PASAJE BÍBLICO

Éxodo 16:02-15

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

Yahvé liberó a los israelitas de su esclavitud en Egipto, y les dirigió al desierto como columna de nube durante el día y columna de fuego durante la noche (13:17-22). La nube y el fuego eran señal para el pueblo de Israel de la presencia de Dios entre ellos.

Los egipcios, sin embargo, que habían dejado libres a los israelitas, ahora cambian de opinión al darse cuenta de que los israelitas les facilitaban muchísimo trabajo barato (14:5). Entonces, Faraón salió detrás de ellos con su ejército – para capturarles y devolverles a Egipto.

Cuando los israelitas llegaron a la orilla del Mar Rojo, con el mar ante ellos y los soldados egipcios a sus espaldas, se quejaron ante Moisés, “¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué lo has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir á los egipcios? Que mejor nos fuera servir á los egipcios, que morir nosotros en el desierto” (14:11-12). Moisés, en cambio, les aseguró diciendo, “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis quedos” (14:14). Yahvé hizo exactamente eso – luchó por ellos, como vemos en la historia conocida del ejército egipcio ahogándose en el Mar Rojo (14:15-30). Como resultado, “el pueblo temió á Jehová, y creyeron á Jehová y á Moisés su siervo” (14:31).

A pesar de esto, cuando los israelitas llegaron a Mara donde el agua era amarga, de nuevo se quejaron con Moisés, diciendo, “¿Qué hemos de beber?” (15:24). Cuando Moisés clamó al Señor, Yahvé le dijo que pusiera un pedazo de árbol en el agua. Moisés lo hizo, y el agua se endulzó y la gente pudo beber (15:25a).

Entonces Yahvé prometió, “Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, é hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído á sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié á los Egipcios te enviaré á ti; porque yo soy Jehová tu Sanador” (15:26).

Los israelitas continuaron su camino hasta Elim, donde había una docena de arroyos y setenta palmeras – un oasis abundante en medio del desierto (15:27). Desde allí, en “los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto,” continuaron al desierto de Sin, entre Elim y Sinaí (16:1), acampando a orillas del Mar Rojo por el camino (Números 33:10). Como salieron de Egipto el quince del primer mes (12:6, 51), llevan un mes caminando.

La palabra Sin en “el desierto de Sin” puede estar relacionada a la palabra hebrea para Sinaí, pero no tiene nada que ver con nuestra palabra “sin” (pecado) en inglés. Tampoco debemos confundir el desierto de Sin con el desierto de Zin, que también aparece en el Antiguo Testamento.

Números 11 relata una historia parecida, pero distinta. En esa historia, que toma lugar en Taberah, la gente ya estaba recibiendo maná, y se quejó, “¡Quién nos diera á comer carne! Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los cohombros, y de los melones, y de los puerros, y de las cebollas, y de los ajos” (Números 11:4-5). El Señor contestó su queja dándoles carne durante un mes – carne abundante – “hasta que os salga por las narices, y os sea en aborrecimiento: por cuanto menospreciasteis á Jehová que está en medio de vosotros” (Números 11:20). El Señor trajo codornices – codornices que cubrieron toda la región y medían dos codos (seis pies – 2 metros) de profundidad. Cuando comieron las codornices, muchos de ellos se enfermaron y murieron (Números 11:31-34).

ÉXODO 16:2-3 TODA LA CONGREGACIÓN MURMURÓ CONTRA MOISÉS

2Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró (hebreo: liyn) contra Moisés y Aarón en el desierto; 3Y decíanles los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos á las ollas de las carnes, cuando comíamos pan en hartura; pues nos habéis sacado á este desierto, para matar de hambre á toda esta multitud.

“Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto”(v. 2). Este capítulo “relata la decepción que puede sentir una persona de fe al darse cuenta de que ser salvado no significa necesariamente que toda dificultad desaparece. El camino a la Tierra Prometida primero atraviesa el desierto” (Hoezee, 92).

Esta queja no es la de unos cuantos descontentos, sino de todo el pueblo de Dios. Como se anota arriba, los israelitas se quejaron en Mara de la calidad del agua, y Dios respondió dándoles agua buena y llevándoles a un bello oasis. Ahora su queja parece revelar que se han olvidado de que Yahvé les liberó de la esclavitud – y les salvó en el Mar Rojo – y les dio agua fresca en Mara. Pero quizá esperan que Yahvé responda a su queja de manera favorable igual que hizo con sus otras quejas.

