PASAJE BÍBLICO

Apocalipsis 22:12-14, 16-17, 20-21

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

Capítulo 21 empieza con la visión de Juan de “un cielo nuevo, y una tierra nueva” (21:1a) – el primer cielo y la primera tierra habían pasado (21:1b). Vio “la santa ciudad, Jerusalén nueva, que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido” (21:2). Dios prometió que “limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más” (21:4) y “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (21:5). Los fieles recibirán “de la fuente del agua de vida” (21:6), pero los infieles estarán “en el lago ardiendo con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (21:8).

En Apocalipsis 21:9-27, Juan nos da una descripción detallada del Nuevo Jerusalén “que descendía del cielo de Dios” (21:10). Resplandece con la gloria de Dios (21:11) – y tiene muros altos con doce puertas y doce fundamentos (21:12-14). Mide 12.000 estadios, unas 1.500 millas, de largo, ancho, y alto (21:16). La ciudad es de oro (21:18), igual que las calles (21:21). Los fundamentos del muro están adornados con todo tipo de piedras preciosas, y cada puerta es una sola perla (21:19-21). No hay ningún templo, “porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero” (21:22). Tampoco había necesidad de un sol, porque Dios y el Cordero son su luz (21:23). Juan documenta una promesa inusual – que “las naciones que hubieren sido salvas andarán en la lumbre de ella” (21:24) – “las naciones” se refiere a los gentiles.

En Apocalipsis 22:1-11, Juan describe un “un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero” (22:1). A las orillas del río está “el árbol de la vida, que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto” (22:2). “Y no habrá más maldición” (22:3) – la maldición del Jardín de Edén ha sido retirada. Los fieles podrán ver la cara de Dios (22:4) – no como en los tiempos de antes cuando Dios le dijo a Moisés, “No podrás ver mi rostro: porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33:20).

Juan quedó vencido por esta gran visión, y cayó y alabó al pie del ángel que había hecho aparecer estas cosas. Sin embargo, el ángel dijo, “Mira que no lo hagas: porque yo soy siervo contigo, y con tus hermanos los profetas, y con los que guardan las palabras de este libro. Adora á Dios” (22:9).

A veces es difícil saber quién está hablando en estos tres versículos:

• Versículo 16 y el medio de versículo 20 son claramente las palabras de Dios.

• Versículos 12-13 son seguramente las palabras de Cristo.

• He hablado de versículos 14-15, 18-19 como las palabras de Juan – pero podrían ser de Cristo.

• El principio y el final de versículo 20 son claramente palabras de Juan, como versículo 21.

VERSÍCULOS 12:13: YO VENGO PRESTO

12Y he aquí, yo vengo presto (griego: tachy), y mi galardón (griego: misthos) conmigo, para recompensar á cada uno según fuere su obra.13Yo soy Alpha y Omega, principio y fin, el primero y el postrero.

“Y he aquí, yo vengo presto” (tachy) (v. 12a). La idea detrás de la Segunda Venida de Cristo empieza en el Antiguo Testamento con el entendimiento del “Día del Señor.” Será un día de juicio cuando los fieles recibirán recompensa y los infieles castigo.

¿Qué quiere decir Jesús con “presto”? La palabra griega tachy se puede traducir como “pronto” (en poco tiempo) o “rápidamente” (de repente) (Price, 617-618).

Si la traducimos como “pronto” (en poco tiempo), debemos reconocer que todavía no ha ocurrido – según nuestro concepto actual del tiempo. Han pasado más de dos milenios, y aún estamos esperando la Segunda Venida de Cristo. Sin embargo, hay que recordar que “Porque mil años delante de tus ojos, son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche” (Salmo 90:4). Desde la perspectiva de Dios, el significado de la palabra “pronto” es muy diferente.

Si pensamos que la palabra tachy significa “rápidamente,” entonces Jesús está diciendo que vendrá de repente. Esto encaja mejor con las palabras de Jesús que dicen que vendrá presto – y la sorpresa que la gente experimentará (Mateo 24:36-44; 25:1-13; Marcos 13:32-37). El énfasis en las palabras de Jesús es que debemos estar siempre listos para un evento de importancia eterna, que vendrá pronto y sin aviso. Jesús advierte, “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir” (Mateo 25:13).

“y mi galardón (misthos) conmigo, para recompensar á cada uno según fuere su obra” (v. 12b). A veces, la palabra misthos se usa para hablar de salario – compensación por trabajo cumplido – quid pro quo. Por ejemplo, Pablo dice “Empero al que obra, no se le cuenta el salario (misthos) por merced, sino por deuda” (Romanos 4:4). En 1 Timoteo 5:18, cita Deuteronomio 25:4: “No embozarás al buey que trilla” – y añade, “Digno es el obrero de su jornal” (misthos).

