PASAJE BÍBLICO

Éxodo 14:10- 31

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

El libro de Éxodo relata la opresión de los israelitas en Egipto (1:8-22), y los primeros años de Moisés (capítulo 2). Entonces sigue con el episodio de la zarza ardiente en el que Yahvé le dice a Moisés que ha oído el clamor de los israelitas y ha decidido liberarles – y que Yahvé ha escogido a Moisés para confrontar a Faraón y sacar a los israelitas de Egipto (3:1-12). Faraón se negó a dejarles ir, entonces Yahvé trajo diez plagas sobre Egipto (capítulos 7-12).

Después de la muerte de los primogénitos egipcios (la décima plaga), Faraón le dijo a Moisés y a Aarón que se llevaran al pueblo israelita y que dejaran Egipto (12:31-32). Cuando la gente se preparaba para huir (12:33-40 – 13:2), Yahvé le dio a Moisés instrucciones para celebrar la Pascua (12:43-51) – y Moisés instruyó a su pueblo de la Celebración del Pan sin Leudar (13:3-10) y de la consagración del primer nacido (13:11-16). Entonces salieron de Egipto, guiados por columnas de nube y fuego (13:17-22).

Pero entonces Yahvé endureció el corazón de Faraón, y Faraón lideró un ejército de “seiscientos carros escogidos, y todos los carros de Egipto” (14:7) y persiguió a los israelitas. “Siguiéndolos, pues, los Egipcios, con toda la caballería y carros de Faraón, su gente de á caballo, y todo su ejército, alcanzáronlos asentando el campo junto á la mar, al lado de Pihahiroth, delante de Baalzephón” (14:9).

ÉXODO 14:10-14. EL SEÑOR SALVARÁ ISRAEL

10Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí los Egipcios que venían tras ellos; por lo que temieron en gran manera, y clamaron los hijos de Israel á Jehová. 11Y dijeron á Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué lo has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?

12¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir á los egipcios? Que mejor nos fuera servir á los egipcios, que morir nosotros en el desierto. 13Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estaos quedos, y ved la salud de Jehová, que él hará hoy con vosotros; porque los Egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. 14Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis quedos.

Estos versículos no están en la lectura del leccionario para Tiempo Ordinario 24A (Proper 19A), sin embargo, son importantes para entender la lectura del todo.

Los israelitas han visto milagro tras milagro y tienen pruebas de sobra para convencerse de que Yahvé está a su favor. Por eso no importa que Egipto esté contra ellos. De todos modos, cuando ven el polvo de los carros de Faraón, inmediatamente piensan lo peor – que el ejército de Faraón les matará y les dejará pudriéndose en ese desierto maldito. Claman a Yahvé por temor en vez por fe (v. 10). Arremeten contra Moisés, a quien perciben como la causa del desastre que se avecina (v. 11a).

“¿Por qué lo has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir á los egipcios? Que mejor nos fuera servir á los egipcios, que morir nosotros en el desierto” (vv. 11b-12). Aunque no tenemos documentación del incidente que aparece en este versículo, es probable que algunos israelitas, temiendo los egipcios, resistieran a Moisés cuando éste empezó a hablar de un éxodo de Egipto. Podrían haber dado muy buenos argumentos, por ejemplo: ¿Cómo podemos tener una rebelión exitosa cuando no tenemos ningún equipo ni entrenamiento militar y Faraón tiene uno de los mejores ejércitos del mundo? ¿Cómo alimentarás a cientos de miles de personas en un desierto que apenas alimenta pequeños rebaños de ovejas? ¿De dónde saldrá el agua? ¿Adónde piensas llevarnos, y qué haremos al llegar?

Para cualquiera que haya preparado un evento para gran número de personas, estas preguntas tienen sentido. La logística del Éxodo es una pesadilla, pero logística solo es la punta del témpano. Lo más importante es la probabilidad de que el ejército egipcio ataque cuando Israel está desarmada.

“Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estaos quedos, y ved la salud de Jehová, que él hará hoy con vosotros; porque los Egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis quedos” (vv. 13-14). Moisés no está diciendo que los israelitas, por su cuenta, puedan aguantar un ataque de los egipcios. Si dijera algo así perdería toda credibilidad. Los israelitas no presentan ninguna amenaza para los egipcios, y ellos lo saben.