Parece que los israelitas se quejan contra Moisés y Aarón, porque ellos son los líderes visibles – los que les han llevado hasta este lugar. Sin embargo, Moisés pronto dejará claro que su queja es verdaderamente contra Yahvé (vv. 7-8).

“Y decíanles los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos á las ollas de las carnes, cuando comíamos pan en hartura” (v. 3a). Este es un caso grave de memoria distorsionada – lo que pasa a menudo cuando gente comienza a recordar “los buenos tiempos.” Como esclavos en Egipto, habían sido oprimidos de muchas maneras – aunque no parece que les faltara comida. Seguramente habían disfrutado de mejor comida en Egipto que la que tienen en el desierto. Sería imposible alimentar a tanta gente en el desierto sin un milagro.

“pues nos habéis sacado á este desierto, para matar de hambre á toda esta multitud” (v. 3b). Acusan a Moisés y Aarón de ser líderes desastrosos – con tantos fallos que su débil nación se encuentra amenazada – líderes tan malos que amenazan con matarles a todos. Parece que les acusan a Moisés y Aarón de algo aún más serio – de llevarles a la ruina deliberadamente.

Sabemos que los israelitas “despojaron á los egipcios” al salir de Egipto (12:36) – llevándose plata y oro y vestidos (12:35). También se llevaron “ovejas, y ganados muy muchos” (12:38). Pero seguramente mataban las ovejas más rápidamente de lo que se podrían remplazar. Al ver disminuirse sus rebaños, también verían acercarse su desaparición.

En el pasado, cuando leía esta historia solía decir, “¡Esos israelitas! ¿Nunca aprenderán?” Pero al preparar esta exegesis, me di cuenta de que no tenía hambre – y no podía recordar la última vez que sentí hambre. Los israelitas tenían hambre, un hambre desesperante – y no sabían de donde vendría su próxima comida. Cuando podamos sentir hambre verdadera, entenderemos mejor a estos israelitas.

El hambre es primordial – nos hiere en la parte más profunda de nuestro ser. Si nos pasamos una comida tenemos hambre. Nos pasamos un día sin comer y tenemos mucha hambre. Si nos pasáramos una semana sin comer sería desesperante. Un mes sin comer nos arriesgaría la vida. No sabemos cuantas comidas se han perdido estos israelitas, pero sabemos que tienen suficiente hambre para pensar que sus vidas peligran.

Para entender mejor su problema, considere esto. Yahvé le pidió a Moisés tomar un censo en Sinaí, poco después de los eventos de nuestro texto. Según ese censo, había seiscientos tres mil, quinientos cincuenta hombres de veinte años o más – listos para luchar en una guerra – sin contar levitas (Números 1:45-46). Si damos por hecho que los levitas forman la doceava parte de la población, el número total de hombres adultos en las doce tribus sería más de seis cientos cincuenta mil. Sabemos que los israelitas tenían familias numerosas, porque Faraón había considerado su rápido crecimiento una amenaza para el Egipto (Éxodo 1:9). Aun pensando en una familia normal de cuatro, seis cientos cincuenta mil hombres sería una población total de dos millones y medio de personas – aproximadamente la población de Chicago o Houston. Imagine la cantidad de comida que haría falta para alimentar a esa cantidad de personas.

Yo vivo en una ciudad de veinticinco mil personas. Para alimentarnos tenemos cuatro supermercados grandes – además de varias tiendas pequeñas, más media docena de restaurantes de comida rápida y varios restaurantes tradicionales (nuestra guía telefónica, que incluye varios pueblos, tiene sesenta y seis páginas de restaurantes). Para alimentar a dos millones y medio de personas abría que multiplicar por cien todos estos recursos.

Si esto no basta para entender bien la situación, imagínese llevar a un grupo de veinticinco jóvenes a un campamento aislado por una semana. ¿Cuánta comida habría que llevar para alimentarlos durante una semana? Multiplique eso por cien mil para llegar a la cantidad de comida que haría falta para alimentar a los israelitas por una semana.

Aunque el número de israelitas sea inexacto, podemos empezar a entender la seriedad de su preocupación.

