PASAJE BÍBLICO

Éxodo 17:1-7

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

Esta historia es una de varias en las que los israelitas que se quejaron de Moisés:

• Con el Mar Rojo por delante y los soldados egipcios acercándose por detrás, los israelitas se quejaron que Moisés les había sacado de la esclavitud en Egipto solo para morir en el desierto – diciendo que hubiera sido mejor haber permanecido esclavos (14:11-12).

• Entonces, en Mara, se quejaron porque el agua estaba amarga (15:24).

• Se quejaron que debían haberse quedado en Egipto donde tenían bastante que comer, porque en el desierto pasaban hambre (16:2-3).

En cada uno de estos casos, Yahvé les dio lo que necesitaban. Sin embargo, parece que aún no han aprendido que Yahvé está con ellos y que proveerá por ellos. Nunca aprendieron a confiar en Yahvé – o en los siervos de Yahvé, Moisés y Aarón. Nunca aprendieron la lección de la fe.

En Números 20:1-3 hay una historia parecida (véase también Salmo 78:15-16) – pero hay diferencias importantes entre esa historia y ésta. En la historia de Números, Yahvé le dijo a Moisés que le hablara a la roca en vez de darle con la vara. Pero aquí Moisés pegó la piedra con la vara en lugar de hablarle, y como consecuencia de su desobediencia, se le negó entrar a la Tierra Prometida.

Pablo menciona esta historia en su primera epístola a los corintios. Dice que los israelitas “todos comieron la misma vianda espiritual; Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la piedra espiritual que los seguía, y la piedra era Cristo. Mas de muchos de ellos no se agradó Dios; por lo cual fueron postrados en el desierto” (1 Corintios 10:3-5).

La “comida espiritual” de Pablo es una referencia obvia al maná, comida física de una fuente espiritual. La referencia a la “pierda espiritual,” equiparada con Cristo, es más complicada. Las escrituras hebreas a menudo se refieren a Dios como una piedra (Génesis 49-24; Deuteronomio 32:4, Salmos 18:31; 62:2, etcétera). Pablo no solo aplica la metáfora a Cristo, pero también dice que Cristo estaba con los israelitas en el desierto. Su punto principal, sin embargo, es que la desobediencia de los israelitas fue la causa de su castigo. Escribe a la iglesia en Corintio, la cual tiene miembros culpables de muchos pecados, y les alienta para que no repitan el error que cometió Israel – el pecado de Israel.

ÉXODO 17:1-3. Y NO HABÍA AGUA PARA QUE EL PUEBLO BEBIESE.

1Y toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin, por sus jornadas, al mandamiento de Jehová, y asentaron el campo en Rephidim: y no había agua para que el pueblo bebiese. 2Y altercó (hebreo: rib) el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis á Jehová? 3Así que el pueblo tuvo allí sed de agua, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed á nosotros, y á nuestros hijos y á nuestros ganados?

“Y toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin, por sus jornadas, al mandamiento de Jehová” (v. 1a). El desierto de Sin se encontraba entre Elim y Sinaí (16:1), pero no conocemos su ubicación exacta. La palabra Sin en “el desierto de Sinaí” puede estar relacionada a la palabra hebrea para Sinaí, pero no tiene nada que ver con la palabra “sin” (pecado) en inglés. No debemos confundir el desierto de Sin con el desierto de Zin, que también aparece en el Antiguo Testamento.

Viajar por jornadas les daría a los israelitas tiempo para descansar y refrescarse. En cada parada necesitarían una fuente de agua significante, ya que la gente y los animales requieren grandes cantidades de agua cada día – demasiada para cargar.

“y asentaron el campo en Rephidim: y no había agua para que el pueblo bebiese” (v. 1b). Rephidim es el último lugar para acampar antes de llegar al monte de Sinaí, entonces el monte debe estar cerca. Se han sugerido varios lugares para ambos sitios pero su ubicación es incierta.

En Mara, el agua estaba amarga (15:23). En Rephidim, no hay agua. Este es un problema muy serio. La gente y los animales necesitan grades cantidades de agua y no pueden sobrevivir mucho tiempo sin ella. Por lo tanto se trata de vida o muerte.

“Y altercó (rib) el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua que bebamos” (v. 2a). La palabra rib, a veces se traduce como “suplicar” o “esforzarse” o “enfrentarse” o “reprender” o “debatir.” A menudo se usa en sentido legal para describir una queja formal. En este caso, la gente presenta su queja ante Moisés, exigiendo que les de agua para beber. Salmo 95:8 lo describe como el endurecer de sus corazones (igual que se endureció el corazón de Faraón).

En versículo 7, la palabra rib se incorpora a la palabra Meribah.

“Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis á Jehová?” (v. 2b). Moisés, sin embargo, les hace ver que su queja no es contra él, sino contra Yahvé. Moisés es solo el siervo de Yahvé, y ha hecho lo que Yahvé le ha pedido.