Pero Moisés aparta la atención de la gran diferencia que existe entre Israel y Egipto. Esa diferencia no cambia nada ya que los israelitas cuentan con algo mejor que fuerza militar. Tienen a Yahvé a su favor y pueden contar con que Yahvé les salve. No necesitan sublevarse ni tomar armas. Yahvé luchará por ellos.

ÉXODO 14:15-18. Y SABRÁN LOS EGIPCIOS QUE YO SOY JEHOVÁ

15Entonces Jehová dijo á Moisés: ¿Por qué clamas á mí? Di á los hijos de Israel que marchen. 16Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre la mar, y divídela; y entren los hijos de Israel por medio de la mar en seco. 17Y yo, he aquí yo endureceré el corazón de los Egipcios, para que los sigan: y yo me glorificaré en Faraón, y en todo su ejército, y en sus carros, y en su caballería; 18Y sabrán los Egipcios que yo soy Jehová (hebreo: YHWH – Yahvé), cuando me glorificaré en Faraón, en sus carros, y en su gente de á caballo.

“Entonces Jehová dijo á Moisés: ¿Por qué clamas á mí?” (v. 15a). Fueron los israelitas, no Moisés, los que clamaron al Señor (v. 10), pero Yahvé dirige esta pregunta a Moisés como su líder. Los israelitas clamaron a Dios porque daban por hecho que el ejército de Faraón, ya avanzando hacia ellos, pronto les atacaría, derrotaría, y les sometería de nuevo a la esclavitud. La pregunta de Yahvé no es un regaño para Moisés, sino para Israel.

Pero los israelitas están a punto de aprender una lección. Como alguien dijo, “Cuando Dios es todo lo que tienes, sabrás que Dios es lo único que necesitas.” O, como dijo San Pablo, “Si Dios por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31b).

“Di á los hijos de Israel que marchen” (v. 15b). El mar aún no se ha dividido y Yahvé no ha revelado que eso ocurrirá. No hay ningún camino hacia delante y el ejército de Faraón es rápido y se acerca por detrás. No hay adonde ir. Están atrapados sin salida – no hay esperanza.

Pero Yahvé les dice que “marchen” – que recojan sus pertenencias y que se muevan. ¿Pero adónde pueden ir? Pronto, Yahvé revelará que deben avanzar con fe – creyendo en Yahvé – creyendo que Yahvé les salvará. Deben ignorar lo que ven sus ojos, y ver a través de la fe. Como más adelante dirá el autor de Hebreos, “Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven” (Hebreos 11:1). Yahvé les pide a los israelitas que crean que Yahvé les salvará – y que muestren su fe moviéndose hacia adelante aunque aún no existe ningún camino.

“Y tú alza tu vara” (v. 16a). Una vara es un palo usado para apoyar al que lo lleva o para defenderse de alguna amenaza. Una vara con punta curva ayuda al pastor a agarrar a las ovejas por el cuello para alejarlas de peligro. Una vara es un instrumento simple – mucho menos sofisticado que un arado bien diseñado. De todos modos, en manos de un pastor hábil, es símbolo de liderazgo – y hasta símbolo de salvación.

Cuando Yahvé primero llamó a Moisés, Moisés preguntó “He aquí que ellos no me creerán.” Yahvé llamó la atención a la vara que Moisés tenía en la mano y dijo, “Échala en tierra.” Cuando Moisés lo hizo, la vara se convirtió en culebra. Entonces Yahvé dijo, “Extiende tu mano, y tómala por la cola.” Cuando lo hizo, la culebra se convirtió en la vara de nuevo. Esto era una señal “Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob” (4:1-6).

Moisés dio varias razones para que Yahvé escogiera a otro para guiar a Israel, pero Yahvé rechazó todas de ellas. Entonces Yahvé dijo, “Y tomarás esta vara en tu mano, con la cual harás las señales” (4:17).

Entonces Moisés y Aarón, siguiendo la orden de Yahvé, usaron la vara para cumplir los propósitos de Yahvé. Ante Faraón, Aarón tiró su vara al suelo y ésta se convirtió en culebra (7:10-12) – y la puso en el Nilo para convertir el agua en sangre (7:17-20) – y alzó su mano y su vara sobre las aguas de Egipto para desatar la plaga de ranas (8:5-7) – y una plaga de piojos (8:16-17). Moisés alzó su mano y su vara para iniciar la plaga de granizo (9:23) – y una plaga de langostas (10:13).