Decir que hubieran preferido morir bien alimentados en Egipto es una hipérbole (una exageración para hacer un punto). No querían morir en Egipto y no quieren morir en el desierto. Solo quieren comida para aliviar el hambre. Cualquiera que se haya perdido unas cuantas comidas puede entender esta preocupación.

ÉXODO 16:4-8. OS HARÉ LLOVER PAN DEL CIELO

4Y Jehová (Hebreo: YHWY – Yahvé) dijo á Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y cogerá para cada un día, para que yo le pruebe si anda en mi ley, ó no. 5Mas al sexto día aparejarán lo que han de encerrar, que será el doble de lo que solían coger cada día. 6Entonces dijo Moisés y Aarón á todos los hijos de Israel: A la tarde sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto: 7Y á la mañana veréis la gloria (hebreo: kebod) de Jehová; porque él ha oído vuestras murmuraciones contra Jehová; que nosotros, ¿qué somos, para que vosotros murmuréis contra nosotros? 8Y dijo Moisés: Jehová os dará á la tarde carne para comer, y á la mañana pan en hartura; por cuanto Jehová ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra él: que nosotros, ¿qué somos? vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová.

“Y Jehová (YHWY – Yahvé) dijo á Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo” (v. 4a). Yahvé responde a esta queja de la comida de manera muy parecida a como antes respondió a la queja del agua en Mara (15:24-25). En ese caso, Yahvé le dijo a Moisés lo que tenía que hacer para endulzar el agua y hacerla potable. En este caso, le promete a Moisés que hará “llover pan del cielo” para alimentarlos.

Anote que la comida aquí se llama “pan,” como en versículos 12 y 15. Recibirá su nombre, Maná, en versículos 31ff.

“y el pueblo saldrá, y cogerá para cada un día, para que yo le pruebe si anda en mi ley, ó no” (v. 4b). Yahvé da estas instrucciones para dejar claro que habrá más pan del cielo del que necesitarán durante un día. Aun así, solo deben recoger el pan necesario para un día. Al requerirles que solo recojan pan para un día, Yahvé les pone a prueba. ¿Obedecerán, o caerán en la tentación de recoger más de lo que necesitan para un solo día?

“y cogerá para cada un día” (v. 4b). En el Nuevo Testamento, Jesús les enseñará a sus discípulos a rezar por su “pan de cada día” (Mateo 6:11; Lucas 11:13). Supuestamente la inspiración para esa oración viene de esta provisión del pan diario para los israelitas.

“Mas al sexto día aparejarán lo que han de encerrar, que será el doble de lo que solían coger cada día” (v. 5). Deben recoger el doble en el sexto día para tener comida para el santo sábado (véase también 16:22). Sus preocupaciones se dividen en tres partes:

• Primero, Yahvé comprende que necesitan comida, y también la necesitan el santo sábado. Entonces, cubre sus necesidades.

• Segundo, deben honrar el santo sábado sin trabajar, y recoger Maná sería trabajo.

• Tercero, esto es una prueba para ver si obedecen a Yahvé o si van a caer en la tentación de recoger más de lo que necesitan.

Esta es la primera vez que se menciona la restricción de actividad durante el santo sábado. La ley del santo sábado aún no ha sido entregada – esto ocurrirá dentro de poco en Sinaí (20:8-11). Aquí Yahvé prepara la ley del santo sábado y, más adelante, aumentará su significado en Sinaí.

“Entonces dijo Moisés y Aarón á todos los hijos de Israel: A la tarde sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto” (v. 6). El maná es un regalo durante la mañana pero, en versículo 8, aprenderemos que las codornices serán el regalo durante la noche.

Moisés y Aarón les recuerdan a los israelitas que la provisión diaria que Yahvé les da es para que se acuerden una y otra vez de que “Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto.” El pueblo de Israel ha demostrado que necesita que alguien le recuerde repetidas veces que Yahvé está con ellos y que ha prometido salvarles. Yahvé les salvó en el Mar Rojo y en Mara. Ahora lo recordarán una y otra vez – cada vez que se sientan a comer.

A menudo he pensado que Dios nos creó con la necesidad de comer a diario para recordarnos, múltiples veces, que Dios cuida por nuestras necesidades, y para recordarnos que la comida, que tan fácilmente damos por hecho es, de verdad, bendición de Dios – una bendición diaria –que se repite tres veces al día.