Pero, más a menudo en el Nuevo Testamento, misthos se refiere a una recompensa espiritual recibida a cambio de un discipulado fiel. Por ejemplo, Jesús dice “El que recibe profeta en nombre de profeta, merced de profeta recibirá; y el que recibe justo en nombre de justo, merced (misthos) de justo recibirá” (Mateo 10:41). Pablo dice que nuestra obra espiritual pasará por prueba de fuego el Día del Señor, y después añade, “Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa” (misthos) (1 Corintios 3:14).

“Yo soy Alpha y Omega, principio y fin, el primero y el postrero” (v. 13). Estas tres frases dicen lo mismo de manera diferente – que Cristo es eterno – que “era en el principio con Dios” (Juan 1:2) – que traerá el fin de la historia – y que reinará para siempre con el Padre.

“Yo soy Alpha y Omega.” Alpha y Omega son la primera y última letra del alfabeto griego. Antes, en este libro, el título “Alpha y Omega” se usó para hablar de Dios (1:8; 21:6). Ahora, Cristo lo usa para hablar de sí mismo.

“principio y fin.” Dios usó este título al hablar de sí mismo en Isaías 44:6 e Isaías 48:12. Ahora Cristo lo usa para sí mismo también.

VERSÍCULO 14: BIENAVENTURADOS LOS QUE GUARDAN SUS MANDAMIENTOS

14Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad.

“Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad” (v. 14). Esta es la séptima y última beatitud pronunciada en este libro (véase 1:3; 14:13; 16:15; 19:9; 20:6; 22:7). El número siete es significante ambos en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, y transmite la idea de plenitud o cumplimiento. Seguramente no es por accidente que ésta sea la séptima y última bendición que se anuncia en este libro.

“Bienaventurados los que guardan sus mandamientos” (v. 14a). Una alternativa sería “Bienaventurados los que lavan sus vestiduras.” En uno de mis textos griegos aparece una de estas versiones y otro texto contiene la alternativa. He consultado varios comentarios buscando alguna explicación pero no he encontrado ninguna.

“Bienaventurados los que guardan sus mandamientos” enfatiza obediencia, mientras que “Bienaventurados los que lavan sus vestiduras” enfatiza santidad. En el fondo, ambas versiones enfatizan la idea de vivir según la voluntad de Dios – vivir como Dios manda.

Antes, Jesús habló de “unas pocas personas en Sardis que no han ensuciado sus vestiduras.” Dijo: “andarán conmigo en vestiduras blancas; porque son dignos” (3:4). Ahora, en 22:14 (en una de las dos variaciones), pronuncia una bendición sobre “los que lavan sus vestiduras” – los que se mantienen santos al recibir la gracia que tienen a su disposición por el sacrificio de Cristo. Es importante anotar que plynontes aparece en el tiempo presente, esto implica que la acción continúa. Aunque hemos recibido el perdón desde la primera vez que aceptamos la gracia de Dios, hemos seguido pecando – por eso necesitamos perdón constante. Dios ve nuestra constante necesidad de perdón, y por eso nos concede su gracia continuamente.

“para que su potencia sea en el árbol de la vida” (v. 14b). Esta es la primera de las dos bendiciones concedidas a los que viven como Dios manda.

Primero oímos del árbol de la vida en Génesis, donde apareció junto al árbol de la ciencia del bien y el mal (Génesis 2:9). Dios le prohibió a la pareja comer del árbol de la ciencia del bien y el mal, advirtiéndoles, “porque el día que de él comieres, morirás” (Génesis 2:17). Cuando la pareja cedió a la tentación y comió del árbol de la ciencia del bien y el mal, Dios dijo, “He aquí el hombre es como uno de Nos sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:22). Para evitar que el hombre comiera del árbol de la vida y que viviera para siempre, Dios le expulsó del jardín y puso allí un querubín armado con una espada para prevenir su regreso (Génesis 3:22-24).

Previamente en el libro de Apocalipsis, Jesús dijo, “Al que venciere, daré á comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios” (2:7). Entonces, antes en capítulo 22 Juan habló del río del agua de la vida que fluye por el Nuevo Jerusalén. Dijo, “de la una y de la otra parte del río, estaba el árbol de la vida, que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto: y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones” (22:2). Ahora aprendemos que, para aquéllos que obedecen los mandamientos de Dios (“los que lavan sus vestiduras”), la maldición de Génesis 3 ha sido eliminada – que Dios les devolverá el acceso al árbol de la vida.

“y que entren por las puertas en la ciudad” (v. 14c). Esta es la segunda bendición recibida por “los que lavan sus vestiduras.”

No se trata de un honor cualquiera. El Nuevo Jerusalén es una ciudad bella y radiante con muros altos y puertas grandes. Sus cimientos están adornados de joyas. Sus puertas están construidas de perlas grandes – cada una hecha de una sola perla. Sus calles están pavimentadas de oro. Juan dijo, “Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. Y la ciudad no tenía necesidad de sol, ni de luna, para que resplandezcan en ella: porque la claridad de Dios la iluminó, y el Cordero era su lumbrera” (21:22-23). ¿A quién no le gustaría vivir ahí?