“y extiende tu mano sobre la mar, y divídela; y entren los hijos de Israel por medio de la mar en seco” (v. 16b). Con la vara en la mano, Moisés debe alzar su mano para dividir el mar y así crear un camino de escape para Israel. No solo se dividirá el mar, pero el camino que van a cruzar será de tierra seca – fácil de atravesar – sin barro ni mugre.

“Y yo, he aquí yo endureceré el corazón de los Egipcios, para que los sigan” (v. 17a). Antes, Yahvé endureció el corazón de Faraón “de modo que no dejará ir al pueblo” (4:21). Yahvé endureció el corazón de Faraón para darse la oportunidad de multiplicar “en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas” (7:3). Anote, sin embargo, que Éxodo 8:15 dice que Faraón endureció su propio corazón.

Ahora Yahvé endurece los corazones de los egipcios para que ignoren el peligro de las aguas abiertas y para que persigan a los israelitas dentro del mar.

Esto presenta un problema. ¿Anuló Yahvé el libre albedrío de Faraón? Si es así, ¿compromete esto la reputación de Yahvé de ser un Dios justo – un Dios de constante amor y caridad. En su epístola a los romanos, Pablo lo explica así:

“¿Pues qué diremos?
¿Que hay injusticia en Dios?
En ninguna manera. Mas á Moisés dice:
Tendré misericordia del que tendré misericordia,
y me compadeceré del que me compadeceré.
Así que no es del que quiere, ni del que corre,
sino de Dios que tiene misericordia.
Porque la Escritura dice de Faraón:
Que para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi potencia,
y que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.
De manera que del que quiere tiene misericordia;
y al que quiere, endurece.
Me dirás pues: ¿Por qué, pues, se enoja?
porque ¿quién resistirá á su voluntad?
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios?
Dirá el vaso de barro al que le labró:
¿Por qué me has hecho tal?
¿O no tiene potestad el alfarero
para hacer de la misma masa un vaso para honra,
y otro para vergüenza?
¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar la ira y hacer notoria su potencia,
soportó con mucha mansedumbre los vasos de ira preparados para muerte,
Y para hacer notorias las riquezas de su gloria,
mostrólas para con los vasos de misericordia
que él ha preparado para gloria;
Los cuales también ha llamado, es á saber, á nosotros, no sólo de los judíos,
mas también de los Gentiles?” (Romanos 9:14-24).

Pablo dice que Dios es soberano sobre su creación, y puede hacer lo que quiera con ella. No tenemos ningún derecho para cuestionar las acciones de Dios. Dios levantó a Faraón para demostrar el poder de Dios (Romanos 9:17) – y Dios logró su propósito destruyendo el ejército de Faraón (y quizá a Faraón mismo).

Este mensaje se parece mucho al que tenemos en el libro de Job. Job perdió todo, y sus amigos, pensando que su sufrimiento era consecuencia de su pecado, le acusaron de pecador. Job defendió su inocencia. Entonces Eliú reprochó a los amigos de Job (Job 32) y a Job (Job 33), proclamó la justicia de Dios (Job 34), condenó la santurronería (Job 35), exaltó la bondad de Dios y proclamó su majestad (Job 36-37). Entonces Yahvé le contestó a Job desde el torbellino (Job 38ff). Básicamente, la respuesta que Job escuchó fue “¿Quién eres tú para cuestionar a Dios?”

Debo confesar que me incomodan ambos el mensaje en Job y el de Yahvé endureciendo el corazón de Faraón para hacerle actuar de manera insensata. Pero encontré esta que me parece útil:

“La manera en la que Dios endurece el corazón de un hombre
no es, necesariamente, por intervención de Su parte:
puede ser a través de experiencias normales de la vida,
que operan a través de principios y el carácter de la naturaleza humana,
la cual es según Él designa.”
(Driver, citado en la exégesis de Cole de Éxodo 4:21-23).

Esto me ayuda, porque sugiere que el endurecer del corazón de Faraón y la destrucción del ejército de Faraón fueron consecuencia del hubris (orgullo excesivo) que nació de la posición exaltada y del poder de Faraón, los cuales son dones de Dios. Entonces, fue este hubris lo que hundió (literalmente) al Faraón y a su ejército, y no la intervención directa de Yahvé.