En nuestra cultura, mucha gente ya no come con su familia, y mucho menos bendice la comida en familia. Esto es, en parte, porque muchas familias no tienen fundación religiosa. Sin embargo, vivimos en un mundo muy desarrollado en el que dependemos de muchos sistemas complejos para alimentarnos (agricultura, fabricación, transporte, marketing). Estos sistemas son frágiles, y hay gente peligrosa (terroristas y poderes nucleares del tercer mundo) a quien le encantaría desbaratarlos. Todavía podríamos ver el día en que no daremos por hecho nuestra comida.

“Y á la mañana veréis la gloria (kebod) de Jehová” (v. 7a). La palabra kebod se usa a menudo para hablar de la gloria de Dios – un aura asociada con la apariencia de Dios que revela su majestad al ser humano. Escritores bíblicos, al tratar de describir la gloria de Dios con palabras humanas, lo describen como “un fuego abrasador” (Éxodo 24:17). Cuando Moisés pidió ver la gloria de Dios, Dios contestó, “No podrás ver mi rostro: porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33:20) – pero Dios continuó, “He aquí lugar junto á mí, y tú estarás sobre la peña: Y será que, cuando pasare mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado: Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro” (Éxodo 33:21-23). La gloria de Dios es tan grande que el ser humano no está diseñado para sobrevivirla. Una comparación puede ser tocar una línea eléctrica de algo voltaje. Sería demasiado. No lo aguantaríamos.

Entonces, cuando Moisés les dice que verán la gloria de Yahvé, escuchamos una leve amenaza. Pero, en este caso, no presenciamos la amenaza como ocurre en Números 11.

“porque él ha oído vuestras murmuraciones contra Jehová; que nosotros, ¿qué somos, para que vosotros murmuréis contra nosotros?” (v. 7b). Moisés vuelve a enfatizar que sus quejas, aunque aparentemente dirigidas hacia él y Aarón, son realmente quejas contra Yahvé. No tendría sentido que se quejaran contra Moisés y Aarón, porque, “¿qué somos?” Ellos solo cumplen con lo que Yahvé les ha mandado hacer.

“Y dijo Moisés: Jehová os dará á la tarde carne para comer, y á la mañana pan en hartura; por cuanto Jehová ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra él: que nosotros, ¿qué somos? vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová”(v. 8). Pero de nuevo, Moisés enfatiza que sus quejas van contra Yahvé.

Esta es la primera vez que oímos “á la tarde carne para comer.” Versículo 13 nos dice que la carne son las codornices que vienen por la noche.

ÉXODO 16:9-12. ACERCAUS Á LA PRESENCIA DE JEHOVÁ

9Y dijo Moisés á Aarón: Di á toda la congregación de los hijos de Israel: Acercaos á la presencia de Jehová; que él ha oído vuestras murmuraciones. 10Y hablando Aarón á toda la congregación de los hijos de Israel, miraron hacia el desierto, y he aquí la gloria de Jehová, que apareció en la nube. 11Y Jehová habló á Moisés, diciendo: 12Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel; háblales, diciendo: Entre las dos tardes comeréis carne, y por la mañana os hartaréis de pan, y sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios.

“Y dijo Moisés á Aarón: Di á toda la congregación de los hijos de Israel: Acercaos á la presencia de Jehová; que él ha oído vuestras murmuraciones” (v. 9). Moisés ha sido el portavoz de Yahvé. Ahora le pide a Aarón que lo sea.

Aarón debe decirles a los israelitas “Acercaos á la presencia de Jehová.” “Esta expresión normalmente se refiere a un acto de alabanza” (Janzen). Al reunirse en presencia de Yahvé, muestran que están dispuestos a oír lo que Yahvé tiene que decirles.

“Y hablando Aarón á toda la congregación de los hijos de Israel, miraron hacia el desierto, y he aquí la gloria de Jehová, que apareció en la nube” (v. 10). Yahvé les ha estado guiando en forma de una columna de nube durante el día y de fuego por la noche. Cuando se reúne la congregación, ve “la gloria de Jehová, que apareció en la nube.” Véanse los comentarios acerca de la gloria del Señor en versículo 7a.

