidarse – por varias razones.  No hay razón por que prohibir la circuncisión.  La cuestión aquí no es si la circuncisión es buena o mala – sino si la iglesia la debe exigir de hombres que desean bautizarse.

La circuncisión, claro, era algo mandado por el Tora para todo varón judío.  Era una señal indeleble de identidad judía para un hombre.

El problema para la temprana iglesia cristiana era requerir la observación de esta ley judía para poder pertenecer a la iglesia cristiana – o si requerir circuncisión de hombres gentiles que se hacían cristianos.

La muy temprana iglesia no entendía cuál era su obligación en cuanto a la observación de la ley judía.  Sin embargo, eso cambió rápidamente cuando Dios le dio a Pedro una visión de animales inmundos y le dijo, “Levántate, Pedro, mata y come.” (Hechos 10:13).  Pedro protestó diciendo que nunca había comido nada inmundo, pero Dios respondió, “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común” (Hechos 10:14).  Entonces Dios llevó a Pedro a un gentil justo llamado Cornelio junto con varios compañeros de Cornelio.  Pedro se dirigió a ellos diciendo, “Vosotros sabéis que es abominable á un varón Judío juntarse ó llegarse á extranjero; más me ha mostrado Dios que á ningún hombre llame común ó inmundo” (Hechos 10:28).  Después, “estando aun hablando Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el sermón” – ambos judíos y gentiles (Hechos 10:44).  Entonces Pedro preguntó, “¿Puede alguno impedir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?” (Hechos 10:47) – y Pedro entonces bautizó a Cornelio y a sus compañeros sin requerirles la circuncisión (Hechos 10:47-48).

Al principio de su ministerio, Pablo mandó a Timoteo circuncidarse “por causa de los Judíos que estaban en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era Griego” (Hechos 16:3).  No lo hizo porque pensaba que la circuncisión debía ser un requisito para hombres cristianos, sino para disipar cualquier obstáculo que pudiera interferir con la aceptación de Cristo por parte de los judíos.  Más adelante, aunque escribiera, “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión; sino la fe que obra por la caridad” (Gálatas 5:6), rehusó permitir que Tito fuera circuncidado basado en sus principios (Gálatas 2:3-5).

Cuando Pablo escribió esta carta a la iglesia filipense, ya era bien sabido que los cristianos no estaban sujetos a la ley judía.  Sin embargo, ciertos cristianos renegados seguían requiriendo la observación de la ley judía.  Estos cristianos renegados, entonces, son los “perros” – los “malos obreros” – los mutiladores – a quienes Pablo se refiere en Filipenses 3:2.

La cuestión fundamental es si cristianos son salvados por medio de obras de la ley judía o por la fe.  A lo largo de sus escrituras, Pablo insiste en que es la fe, no las obras, lo que nos salva.

Sabemos que la influencia de estos “malos obreros” fue significante en la iglesia en Gálata.  No sabemos lo seria que sería la amenaza en Filipo.

FILIPENSES 3:4b-6: LOS CREDENCIALES JUDÍOS DE PABLO

4Si alguno parece que tiene de qué confiar en la carne, yo más: 5Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, Hebreo de Hebreos; cuanto á la ley, Fariseo; 6Cuanto al celo, perseguidor de la iglesia (griego: ekklesia); cuanto á la justicia que es en la ley, irreprensible.

“Si alguno parece que tiene de qué confiar en la carne, yo más” (v. 4b).  Cuando Pablo habla de “confiar en la carne,” se refiere a la salvación asegurada que un hombre puede experimentar al adherirse a la ley judía – es decir, a la circuncisión.  En este versículo Pablo reta a todos los que reclaman superioridad.  Dice, “Yo tengo más razón por confiar que cualquiera de ellos.”

“Circuncidado al octavo día” (v. 5a).  Dios instituyó la circuncisión como parte del pacto que hizo con Abraham – un pacto con el que hizo de Abraham multitud de naciones – y para serle Dios a Abraham y a su semilla – y para darle a Abraham y a sus descendientes toda la tierra de Canaán para siempre (Génesis 17:6-8).  Dios le dijo a Abraham:

“Este será mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu simiente después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros.  Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros.  Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones: el nacido en casa, y el comprado á dinero de cualquier extranjero, que no fuere de tu simiente.  Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero: y estará mi pacto en vuestra carne para alianza perpetua.  Y el varón incircunciso que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será borrada de su pueblo; ha violado mi pacto.” (Génesis 17:10-14).

Entonces, la primera explicación por la confianza de Pablo es que él fue circuncidado cuando tenía ocho días, de acuerdo a la ley judía.  Ser circuncidado a los ocho días mostraba que Pablo había cumplido con la ley judía desde el comienzo de su vida.  Nadie que hubiera sido circuncidado más tarde en la vida se podría comparar con eso.

“del linaje de Israel” (v. 5b).  Pablo es judío por nacimiento.  Los que insisten en requerir adhesión a la ley judía abogan por la circuncisión de quienes se conviertan a la fe cristiana.  La circuncisión, según ellos, invitaría a esos conversos a ser parte del pueblo de Dios.  Pablo, sin embargo, no necesitaba que nadie le invitara a entrar en el pueblo de Dios.  Nació dentro de él.