“y yo me glorificaré en Faraón, y en todo su ejército, y en sus carros, y en su caballería” (v. 17b). La gloria de Yahvé es la razón por la destrucción del ejército de Faraón. Como se anota arriba, Pablo lo cita en Romanos 9:17.

“Y sabrán los Egipcios que yo soy Jehová (YHWH – Yahvé), cuando me glorificaré en Faraón, en sus carros, y en su gente de á caballo” (v. 18). Yahvé ha dado a los egipcios pruebas abundantes para que se den cuenta de que él es Dios. Las diez plagas lo han demostrado, pero el hubris de Faraón ha cegado su capacidad de reconocerlo. Ahora Yahvé les enseña una lección más – una última lección – para rematar este hecho.

VERSÍCULOS 19-20: EL ÁNGEL DE DIOS Y LA COLUMNA DE NUBE

19Y el ángel (hebreo: mal ak) de Dios (hebreo: elohim) que iba delante del campo de Israel, se apartó, é iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos, se apartó, y púsose á sus espaldas: 20E iba entre el campo de los Egipcios y el campo de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba á Israel de noche: y en toda aquella noche nunca llegaron los unos á los otros.

“Y el ángel (mal-ak) de Dios (elohim) que iba delante del campo de Israel, se apartó, é iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos, se apartó, y púsose á sus espaldas” (v. 19). Un mal-ak es un ángel o un mensajero. La palabra traducida “Dios” en este versículo no es YHWH – Yahvé, sino elohim, una palabra genérica que a veces se utiliza para hablar de Yahvé, pero que también se usa para referirse a otros dioses (Éxodo 12:12; Josué 24:15; Jueces 6:10; 10:6).

Yahvé ha estado delante del pueblo de Israel “de día en una columna de nube, para guiarlos por el camino; y de noche en una columna de fuego para alumbrarles; á fin de que anduviesen de día y de noche” (Éxodo 13:21). La columna de nube, entonces, no es una nube común y corriente, sino un símbolo visible de la presencia de Dios entre ellos.

El ángel y la nube que han estado delante de los israelitas para guiarles, ahora pasan detrás para protegerles. Hasta ahora, la columna de nube manifestaba la presencia de Dios durante el día y la columna de fuego manifestaba la presencia de Dios por la noche. Pero ahora la nube continúa durante la noche.

Waldemar Janzen piensa del ángel y de la nube, no como dos entidades separadas, sino como dos maneras de mostrar la presencia de Dios. Stuart concuerda que “el ángel de Dios y la columna eran la misma cosa: la manifestación de Dios de si mismo en presencia de los israelitas.” No obstante, mal-ak (hebreo) y angelos (griego) suelen referirse al orden establecido en vez de referirse al Creador. Ángeles son mensajeros de Dios, enviados por Dios para transmitir algún mensaje o para cumplir con alguna obra en particular. Prefiero pensar de la nube como la presencia visible de Dios y del ángel como el mensajero que acompaña a Dios y actúa según su voluntad.

“E iba entre el campo de los Egipcios y el campo de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba á Israel de noche: y en toda aquella noche nunca llegaron los unos á los otros” (v. 20). La posición de la nube entre el campo israelita y el egipcio cumple varias funciones:

• Primero, impide la visibilidad para que los israelitas no puedan ver a los egipcios. Esto es significante, porque ver a los egipcios acercándose fue lo que inspiró miedo en los israelitas (v. 10).

• Segundo, impide la visibilidad para el ejército egipcio, el cual no puede ver por donde va o por donde han ido los israelitas.

• Tercero, rinde testimonio para los israelitas de que Dios está tomando parte activa en su defensa.

• Cuarto, aunque los egipcios han tardado en reconocerlo, la nube señala que Dios está a su favor y en contra de Egipto ese día en particular.

“y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba á Israel de noche” (v. 20b). Esta parte del versículo es difícil de entender. Hasta el momento, la columna de fuego les alumbraba de noche, y la columna de nube les guiaba de día sin alumbrar.

• Una posibilidad es que la nube sí proporciona luz durante esta noche.

• Otra posibilidad es que la nube, que típicamente no da nada de luz, ahora alumbra la noche.