“Y Jehová habló á Moisés, diciendo” (v. 11). Supuestamente, la gente se ha reunido en presencia del Señor, como Aarón había dicho, pero el Señor dirige sus comentarios a Moisés.

“Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel; háblales, diciendo: Entre las dos tardes comeréis carne, y por la mañana os hartaréis de pan, y sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios” (v. 12). Además de la mención de las ollas de carnes en versículo 3, no hemos oído ni una queja en esta historia de la falta de carne. De todos modos, como se anota arriba, en una historia parecida en Números 11, la gente se quejó específicamente por la falta de carne.

De todos modos, Yahvé promete carne por la noche y pan por la mañana. No solo tendrán ambos carne y pan, pero Yahvé promete que quedarán satisfechos de pan (no necesariamente de carne). Esto también es para que se den cuenta de “que yo soy Jehová vuestro Dios.”

ÉXODO 16:13-15. UNA COSA MENUDA COMO UNA HELADA SOBRE LA TIERRA

13Y venida la tarde subieron codornices que cubrieron el real; y á la mañana descendió rocío en derredor del real. 14Ycomo el rocío cesó de descender, he aquí sobre la haz del desierto una cosa menuda, redonda, menuda como una helada sobre la tierra. 15Y viéndolo los hijos de Israel, se dijeron unos á otros: ¿Qué es esto? (hebreo: man hu) porque no sabían qué era. Entonces Moisés les dijo: Es el pan que Jehová os da para comer.

“Y venida la tarde subieron codornices que cubrieron el real; y á la mañana descendió rocío en derredor del real” (v. 13). Ahora Yahvé empieza a cumplir sus promesas. Por la noche, las codornices cubren el campo. Esta es la última vez que se mencionan codornices en el libro de Éxodo, pero (junto con la historia en Números 11), Salmo 105:40 dice, “Pidieron, é hizo venir codornices; Y saciólos de pan del cielo.” Esta frase, “pan del cielo,” es generalmente sinónimo del maná en vez de las codornices. No hay ninguna otra mención de las codornices en el Antiguo o el Nuevo Testamento. Esto sugiere que las codornices que aparecen aquí vinieron una sola vez, en comparación con el maná, que aparece repetidas veces en ambos testamentos.

Por la mañana hay una capa de rocío alrededor del campamento. La capa de rocío no es maná. El maná aparece cuando el rocío se evapora.

“Y como el rocío cesó de descender, he aquí sobre la haz del desierto una cosa menuda, redonda, menuda como una helada sobre la tierra” (v. 14). Esta es la primera vez que aparece el maná (pero esta sustancia redonda no recibe su nombre hasta versículo 31). Algunos eruditos, intentando racionalizar que el maná ocurrió por causas naturales, sugieren que el maná era una secreción de insectos – y sí hay insectos en ese desierto que secretan una sustancia dulce. No obstante, aunque Yahvé hubiera podido proveer por ellos por medios naturales, esta historia revela que lo hizo por medios milagrosos. Aunque podía haberles dado comida haciendo que millones de insectos secretaran toneladas de sustancia dulce cada día durante cuarenta años, ¿por qué hacerlo? Es más probable que Dios simplemente hablara su palabra fuerte, y maná llegó a ser.

Pero el punto principal (revelado en la escritura) es que Yahvé cuida a su pueblo. El punto secundario (que no se revela en la escritura), es la manera en que Yahvé lo hace, lo cual es simplemente conjetura.

Este versículo nos dice que maná era “una cosa menuda, redonda, menuda como una helada sobre la tierra.”

• Versículo 16 nos dice que Yahvé mandó que la gente recogiera un gomer por cabeza por día. Versículo 36 nos dice que un gomer es la décima parte de un epha. No estamos seguros de ninguna de las dos medidas. Cálculos aproximados de un epha oscilan entre medio celemín (20 litros) y un celemín (40 litros). Entonces, un gomer sería aproximadamente entre dos y cuatro litros. No se prohíbe que familias dividan el maná de forma desigual – es decir, un niño puede recibir menos de un gomer por día y sus sobras pasan a algún adulto.

• Versículos 17-18 nos dicen que algunos recogieron más de un gomer por persona y otros menos. Esto no tuvo malas consecuencias a no ser que trataran de guardar lo para el día siguiente.