“de la tribu de Benjamín” (v. 5c).  José y Benjamín eran los únicos hijos de Jacobo y Raquel.  Raquel era la esposa preferida de José, y José y Benjamín eran sus hijos preferidos.  Usted recordará la historia de la capa de muchos colores que Jacobo le dio a José – y la ira de los hermanos de José por el estatus especial que José disfrutaba – y los hermanos vendiéndole a José a la esclavitud aprovechándose de que una caravana pasaba cerca.  Con José fuera de la situación, Benjamín se convirtió en el preferido de Jacobo.  Véase Génesis 42-44 para ver una historia conmovedora de José y Benjamín cuando José se encontraba como segundo al Faraón en Egipto.

La tribu de Benjamín ocupaba un pequeño territorio justo al norte de Judea – bastante cerca de Jerusalén.  Rutas de comercio entre Judea y las otras tribus pasaban por Benjamín.  Saúl, el primer rey de Israel, era de la tribu de Benjamín, y Abner, también de la tribu de Benjamín, una figura significante en la transferencia del reinado a David.  Cuando las tribus del norte formaron su propia alianza después de la muerte de Salomón, Benjamín permaneció aliado con Judea.  Moisés había dicho de Benjamín, “El amado de Jehová habitará confiado cerca de él: Cubrirálo siempre, y entre sus hombros morará” (Deuteronomio 33:12).

Sería una exageración decir que la tribu de Benjamín era la más importante de las doce – pero sí era importante.  Pablo está orgulloso de poder trazar su linaje a la tribu de Benjamín.

“Hebreo de Hebreos” (v. 5d).  La palabra griega del Nuevo Testamento Hebraios es una transliteración de la palabra hebrea del Antiguo Testamento ‘ibriy (hebreo).  La palabra “Hebreo” primero se usó para identificar a “Abram el Hebreo” (Génesis 14:13), y seguramente se derivaba del nombre Eber, uno de los antepasados de Abram (Génesis 10:21).  En Egipto, la palabra “Hebreo” se usaba para describir la etnicidad de José (Génesis 39:14) – también aparece en Génesis, Éxodo, y 1 Samuel para hablar de los israelitas (Génesis 40:15; 41:12; 43:32; Éxodo 1:15-16, 19, 22, etcétera. Véase también Jeremías 34:9, 14).

“En el Nuevo Testamento, los hebreos son los judíos de Palestina que hablaban en hebreo o arameo, a quienes les pertenece el idioma y el país de sus antepasados; la verdadera semilla de Abraham en oposición al Hellenistai…, los helenistas o los judíos que hablaban griego y que nacieron fuera de Palestina. Véanse 2 Corintios 11:22; Filipenses 3:5.  En Hechos 6:1, son cristianos hebreos, no helenistas” (Zodhiates, 495).

Pablo clama ser hebreo nacido de padres hebreos y haber sido educado en hebreo y arameo.  Por lo tanto, la herencia hebrea de Pablo va mucho más allá que su circuncisión.  Se puede trazar a sus genes, su herencia familiar, su crianza, su idioma, y al tiempo que lleva practicando la fe hebrea.

“cuanto á la ley, Fariseo” (v. 5e – véase Hechos 23:6; 26:5).  Los fariseos formaban un grupo de judíos laicos y prominentes en la comunidad, conocido por su estricta observación de la ley – y por su intento de requerir que los demás hicieran lo mismo.  El historiador Josephus caracteriza a los fariseos como la secta principal entre los judíos – los expertos en la interpretación de la ley judía.

No debemos perder de vista que hay mucho que elogiar de los fariseos.  Tomaban en serio las leyes religiosas que Dios les había encomendado.  Sinceramente querían complacer a Dios y obedecer sus mandamientos.  Ejercían su liderazgo para alentar a su nación a observar la voluntad de Dios.  Algunos de ellos aún se negaban a prometer su lealtad al Rey Herodes – supuestamente porque eso iría en contra de su lealtad a Dios – y algunos de ellos fueron martirizados por sus creencias.  Hay mucho que admirar de ellos.

Pero los fariseos se encontraban entre los enemigos más inextricables de Jesús.  El Nuevo Testamento a menudo los caracteriza como hipócritas – culpables de dos pecados significantes.  El primero, su enfoque en las pequeñeces de la ley mientras ignoraban los temas más importantes, como la justicia y la compasión.  El segundo, buscar el honor personal a través de ostentosas muestras de piedad en público.

Pero debemos recordar que algunos fariseos pensaban bien de Jesús.  Nicodemo, un fariseo, se acercó a Jesús por la noche (Juan 3) y después le defendió ante el Sanedrín (Juan 7:50-52).  También contribuyó gran cantidad de especias caras para el entierro de Jesús (Juan 19:39-40).  José de Arimatea, un fariseo, proveyó el lugar para enterrar a Jesús y atendió a su cuerpo después de la crucifixión (27:57-60).  Gamaliel, un líder fariseo, aconsejó al Sanedrín que tuvieran cuidado al juzgar a los discípulos de Jesús, no fuera que se encontraran en conflicto con la voluntad de Dios (Hechos 5).