• Pero la explicación más probable es que esta nube, que hasta ahora ha sido benigna, ahora ilumine el cielo con relámpagos – luz cuyo propósito no es alumbrar el camino de los egipcios, sino mostrarles la desaprobación de Dios.

VERSÍCULOS 21-25: Y EL SEÑOR PERTURBÓ EL CAMPO DE LOS EGIPCIOS

21Y extendió Moisés su mano sobre la mar (hebreo: yam), é hizo Jehová que la mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y tornó la mar en seco, y las aguas quedaron divididas. 22Entonces los hijos de Israel entraron por medio de la mar en seco, teniendo las aguas como muro (hebreo: homath) á su diestra y á su siniestra: 23Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta el medio de la mar, toda la caballería de Faraón, sus carros, y su gente de á caballo. 24Y aconteció á la vela de la mañana, que Jehová miró al campo de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y perturbó el campo de los egipcios. 25Y quitóles las ruedas de sus carros, y trastornólos gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios.

“Y extendió Moisés su mano sobre la mar (yam), é hizo Jehová que la mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y tornó la mar en seco, y las aguas quedaron divididas” (v. 21). Un yam es un mar de agua salada, como el Mediterráneo o el Mar Muerto, o de agua dulce, como el Mar de Galilea. En cualquier caso, yam se refiere a un cuerpo de agua substancial – agua profunda. Algunos eruditos han sugerido que este mar era una zona empantanada y de poco fondo, y no un mar profundo. Sin embargo, tratar de explicar este fenómeno sobrenatural como resultado de la naturaleza no sirve a las escrituras. Este yam no es ningún pantano. Es un mar.

Moisés, con vara en mano (véase v. 16), alza su mano sobre el mar. No es Moisés el que parte el agua y la divide, sino Yahvé. Pero, de todos modos, Yahvé no actúa hasta que Moisés lo hace. Es el Señor el que salva, pero el Señor requiere la obediencia de Moisés para salvarles.

“recio viento oriental” (v. 21). En esta parte del mundo, el viento oriental sopla del desierto. Es un viento caliente, seco, y destructor – a menudo alcanza una velocidad de 60 millas por hora (100 kilómetros por hora). Hoy, gente lo llama el viento sirocco. Los que viven en lugares donde sopla el viento siroccopronto aprenden a odiarlo, porque su calor y polvo son miserables y a menudo causan problemas de salud. También, el polvo y la arena levantados por el sirocco se llevan la pintura de los edificios y los coches y arruinan las ventanas de cristal.

Pero este “recio viento oriental” es lo que salva a los israelitas. Solo resulta fuerza destructora para los egipcios. Es una señal adicional de que los egipcios se oponen a la voluntad de Dios.

“Entonces los hijos de Israel entraron por medio de la mar en seco, teniendo las aguas como muro (homath) á su diestra y á su siniestra” (v. 22). Los israelitas no requieren invitación. Saben que el ejército egipcio se acerca. Ahora que ven un camino abrirse por delante, se mueven con rapidez para escapar.

El camino ante ellos está “en seco.” Normalmente, la tierra al fondo del mar es arenosa en algunos lugares y barro en otros. Esta gente no encuentra ningún barro que les estorbe al andar. Su camino es sólido.

“como muro” (homath). Un homath es un muro substancial. A menudo se usa esta palabra en las escrituras para referirse a los muros de una ciudad – grandes paredones que protegen a los ciudadanos de soldados enemigos y de ladrones malhechores. Aquí, el uso de esta palabra refuerza el significado de “mar” (yam) como cuerpo de agua profundo y substancial.

“Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta el medio de la mar, toda la caballería de Faraón, sus carros, y su gente de á caballo” (v. 23). Los egipcios no necesitan invitación. Como cualquier ejército que marcha sobre otro, los egipcios siguen adelante a pesar de que una rápida observación de la situación sugeriría precaución. Puede ser que la nube les impida la vista y no vean el peligro.

Pero los soldados egipcios siguen las órdenes de Faraón. Si siguen adelante, se arriesgan a sufrir un desastre en el mar. Pero de no hacerlo, pueden contar con que Faraón les acuse de cobardía – una ofensa capital. Como dice la antigua expresión, estos soldados están malditos si lo hacen, y malditos si no lo hacen.