• Versículo 20 nos dice que algunas personas trataron de guardar el maná hasta el día siguiente, pero “crió gusanos, y pudrióse.”

• Versículo 21 nos dice que cuando el sol calentó, el maná se derritió.

• Versículo 23 nos dice que la gente podía cocer o hervir el maná. Números 11:8 nos dice que podían molerlo en molinos o morteros y hacer tortas.

• Versículo 31 dice que la gente lo llamó maná – y que “era como simiente de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel.” Números 11:8 describe el sabor de las tortas como “sabor de aceite nuevo.”

• Versículos 32-34 relatan que Yahvé mandó a Moisés guardar un gomer de maná para futuras generaciones. Moisés y Aarón obedecieron esta orden.

• Versículo 35 dice que los israelitas comieron maná durante cuarenta años en el desierto. Josué 5:12 dice que el maná cesó “desde que comenzaron á comer del fruto de la tierra” en la Tierra Prometida.

Y viéndolo los hijos de Israel, se dijeron unos á otros: ¿Qué es esto? (man hu) porque no sabían qué era” (v. 15a). Versículo 31 dice que la gente lo llamó maná (hebreo: man). Aparentemente, este nombre está relacionado con la pregunta, “¿Qué es esto?” (hebreo: man hu).

“Entonces Moisés les dijo: Es el pan que Jehová os da para comer” (v. 15b). Moisés podía haberles dicho los ingredientes de la sustancia o la manera en que Yahvé la creó. Pero Moisés va al grano – el maná es pan (comida) regalada por Yahvé para nutrirles.

REFERENCIAS A MANÁ EN EL NUEVO TESTAMENTO: Maná se menciona tres veces en el Nuevo Testamento:

• En Juan 6:31-33, poco después de usar los cinco panes de cebada y dos peces para alimentar a cinco mil personas, Jesús le recordó a la multitud que sus antepasados habían comido maná en el desierto – como fue escrito, “Pan del cielo les dio á comer.” También dijo que no fue Moisés el que le dio a la gente pan del cielo, sino “mi Padre” (Juan 6:32). Dijo, “Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo” (6:33). Cuando la multitud le pidió a Jesús que le diera ese pan siempre (Juan 6:34), Jesús contestó, “Yo soy el pan de vida: el que á mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35).

• Hebreos 9:4 menciona que en el arca del pacto había una urna de oro con maná que Yahvé le había mandado guardar a Moisés para conmemorar el evento (Éxodo 16:32-34).

• En Apocalipsis 2:17, Jesús promete a los de Pergamo, “Al que venciere, daré á comer del maná escondido.” “El maná escondido representa a Jesucristo, el Pan de Vida que bajó del cielo (Juan 6:48-51). Es subtenencia espiritual para aquéllos que ponen su fe en Él” (MacArthur acerca de Apocalipsis 2:17).

Cristianos a veces han conectado el regalo de mamá por parte de Yahvé a Israel con Jesús dando la Cena del Señor a la iglesia. Maná cuidaba por las necesidades físicas del pueblo de Israel, pero ambos maná y la Cena del Señor cuidan por sus necesidades espirituales.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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• En Juan 6:31-33, poco después de usar los cinco panes de cebada y dos peces para alimentar a cinco mil personas, Jesús le recordó a la multitud que sus antepasados habían comido maná en el desierto – como fue escrito, “Pan del cielo les dio á comer.” También dijo que no fue Moisés el que le dio a la gente pan del cielo, sino “mi Padre” (Juan 6:32). Dijo, “Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo” (6:33). Cuando la multitud le pidió a Jesús que le diera ese pan siempre (Juan 6:34), Jesús contestó, “Yo soy el pan de vida: el que á mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35).

• Hebreos 9:4 menciona que en el arca del pacto había una urna de oro con maná que Yahvé le había mandado guardar a Moisés para conmemorar el evento (Éxodo 16:32-34).

• En Apocalipsis 2:17, Jesús promete a los de Pergamo, “Al que venciere, daré á comer del maná escondido.” “El maná escondido representa a Jesucristo, el Pan de Vida que bajó del cielo (Juan 6:48-51). Es subtenencia espiritual para aquéllos que ponen su fe en Él” (MacArthur acerca de Apocalipsis 2:17).

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Copyright 2012, Richard Niell Donovan