Saúl (el nombre de Pablo antes de hacerse cristiano) era fariseo.  No hay pruebas de que buscara su propio honor a través de obras públicas de piedad, pero sí era bastante fervoroso.

“Cuanto al celo, perseguidor de la iglesia” (griego: ekklesia) (v. 6a).  Saúl había estudiado bajo Gamaliel, un importante erudito fariseo (Hechos 22:3).  En su carta a la iglesia gálata dijo, “Y aprovechaba en el Judaísmo sobre muchos de mis iguales en mi nación, siendo muy más celador que todos de las tradiciones de mis padres” (Gálatas 1:14).

Saúl se involucró en la ejecución del mártir cristiano Esteban (Hechos 7:58; 8:1), y se convirtió en un ferviente perseguidor de cristianos (Hechos 8:1-3; 9:1-2).  Debemos recordar que hizo estas cosas porque estaba convencido de que los cristianos alejaban a la gente de la religión – y porque pensaba que hacía lo que Dios quería.  Su papel de perseguidor de cristianos era resultado de su celo fariseo.

En el Nuevo Testamento, la palabra ekklesia a menudo se traduce “iglesia.”  Es la combinación de dos palabras griegas – ek, preposición que significa “fuera” y kaleo, verbo que significa “llamar.”  Los griegos usaban la palabra ekklesia para referirse a las asambleas – grupos de gente reunida.  Los primeros cristianos se apropiaron de la palabra ekklesia para hablar de la iglesia.  Con esta palabra se referían a personas que habían sido llamadas por Dios a salir de este mundo y entrar en una comunidad santa.  En aquel tiempo, estos primeros cristianos eran influenciados por el LXX (el Septuagésimo – la traducción griega del Nuevo Testamento), donde la palabra ekklesia a veces se refería al pueblo de Israel.

“cuanto á la justicia que es en la ley, irreprensible” (v. 6b).  ¿Qué es justicia?  En el Antiguo Testamento (particularmente en el Libro de Isaías), justicia tiene más que ver con una relación justa que con adhesión a la ley del Tora.  Obediencia a la ley es importante, pero solo en lo que refleja la verdadera devoción a Yahvé.  Si una persona está en una buena relación con Yahvé, esa persona también establecerá relaciones cariñosas con los demás, en particular con personas vulnerables, como las viudas, los huérfanos, y los pobres.  La ley tiene provisiones especiales para el cuidado de estas personas (Levítico 22:13; Deuteronomio 14:28-29; 16:10-11, 14; 24:17:22, Isaías 1:17), pero los que siguen la ley al pie de la letra en lugar de dejarla brotar como devoción a Yahvé son aptos a esquivar sus obligaciones hacia los menos afortunados (Isaías 1:23; Ezequiel 22:7; Job 22:9; 24:21; Salmo 94:6).

Aunque la ley judía estaba repleta de reglas para prácticamente cada situación, tres tipos de observación caracterizaban al devoto judío: circuncisión, lealtad a las reglas dietéticas judías, y observación del sábado y otros días santos.  Aunque Pablo no especifica lo que quiere decir con irreprensible, seguramente se refiere a su fiel observación de esas tres categorías.  En el caso de Pablo, la lealtad nació de una relación correcta con Dios.

Claro, cuando Pablo clama haber sido sin culpa, se refiere a su manera de pensar antes de haberse encontrado con Cristo camino a Damasco (Hechos 9).  Después de hacerse cristiano, se dio cuenta de que su lealtad a la ley había sido incompleta – entonces dice, “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10) – y se caracteriza a sí mismo como uno de los principales pecadores (1 Timoteo 1:15).  Describe su lucha con el pecado de esta manera:

“Porque lo que hago, no lo entiendo; ni lo que quiero, hago; antes lo que aborrezco, aquello hago.  Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.  De manera que ya no obro aquello, sino el pecado que mora en mí.  Y yo sé que en mí (es á saber, en mi carne) no mora el bien: porque tengo el querer, mas efectuar el bien no lo alcanzo.  Porque no hago el bien que quiero; mas el mal que no quiero, éste hago.  Y si hago lo que no quiero, ya no obro yo, sino el mal que mora en mí.  Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: Que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios: Mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo á la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte? Gracias doy á Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo á la ley de Dios, mas con la carne á la ley del pecado” (Romanos 7:15-25).

FILIPENSES 3:7-12: GANANCIAS Y PÉRDIDAS

7Pero las cosas que para mí eran ganancias (griego: kerdos), helas reputado pérdidas (griego: zemia)por amor de Cristo.8Y ciertamente, aun reputo todas las cosas pérdida por el eminente (griego:hyperecho) conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y téngolo por estiércol (griego: skubala), para ganar á Cristo, 9Y ser hallado en él, no teniendo mi justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 10A fin de conocerle, y la virtud de su resurrección, y la participación (griego: koinonia) de sus padecimientos, en conformidad (griego:summorphou) á su muerte, 11Si en alguna manera llegase á la resurrección de los muertos. 12No que ya haya alcanzado (griego: elebon – de lambano), ni que ya sea perfecto (griego: teteleiomai – de teleioo); sino que prosigo (griego: dioko), por ver si alcanzo aquello para lo cual fui también alcanzado de Cristo Jesús.