“Y aconteció á la vela de la mañana, que Jehová miró al campo de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y perturbó el campo de los egipcios” (v. 24). Hasta ahora, solo hemos leído de una nube que separa los israelitas de los egipcios. Pero ahora, sin embargo, leemos de nuevo de una “columna de fuego y nube.” Antes de que los muros de agua empezaran a caer, Yahvé mira hacia abajo e inspira pánico en los soldados egipcios. Algunos eruditos han sugerido que esto puede ser una tormenta de truenos. No es difícil imaginar un montón de hombres valientes sobrecogidos por el pánico ante una tormenta en el mar. Aun estando en un bote durante la tormenta sería algo que temer. Entonces, situados entre estos dos muros de agua, sentirían aún más miedo.

“Y quitóles las ruedas de sus carros, y trastornólos gravemente” (v. 25a). Quizá Yahvé convirtió la tierra seca en barro – o quizá las ruedas de los carros se enredaron donde la gente antes había pasado con facilidad. De cualquier modo, los carros egipcios pronto se convierten en un gran impedimento en este mar de lodo.

El lodo es una de las maldiciones que enfrentan los soldados. Como capellán en Vietnam, visité el Campamento J.J. Carroll el Día de Acción de Gracias de 1969. Llevamos la cena del Día de Gracias a los soldados y tratamos de desearles unas felices fiestas. Sin embargo, lo que encontramos fue un mar de lodo hasta las rodillas. Tuvimos que hacer un gran esfuerzo solo para movernos diez pies – y ningún vehículo podía circular. Esa breve experiencia con la maldición del lodo me hace apreciar lo difícil que sería mover fuerzas militares a través del lodo.

Cuando Hitler invadió la Unión Soviética en 1941, sus soldados pudieron seguir adelante hasta que las lluvias de octubre convirtieron en lodo todas las carreteras sin pavimentar. Los alemanes estaban bastante mecanizados (aunque también utilizaban mucho los caballos – como Faraón), y el lodo puso freno a todos sus vehículos armados y su personal de apoyo, dándoles a las tropas soviéticas tiempo para reorganizarse. Un fuerte invierno siguió, con el frío causando muchas bajas alemanas. Esto fue seguido por el deshielo de la primavera, donde el barro continuó impidiendo el progreso de los alemanes. La guerra continuó tres terribles años más, pero la mayor parte de historiadores cree que el otoño-invierno-primavera de 1941-1942 fueron el giro definitivo de la guerra – lo que convirtió la esperada victoria de Hitler en una derrota.

“Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios” (v. 25b). Los soldados egipcios han presenciado señal tras señal (las plagas, la nube, los muros de agua, las ruedas estancadas de los carros) de que Dios es la fuerza detrás del Éxodo – y que Dios definitivamente salvará a los israelitas. Sin embargo, es difícil para los soldados admitir que se encuentran en una batalla que van a perder. Temen decepcionar a sus compañeros, y también temen desgraciarse a si mismos. Sin embargo, los carros estancados son la última gota para estos soldados egipcios. Por fin reconocen lo que les ha preocupado por algún tiempo – que no están luchando contra carne y hueso, sino contra Dios. Por lo tanto, su causa no tiene esperanza y sus vidas se encuentran en terrible peligro.

VERSÍCULOS 26-29: Y VOLVIERON LAS AGUAS Y CUBRIERON LOS CARROS

26Y Jehová dijo á Moisés: Extiende tu mano sobre la mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería. 27Y Moisés extendió su mano sobre la mar, y la mar se volvió en su fuerza cuando amanecía; y los egipcios iban hacia ella: y Jehová derribó á los egipcios en medio de la mar. 28Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en la mar; no quedó de ellos ni uno. 29Y los hijos de Israel fueron por medio de la mar en seco, teniendo las aguas por muro á su diestra y á su siniestra.

“Y Jehová dijo á Moisés: Extiende tu mano sobre la mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería” (v. 26). Versículos 26-29 acompañan versículos 21-25. En los versículos anteriores, Moisés alzó la mano sobre el mar para poner en marcha los eventos que permitieron escapar a los israelitas – mientras que, al mismo tiempo, se preparaba una trampa para los soldados egipcios. En versículo 26 Moisés alza de nuevo la mano sobre el mar, y esta vez desata la destrucción del ejército egipcio.