“Así que el pueblo tuvo allí sed de agua, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed á nosotros, y á nuestros hijos y á nuestros ganados?” (v. 3). Para nosotros es fácil criticarles, ya que raras veces hemos sentido lo que es tener sed de verdad y nunca nos hemos visto en peligro de muerte por la falta de agua. Además de nunca haber estado en su situación, los últimos capítulos nos han recordado que Yahvé les salvó una y otra vez en situaciones desesperantes. Deberían entender que ahora Yahvé lo hará de nuevo – pero no lo hacen. Si nuestras bocas estuvieran secas y nuestros hijos clamaran por un poco de agua, también nosotros nos podríamos olvidar de la providencia de Dios.

Pero tenemos que equilibrar estas preocupaciones con el hecho de que Yahvé ha salvado a los israelitas – no una vez ni dos, sino múltiples veces. Tienen causa para temer – pero también tienen razón para tener fe.

Esta gente le acusa a Moisés de haberla sacado de Egipto para matarla. Quizá cuestionen sus motivos tanto como su liderazgo. Moisés, como agente de Dios, les ha traído la salvación de Yahvé una y otra vez. Sin embargo, cuando están sufriendo, pierden la fe en que Dios les salve de nuevo.

ÉXODO 17:4-7. HERIRÁS LA PEÑA

4Entonces clamó Moisés á Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? de aquí á un poco me apedrearán. 5Y Jehová dijo á Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara, con que heriste el río, y ve: 6He aquí que yo estoy delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y herirás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel. 7Y llamó el nombre de aquel lugar Massah (hebreo: massa) y Meribah (hebreo: meriba), por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron á Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, ó no?

“Entonces clamó Moisés á Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? de aquí á un poco me apedrearán” (v. 4). Como suele hacer en momentos de crisis, Moisés recurre a Yahvé para que le ayude. Pregunta qué es lo que debe hacer, porque teme que la gente le apedree. Apedrear es tirarle piedras al culpable hasta que muera.

Tenemos que recordar que esto es antes de haberse entregado la ley judía, pero este pasaje se habría documentado después de entregarse la ley. La ley prescribe el apedrear como castigo por varias ofensas capitales, como la idolatría y la blasfemia. Si Moisés fuera culpable de causar la muerte de estas personas intencionalmente, apedrearle parecería un castigo apropiado. Sin embargo, ése no es el caso. Moisés simplemente está cumpliendo las órdenes de Yahvé.

“Y Jehová dijo á Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara, con que heriste el río, y ve” (v. 5). En una situación peligrosa, nuestra inclinación natural es luchar o huir. Yahvé le dice a Moisés que no haga ninguno de los dos. Ha de ponerse ante ellos y reafirmar su estatus como su líder. Ha de llevarse a los ancianos con él, tanto para confirmar su liderazgo como para testificar el milagro que está a punto de ocurrir. Ha de tomar la vara que Yahvé les ha dado a él y a Aarón para usarla de maneras milagrosas (4:1-6; 7:10-12; 8:5-7, 16-17; 9:23; 10:13; 14:15-31).

“He aquí que yo estoy delante de ti allí sobre la peña en Horeb” (6a). Horeb es el lugar donde Moisés encontró la zarza ardiente y donde comenzó su obra como agente de Yahvé (3:1-6).

La palabra hebrea horeb significa “región desolada” o “ruina.” Sinaí y Horeb son nombres diferentes para la misma montaña. “Cuando aparece una distinción, la montaña misma es Sinaí y el desierto que la rodea se designa como Horeb” (Harrison & Hoffmeier, 526). Esto puede confundir, porque esta gente no llegará a Sinaí hasta capítulo 19. Sin embargo, si Horeb es la región y Sinaí es la montaña, podría ser que han llegado a la región de Horeb pero no a la montaña.

Yahvé dice que estará en la peña que Moisés ha de herir. Quizá es que Yahvé estaría sobre la peña para guiarle a Moisés hacia ella – pero se apartaría antes de que Moisés le diera con la vara. No parecería bien que Moisés pegara la peña donde se encontraba Yahvé. Pero los detalles no están claros.

“y herirás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel” (v. 6b). Como se anota arriba, en el relato de Números Moisés tenía que haberle hablado a la peña pero, en vez, le da con la vara. Por esto fue castigado por su desobediencia. En este relato, Yahvé le manda pegar la roca y Moisés obedece. Los ancianos son testigos del milagro.

“Y llamó el nombre de aquel lugar Massah (massa – prueba) y Meribah (meriba – discusión), por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron á Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, ó no?” (v. 7). En otros lugares, Massah y Meribah suelen aparecer por separado (Números 20:13; 20:24; Deuteronomio 6:16; 9:22; Salmo 106:32; Ezequiel 47:19; 48:28). En dos versículos aparecen juntos aunque ambos versículos parecen indicar dos lugares diferentes (Deuteronomio 33:8; Salmo 95:8). Parece que este versículo une los nombres de dos lugares para ilustrar la tendencia de los israelitas para probar y discutir con Yahvé.

Como se anota arriba, la palabra, rib, a menudo se traduce como “rogar” o “intentar” o “enfrentarse” o “reprender” o “debatir.” Es el centro de la palabra traducida meriba (Childs).

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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Copyright 2012, Richard Niell Donovan