“Pero las cosas que para mí eran ganancias (griego: kerdos), helas reputado pérdidas (zemia) por amor de Cristo” (v. 7).  Aquí Pablo usa palabras que cualquier banquero puede apreciar – ganancias y pérdidas.  La palabra kerdos significa ganancia o beneficio.  La palabra zemia significa pérdida.

Lo que Pablo describe aquí es un mundo al revés – un mundo en el que Jesús ha cambiado todos los precios.  Las cosas que antes eran caras ahora son baratas, y viceversa.  Las cosas que Pablo antes codiciaba ya no son importantes para él.  El Cristo al que perseguía se ha convertido en su salvación.  Esto concuerda con las Grandes Inversiones del Nuevo Testamento:

• Inversión es un tema principal del Magníficat de María (Lucas 1:46-55).

• Jesús dijo, “Mas muchos primeros serán postreros, y postreros primeros” (Mateo 19:30; véase también Mateo 20:16; Marcos 9:35; 10:31, 44; Lucas 13:30).

• En la Parábola de los Obreros de la Viña, el último en ser contratado fue el primero en ser pagado – y los que trabajaron por corto plazo recibieron el mismo pago que los que trabajaron todo el día (Mateo 20:1-16).

• Es una gran inversión que Pablo, quien una vez insistía en la adhesión a la ley judía, ahora considera “malos obreros” a los que insisten en la circuncisión (3:2).

“Y ciertamente” (v. 8a).  Estas palabras conectan versículo 8 con versículo 7, y de nuevo enfatizan la inquietud en los valores de Pablo después de conocer a Cristo.

“aun reputo todas las cosas pérdida por el eminente (hyperecho –excelencia o superioridad)conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (v. 8b).  Thomas Chalmers, el gran pastor escocés, predicó un sermón titulado “El poder expulsivo de un nuevo anhelo.” En ese sermón, dijo que hay dos maneras de librarse de un anhelo inútil (como, por ejemplo, el amor por cosas terrenales):

• La primera manera sería concentrarse en la inutilidad de ese anhelo.  Sin embargo, Chalmers dice que esto pocas veces funciona, ya que casi nunca persuade a alguien a rechazar a su anhelo inútil.  Esto lo vemos en nuestra actualidad.  No es probable que un alcohólico deje de tomar como resultado de una obsesión con los efectos dañinos de su adicción.  Es más probable que se arrepienta – que se sienta culpable – y que jure que nunca más tomará otra gota de alcohol.  Sin embargo, si hasta ahí llega su terapia, esa persona seguramente va a seguir tomando y emborrachándose.

• La segunda manera sería desarrollar un nuevo anhelo – uno útil – para que el anhelo nuevo y útil desubique al anterior e inútil.  Chalmers dice que este método es mucho más efectivo para ayudar a una persona a dejar atrás algo que no vale nada.  También hemos visto esto.  Si un alcohólico ha de librarse de su adicción, seguramente lo hará al adquirir un nuevo anhelo.  Puede ser una amistad formada en Alcohólicos Anónimos – o una nueva fe en Cristo.  Una vez que la persona desarrolla una costumbre o anhelo nuevo y merecedor, esto a menudo le ayuda a liberarse de su anhelo previo e inútil.

Pablo dice que ha experimentado algo así.  Ha experimentado la “eminencia” (hyperecho – excelencia o superioridad) de conocer a Cristo como Señor, y que las cosas que antes apreciaba ya no tienen poder sobre su corazón.

“por amor del cual lo he perdido todo, y téngolo por estiércol (skubala), para ganar á Cristo” (v. 8c).  Pablo dice que, después de ver a Cristo resucitado en camino a Damasco (Hechos 9) – y de experimentar la gracia en manos de Dios – su nuevo anhelo brilla tan brillantemente que sus costumbres y deseos anteriores e inválidos desaparecen en la oscuridad.  Ni siquiera los echará de menos.  Es más, está contento de verlos marchar.

La palabra griega skubala literalmente significa algo que se tira a los perros, pero en uso común llegó a significar varias cosas inútiles y sin valor, como la basura o el estiércol.  Las cosas que una vez le parecían a Pablo tan preciosas ahora parecen basura o estiércol.  Ya no tienen ningún poder para atrapar su corazón.

“para ganar á Cristo” (v. 8d).  Anote el contraste entre las palabras “perdido” en versículo 8c y la palabra “ganar” en esta parte del versículo.  Sí, Pablo perdió algo al hacerse cristiano – pero sus ganancias superan la pérdida.

La mañana que yo escribía esta exégesis, leí una historia verídica en CNN en línea.  El título del artículo era “La secretaria estadounidense que se convirtió en rey: El trayecto de una mujer a la realeza.”  Se trataba de Peggielene Bartels, una mujer que nació en Ghana pero que emigró a los Estados Unidos hace unos treinta años.  Todos estos años ha trabajado como secretaria en la embajada de Ghana.