“Y Moisés extendió su mano sobre la mar, y la mar se volvió en su fuerza cuando amanecía; y los egipcios iban hacia ella: y Jehová derribó á los egipcios en medio de la mar” (v. 27). No está claro si los israelitas han llegado a la otra orilla. Si no han llegado, Yahvé sigue protegiéndoles a ellos (véase v. 29) mientras que atrapa a los soldados egipcios. Las botas de un soldado y su armadura, que en una batalla serían una ventaja, ahora se convierten en pesos mortales en aguas profundas.

“Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en la mar; no quedó de ellos ni uno” (v. 28). Este versículo confirma el destino de los soldados egipcios. Todos mueren en las aguas turbulentas, y sus equipos también perecen. Si estos soldados eran gran parte del ejército egipcio, Egipto ahora pasa a ser una nación indefensa.

“Y los hijos de Israel fueron por medio de la mar en seco, teniendo las aguas por muro á su diestra y á su siniestra” (v. 29). Mientras los israelitas cruzaban el mar, las aguas formaban muros a la derecha y a la izquierda. Este versículo parece decir que todavía estaban cruzando el mar cuando los egipcios se ahogaban en el otro lado, pero no dice esto específicamente. Este versículo no pretende transmitir la secuencia de eventos, sino el hecho de que Yahvé era la fuerza que salvó a los israelitas y destruyó a los egipcios.

VERSÍCULOS 30-31: ASÍ SALVÓ JEHOVÁ AQUEL DÍA Á ISRAEL

30Así salvó Jehová aquel día á Israel de mano de los egipcios; é Israel vio á los egipcios muertos á la orilla de la mar. 31Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios: y el pueblo temió á Jehová, y creyeron á Jehová y á Moisés su siervo.

“Así salvó Jehová aquel día á Israel de mano de los egipcios” (v. 30a). Una traducción literal de este versículo sería “Ese día el Señor salvó Israel de mano (hebreo: yadh) de los egipcios.” En la escritura hebrea, la palabra “mano” a menudo significa poder o dominio, y eso es lo que significa aquí.

También debemos anotar algunos de los usos previos de la palabra “mano” en este libro:

• En la zarza ardiente, Yahvé dijo, “Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte. Empero yo extenderé mi mano, y heriré á Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir” (3:19-20).

• Cuando Yahvé preparaba el Éxodo le dijo a Moisés, “Ahora verás lo que yo haré á Faraón; porque con mano fuerte los ha de dejar ir; y con mano fuerte los ha de echar de su tierra” (6:1).

• Cuando el ejército egipcio se acercaba a los israelitas, Yahvé le dijo a Moisés, “Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre la mar, y divídela; y entren los hijos de Israel por medio de la mar en seco” (14:16).

• Entonces Yahvé le dijo a Moisés, “Extiende tu mano sobre la mar, para que las aguas vuelvan sobre los Egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería” (14:26). Cuando Moisés alzó la mano, Yahvé destruyó los egipcios y salvó los israelitas.

“é Israel vio á los egipcios muertos á la orilla de la mar” (v. 30b). Es posible que los israelitas estuvieran lo suficientemente adelante de los egipcios para no ver como el agua atrapaba a los soldados egipcios. No obstante, sus cuerpos flotando hacia la orilla serían testimonio mudo de su destino.

Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios: y el pueblo temió á Jehová, y creyeron á Jehová y á Moisés su siervo” (v. 31). Este versículo enfatiza cuatro cosas:

• Primero, fue Yahvé el que obró contra los egipcios. La fuerza y la iniciativa no vinieron de Moisés – definitivamente no vinieron del resto de los israelitas – sino de Yahvé.

• Segundo, los israelitas presenciaron lo que Yahvé les hizo a los egipcios. Vieron como Yahvé preparó un camino a través del mar para los israelitas, y también vieron como Yahvé convertía ese camino de salvación en uno de muerte para los egipcios.

• Tercero, los eventos que vieron les inspiraron a tener fe en Yahvé. Lo temen y creen en él.

• Cuarto, estos eventos también resultaron en fe en Moisés. Los israelitas temen a Yahvé y creen en él, pero también temen a Moisés, el siervo de Yahvé, y creen en él.

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BIBLIOGRAPHY:

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Copyright 2012, Richard Niell Donovan