En 2008 le sonó el teléfono de madrugada.  Cuando levantó el receptor oyó a su primo decirle que su tío – el anterior rey de Otuam (una aldea de unos 7,000 habitantes) – había muerto, y que los ancianos de la aldea la habían escogido a ella para ser su nuevo rey – no reina – sino rey.  Aunque se quedó asombrada ante la posibilidad de convertirse en rey, aceptó el honor.  Ahora sigue trabajando en la embajada de Ghana y vive en los Estados Unidos la mayor parte del año – pero pasa festivos en Ghana tratando de mejorar la vida de sus conciudadanos.  Todas las mañanas llama por teléfono a la una de la madrugada para saber qué está pasando en Otuam y para dispensar consejo.

Ser escogida rey resultó ser mucho trabajo – y seguramente le costó gran parte de sus recursos financieros – pero esto no le importa a Rey Peggy.  Dice, “Me doy cuenta de que en este mundo todos tenemos una vocación y debemos estar listos para aceptarla.  Ayudar a mi gente me ha ayudado mucho a mi para saber cómo tocar sus vidas de verdad.”  Añade, “si no hubiera aceptado esta vocación me hubiera arrepentido muchísimo.”

http://www.cnn.com/2013/01/31/world/africa/king-peggy-otuam-ghana/index.html?hpt=wo_t4

Observamos este tipo de espíritu cuando Pablo dice que acepta con alegría la pérdida de las cosas que una vez quería tanto, para poder abrazar a Cristo Jesús como Señor.

“Y ser hallado en él” (v. 9a).  “Él” en este versículo es el “Cristo” de versículo 8.  “En él” se iguala a “en Cristo,” una frase que Pablo usa a menudo.  Algunos ejemplos son:

• Cristianos “siendo justificados gratuitamente por su gracia (de Jesús) por la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24).

• Cristianos que “somos bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte.  Porque somos sepultados juntamente con él á muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida” (Romanos 6:3-4).

• Debemos considerarnos “de cierto muertos al pecado, más vivos á Dios en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:11).

• Cristianos son “santificados en Cristo Jesús” (1 Corintios 1:2).

• Pablo describe a los cristianos de Corintio “como á niños en Cristo” (1 Corintios 3:1).

• “Porque así como en Adam todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:22).

• Dios “en Cristo Jesús, y manifiesta el olor de su conocimiento por nosotros en todo lugar” (2 Corintios 2:14).

• “en Cristo reconciliando el mundo á sí, no imputándole sus pecados” (2 Corintios 5:19).

• “Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3:26).

• “No hay Judío, ni Griego; no hay siervo, ni libre; no hay varón, ni hembra: porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28).

Entonces, ser “en Cristo,” significa una relación completa con Jesucristo – una relación que tiene el poder de salvar.  Este tipo de relación incluye ser justificado (hecho justo) gracias a, y no por ningún logro personal.  Esto nos hace iguales al pie de la cruz.  Por eso “no hay siervo, ni libre; no hay varón, ni hembra.”  Cuando somos “en Cristo,” no hay lugar para orgullo porque todos hemos recibido el mismo don.

“no teniendo mi justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (b. 9b).  Los comentarios arriba de versículo 6 también aplican a este versículo acerca de la justificación.

Pablo contrasta la justificación de la ley judía con la justificación de Dios:

• La justificación que viene de la ley judía es una “justificación propia” – un logro personal e individual ganado por mantener los estándares de Dios.  El problema, como se explica en los comentarios de versículo 6, es que violamos los estándares de Dios una y otra vez.  Eso era un problema para los primeros judíos.  También era un problema para Pablo (Romanos 7:15-25; 1 Timoteo 1:15) y lo es para nosotros hoy.

• La justificación que es “de Dios” no es ningún logro personal, sino algo entregado por Dios a base de nuestra fe.  Es un regalo de Dios (Romanos 3:24; 5:16; 6:23).

“A fin de conocerle, y la virtud de su resurrección” (v. 10a).  En versículo 8, Pablo presenta la idea del “conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.”  En ambos el Antiguo y Nuevo Testamento, conocer suele requerir relaciones personales – ésa es la idea aquí.

Conocer a Cristo, para Pablo, es mucho más de lo que unos llaman “conocimiento de cabeza.” También es “conocimiento de corazón.”  Es el conocimiento total que una madre tiene de su hijo – incluye ambos intelecto y emociones – es más, empuja el intelecto y las emociones hasta sus límites.  Buenas madres quieren saber lo que pasa en las vidas de sus hijos – lo que el hijo aprende en la escuela – los problemas que enfrenta – los nombres de sus amigos y algo de sus personalidades – molestias físicas que pueden limitarle – todo.

Este es el tipo de conocimiento al que Pablo aspira aquí.  Quiere conocer a Cristo – conocer el poder de la resurrección – conocer sus sufrimientos – conocer a Cristo plenamente según sea capaz.

No es sorprendente que Pablo quisiera conocer el poder de la resurrección de Cristo.  En fin y al cabo, como dice en 1 Corintios 15, la resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra resurrección.  La victoria de Cristo sobre la muerte también es victoria nuestra.

“y la participación (koinonia) de sus padecimientos” (v. 10b).  Muchos cristianos hoy día conocen esta palabra, koinonia – aun los que no tienen ningún conocimiento de griego.  La usamos para hablar de grupos de koinonia – grupos pequeños que se reúnen regularmente en la iglesia para animarse en la fe.  Grupos que suelen ser íntimos, y en los que se forman amistades profundas y perdurables.

Cuando Pablo habla de querer conocer “la koinonia de los padecimientos de Cristo,” de nuevo se refiere al “conocimiento del corazón” tanto como el “conocimiento de la cabeza.”  Conocer la koinonia del sufrimiento de Cristo es entender las dificultades que vivió Jesús en la tierra y las que sufrió en la cruz.  Muestra la voluntad de Pablo para entrar en esos sufrimientos hasta donde sea necesario.  Pablo no es ningún masoquista, pero ha sufrido palizas, naufragios, y varias otras cosas a causa de su testimonio por Cristo – es más, aquí está escribiendo desde una celda (1:12-14).  Pablo piensa de su sufrimiento personal como otra marca de identificación con el Cristo que sufrió por él.

“en conformidad (summorphou) á su muerte” (v. 10c).  La palabra griega summorphou es una combinación de syn (con) y morphe (forma).  Aquí habla de su vida tomando la forma del Cristo crucificado.

Al escribir esto, Pablo no está seguro hasta donde llegará su encarcelación.  Puede llevarle a su muerte.  Aunque no busca la muerte, de nuevo describe la posibilidad de morir como marca de su identidad en Cristo.  Anteriormente en esta carta dijo:

“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
Mas si el vivir en la carne, esto me será para fruto de la obra,
no sé entonces qué escoger;
Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho,
teniendo deseo de ser desatado, y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor:
Empero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros” (1:21-24).

Debemos dejar claro que, aunque algunos cristianos morirán como mártires, para la mayoría de cristianos ese no es el caso.  Es posible llevar vidas de sacrificio que reflejan el espíritu de Cristo que murió en la cruz.  Es posible vivir por otros – amar a otros con amor agape, amor que pone el bienestar de otros primero.  Es posible rendir testimonio a la vida de Cristo, su amor, su muerte, y su resurrección.  Hacer estas cosas es vivir conforme a la muerte de Cristo.

En su carta a los romanos, Pablo habló de lo que significa vivir conforme a la muerte de Cristo.  A quienes dirían, “¡Perseveraremos en pecado para que la gracia abunde!”  Pablo responde:

“En ninguna manera. Porque los que somos muertos al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús,
somos bautizados en su muerte?
Porque somos sepultados juntamente con él á muerte por el bautismo;
para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre,
así también nosotros andemos en novedad de vida.
Porque si fuimos plantados juntamente en él á la semejanza de su muerte,
así también lo seremos á la de su resurrección:
Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre juntamente fué crucificado con él,
Para que el cuerpo del pecado sea deshecho,
á fin de que no sirvamos más al pecado.
Porque el que es muerto, justificado es del pecado.
Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;
Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere:
la muerte no se enseñoreará más de él.
Porque el haber muerto, al pecado murió una vez;
mas el vivir, á Dios vive.
Así también vosotros, pensad que de cierto estáis muertos al pecado,
mas vivos á Dios en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:1-11).

“Si en alguna manera llegase á la resurrección de los muertos” (v. 11).  Aunque versículos 10c y 11 estén separados en esta exégesis, permítame unirlos aquí de nuevo.  Pablo dice,
“en conformidad á su muerte (de Cristo) si en alguna manera llegase á la resurrección de los muertos.”

Es decir, Pablo pretende vivir conforme a la muerte de Cristo – y, si es necesario, morir una muerte conforme a la de Cristo – para así también ser conforme a su resurrección.

“No que ya haya alcanzado” (elebon – de lambano) (v. 12a).  Pablo ha dicho que aún no ha elebon(alcanzado, obtenido, encontrado) algo. ¿Qué es ese algo? ¿Qué falta? Lo que falta son las cosas que menciona en versículos 10-11: Conocer a Cristo y el poder de su resurrección; participar en los padecimientos de Cristo; ser conforme a la muerte de Cristo; y, particularmente, alcanzar la resurrección de los muertos. Cuando Pablo aceptó a Cristo, empezó el proceso de obtener todas estas cosas – pero ese proceso no estará completo hasta que Cristo transforme la muerte de Pablo en resurrección.  Pablo dice:

“Mas nuestra vivienda es en los cielos;
de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
El cual transformará el cuerpo de nuestra bajeza,
para ser semejante al cuerpo de su gloria,
por la operación con la cual puede también
sujetar á sí todas las cosas” (3:20-21).

“ni que ya sea perfecto” (teteleiomai – de teleioo) (v. 12b).  La palabra griega teleioo se refiere a terminar algo – el fin de algo – crecer hasta madurar – lograr una meta.  El trayecto de fe de Pablo aún no ha llegado a su destino final – y no llegará hasta el día de su propia resurrección.  Está en camino – sabe cuál es su destino – pero debe continuar el trayecto en esta vida por el momento.

“sino que prosigo (dioko), por ver si alcanzo aquello para lo cual fui también alcanzado de Cristo Jesús” (v. 12c).  La palabra griega dioko es una palabra de “persecución a corta distancia,” una palabra que significa “esforzarse por alcanzar algo.”  Puede ser procesar o perseguir o localizar – anote la energía implícita en cada uno de estos verbos.  Aquí significa perseguir con esfuerzo –  definición que también conlleva energía.  Pablo dice que él sigue adelante con energía y determinación hasta que llegue a su meta.

¿Cuál es la meta que Pablo persigue? Es, “aquello para lo cual fui también alcanzado de Cristo Jesús” (v. 12c).  Es el “premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús” (v. 14).

Con esto surge el tema de fe versus obras.  En otro lugar, Pablo enfatiza que no podemos ser salvados por nuestras obras (Romanos 3:27-28; 4:1-5; 11:6; Gálatas 2:16; 3:2, 10).  La salvación nos viene solo a través de la gracia – como don de Dios.  No podría ser de otra manera, porque encontraba imposible llevar una vida sin pecado (Romanos 7:14-24).

No obstante, en este versículo, Pablo enfatiza la importancia de seguir esforzándose hacia adelante.  Esto implica que, para él, sus acciones tienen un papel importante en su salvación.

A veces tratamos la fe y las obras como si por alguna razón se encontraran opuestas una a la otra – pero Pablo, el principal abogado de la salvación por la fe – dice “los injustos no poseerán el reino de Dios. No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los robadores, heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10).

Pablo también dice, “Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis la concupiscencia de la carne.” Dice que las obras de la carne son: “adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, banqueteos, y cosas semejantes á éstas” y nos avisa que “los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Dice que los frutos del Espíritu son: “caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” y nos invita a vivir, no según la carne, sino según el Espíritu (Gálatas 5:16-26).

Muchos cristianos seguramente podrían discutir la relatividad de la fe versus obras hasta que llegue el Reino, pero Pablo piensa que las dos son importantes.  Me gusta como lo dice Early Palmer.  Dice:

“Corremos la carrera, no con intención de llegar a ser parte del equipo,
sino por el hecho de que ya somos parte del equipo” (Palmer, 360).

FILIPENSES 3:13-14: UNA COSA HAGO – PROSIGO AL BLANCO

13Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome á lo que está delante, 14Prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación (griego: klesis) de Dios en Cristo Jesús.

“Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haberlo ya alcanzado” (v. 13a).  Pablo tiene una buena imagen de su propio estatus con Dios.  Antes dijo, “Si alguno parece que tiene de qué confiar en la carne, yo más” (v. 4b) – y continuó dando las razones por que eso es verdad (vv. 5-6).

Sin embargo, aquí dice, “no hago cuenta de haberlo ya alcanzado.” ¿Alcanzado qué? Alcanzado, “el eminente conocimiento de Cristo Jesús” (v. 8).  Alcanzado “la virtud de su resurrección y la participación de sus padecimientos” (v. 10).  Alcanzado “aquello para lo cual fui también alcanzado de Cristo Jesús” (v. 12c).  Alcanzado “al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús” (v. 14).

“pero una cosa hago” (v. 13a).  En el texto griego no existe la palabra “hago.” Una traducción literal simplemente sería “una cosa.”  Varias traducciones añaden “hago” intentando reproducir el sentido del original.

En cualquier caso, en este versículo, el enfoque agudo de Pablo en cuanto a “una cosa” encaja bien con la facilidad con que antes contó todo como “pérdidas por amor de Cristo” (v. 7) – y su esfuerzo por “ver si alcanzo aquello para lo cual fui también alcanzado de Cristo Jesús” (v. 12).  Pablo puede separar lo que es importante de verdad – y enfocar toda su atención y energía en ello.  No permite distracciones.

“olvidando ciertamente lo que queda atrás” (v. 13c).  Una regla general de escribir es que para enfatizar algo, no se puede enfatizar todo.  Si ponemos todo el texto en negrilla no enfatizamos nada.  Para enfatizar un punto principal tenemos que seleccionar – hacer la mayor parte del texto común y corriente y seleccionar con cuidado lo que queremos enfatizar.

En una carrera pedestre, los corredores saben que no deben sucumbir a la tentación de mirar atrás para ver quién se les acerca.  Cada vez que miran hacia atrás les cuesta energía – les aminora el paso aunque sea por fracciones – y les puede costar la victoria.

Pablo aplica aquí los mismos principios.  Prefiere olvidarse de “lo que queda atrás” – lo que pasó ayer – los logros de ayer – los pecados de ayer.  Ayer ya está fuera de alcance.  Pablo deja que ayer quede atrás – olvidado.

En su libro, Crecer espiritualmente, E. Stanley Jones habla del presidente de una universidad a quien alguien le preguntó cómo podía seguir enfrentando la crítica que muchos presidentes de universidades tienen que soportar.  Dijo, “Yo solo sigo adelante y dejo que los disparos caigan detrás.” ¡Un plan excelente!

Sí, los logros de ayer y los pecados de ayer eran importantes entonces – y continúan resonando en nuestras vidas hoy.  Sin embargo, la persona que pasa demasiado tiempo sacando brillo a trofeos de ayer seguramente no ganará otro trofeo hoy o mañana.  La persona que se abandona a la culpa de ayer seguramente no tendrá la energía para confrontar los retos de hoy – o para reconocer las oportunidades de mañana.  Debemos tener cuidado de no dejar que nuestro pasado nos supere el presente – que sabotee nuestro futuro.  Pablo está consciente de ese peligro, y no está dispuesto a caer en esa trampa.

“y extendiéndome á lo que está delante” (v. 13d).  La imagen aquí es de Pablo inclinado hacia delante para llegar a su meta.  Un corredor en una carrera difícil no ganará si corre inclinado hacia atrás – ni siquiera si corre recto.  Una postura que se inclina hacia “lo que está delante” le ayudará a ganar la carrera.  Pablo aplica este principio a su vida.  Corre la carrera de la vida inclinado hacia delante – enfocado en la meta final.

Prosigo al blanco” (v. 14a).  Como se anota arriba en el comentario de versículo 12c, la palabra griegadioko es una palabra de “persecución a corta distancia,” y de “esforzarse por alcanzar algo.”  Pablo no está deambulando sin prisa.  Se esfuerza hacia delante con cada onza de energía que tiene para lograr su meta.
al premio de la soberana vocación (klesis) de Dios en Cristo Jesús” (v. 14b).  Pablo usa esta misma imagen en su primera carta a la iglesia corintia:

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos á la verdad corren,
mas uno lleva el premio?
Corred de tal manera que lo obtengáis” (1 Corintios 9:24).

En esa carta habla de corredores que ejercen auto disciplina “para recibir una corona corruptible; mas nosotros, incorruptible” (1 Corintios 9:25).  En esta carta a los filipenses, define esa corona incorruptible como “el premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.”

Gente en los tiempos de Pablo usaba la palabra klesis al hablar de una invitación a una cena o algún otro evento especial.  Hay diferentes niveles para estas invitaciones.  Por ejemplo, mucha gente consideraría una invitación a cenar con el presidente en la Casa Blanca más importante que ser invitado por un amigo a compartir una taza de té.  Ser invitado a un crucero de lujo con todo pagado en las Bahamas sería más valioso que ser invitado a ir a pescar truchas.

La mayoría de la gente considera estas cosas premios de alta calidad (cenar en la Casa Blanca o un crucero en las Bahamas) – marcas de buena suerte o de buen político.  Invitaciones como éstas inspiraran envidia cuando se entregan a otros – y alegría cuando somos nosotros los que las recibimos.

Aquí Pablo habla de la mejor invitación de todas – la llamada “de Dios en Cristo Jesús.”  La verdad es que Pablo había experimentado esta llamada de manera inusual en su encuentro con Jesús camino a Damasco (Hechos 9:1-21).  Cegado por una luz brillante, oyó una voz que le llamaba, “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Pablo dijo, “¿Quién eres, Señor?” El Señor respondió, “Yo soy Jesús á quien tú persigues.”

Esto fue solo el comienzo de la llamada de Pablo.  Dios le pidió hacer tres viajes de misionero para fundar numerosas iglesias – para servir de apóstol a los gentiles – y para escribir cartas que hoy forman casi la mitad del Nuevo Testamento.  Sería imposible sobre estimar la importancia de las escrituras de Pablo acerca de doctrina cristiana.  Su vida fue definitivamente una vida bien vivida.

Claro que la llamada de Pablo no fue toda luz y dulzura.  Se encontró en la cárcel muchas veces – esta carta la escribe desde su celda.  Fue golpeado con franjas y barras, y apedreado.  También sufrió naufragios.  A menudo se encontró en peligro – en ríos, con ladrones, judíos, y gentiles.  Se encontró en peligro en ciudades y en el campo y en el mar.  Sufrió hambre, sed, frío, y desnudez (2 Corintios 11:23-27).

PERO – y no debemos olvidar la importancia de esto – PERO Pablo había visto al Cristo resucitado – y había experimentado el poder del Espíritu Santo obrando en su vida – y había disfrutado de la mano guiadora de Dios.  Sabía que gozaba del favor de Dios – y que su vida tenía significado que iba mucho más allá de lo que se podría calcular – y que Dios le había preparado un lugar para él después de su muerte.  Por lo tanto, Pablo consideraba su llamada un premio – una llamada de suma importancia – algo por lo que merecía la pena vivir y, si fuera necesario, morir.

Tampoco debemos olvidarnos de esto: Cuando Pablo dijo “olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome á lo que está delante, prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús” (v. 14), modelaba el tipo de vida a la que Dios llama a cada uno de nosotros.  No todos podemos ser apóstoles.  No todos podemos escribir libros del Nuevo Testamento.  La mayor parte de nosotros nunca fundará una nueva iglesia.  Pero Dios nos llama a cada uno con una llamada diferente.  Por eso, haríamos bien en dejar el pasado atrás – haríamos bien en inclinarnos hacia el futuro – “al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.”

 

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html.  Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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