Pero como veremos en versículo 15, la entrada a la ciudad no es automática. Los hechiceros se quedarán fuera – igual que los disolutos, los homicidas, los idólatras, y cualquier otro que ame y practique falsedad.

¿Quién más podría quererlo? Aunque a cristianos les gustaría ver a todos entrar en el Nuevo Jerusalén, no sería apropiado que gente no santa con ropas manchadas trajera su falta de santidad ante la presencia sagrada de Dios. Tampoco sería apropiado que los que no se han purificado a través del poder que ofrece el Cristo crucificado y resucitado, corrompan la ciudad donde los habitantes sí han lavado sus vestiduras y están limpios.

VERSÍCULO 15: NO APARECE EN LA LECTURA DEL LECCIONARIO

15Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, y los disolutos, y los homicidas, y los idólatras, y cualquiera que ama y hace mentira.

Aunque este versículo no aparece en la lectura del leccionario, el pastor debe conocer su contenido. En versículo 14 Juan pronunció una bendición sobre los fieles – los que guardan los mandamientos de Dios (o “que lavan sus vestiduras”). Ahora, en este versículo, pronuncia un lamento sobre los que siguen pecando – “los hechiceros, y los disolutos, y los homicidas, y los idólatras” y los que aman y hacen mentiras. Juan les llama “perros” – un insulto despectivo. Eliminar versículo 15 daña este texto, ya que versículo 15 es la segunda parte de la idea presentada en versículo 14. La lista de pecados sirve para ilustrar, pero no es exhaustiva. Gente culpable de otros pecados tendrá el mismo fin que los que son culpables de pecados como los incluidos en este versículo. Aun así, no debemos perder la gracia de vista. Todos somos pecadores, y dependemos de la gracia de Dios para nuestra salvación. El tipo de gente que Juan describe en este versículo es gente que no se ha arrepentido – gente que ha decidido no aprovechar la gracia de Dios.

VERSÍCULO 16: LA RAÍZ Y EL DESCENDIENTE DE DAVID

16Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias (griego: ekklesiais). Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente, y de la mañana.

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias” (ekklesiais) (v. 16a). Antes, el ángel que le enseñó a Juan la visión del Nuevo Jerusalén, dijo, “Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor Dios de los santos profetas ha enviado su ángel, para mostrar á sus siervos las cosas que es necesario que sean hechas presto” (22:6). Ahora Jesús se identifica como aquél que el ángel ha enviado. Jesús es el que se identifica como “el Señor” en versículo 6.

“para daros testimonio de estas cosas en las iglesias” (ekklesiais) (v. 16b). Juan no será el único que beneficie de la visión del Nuevo Jerusalén. Jesús envió al ángel para mostrarle a Juan esta visión para que él después testificara a las iglesias de lo que había visto. Juan cumple ese requisito al escribir este libro.

“Yo soy la raíz y el linaje de David” (v. 16c). Recuerde Jesús es el que está hablando.

Yahvé le prometió a David, “Y cuando tus días fueren cumplidos, y durmieres con tus padres, yo estableceré tu simiente después de ti, la cual procederá de tus entrañas, y aseguraré su reino. El edificará casa á mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino” (2 Samuel 7:12-13) – una promesa que judíos interpretaron como un mensaje mesiánico.

Nuestro versículo actual alude a Isaías 11:1, donde Yahvé prometió, “Y saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.” Isaí (Jesse) fue padre de David. Por lo tanto, esto promete la continuación del linaje de Isaí (Jesse) y de David – otra promesa mesiánica.

Está claro que Jesús enfatiza su linaje Davídico y la promesa mesiánica que viene de ese linaje.

“la estrella resplandeciente, y de la mañana” (v. 16d). Aquí, algunos eruditos ven una alusión a Números 24:17, que dice, “Saldrá estrella de Jacob, y levantaráse cetro de Israel.”

No fue hace mucho que logré entender esta referencia a Jesús como la estrella resplandeciente y de la mañana – en parte porque nunca había visto la estrella resplandeciente y de la mañana. Hace unos años nos mudamos a una casa a varias millas de la ciudad, donde el cielo es más oscuro y más claro de lo que era cuando vivíamos en la ciudad. La ventana de nuestro dormitorio da al este y la vista en esa dirección es bella. Tenemos suficiente privacidad como para poder dejar la ventana descubierta, y cuando me despierto en medio de la noche veo estrellas – puntitos minúsculos de luz dispersados por el cielo.

Si me despierto en el momento oportuno (como a las 5 de la mañana), veo la estrella resplandeciente y de la mañana subiendo en el este. La verdad es que no es una estrella, sino el planeta Venus. Pero su nombre no importa porque domina el cielo del este. Mientras que las estrellas son puntos minúsculos de luz, la estrella de la mañana es como los faros de aterrizaje de un avión – una lámpara grande y brillante que luce tanto como todas las otras estrellas juntas. Es un brillante sobre un campo negro, rodeado de polvo diamantino. Lo que llamamos la Estrella de la Mañana es Venus.

Jesús dice, “Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente, y de la mañana” (Apocalipsis 22:16). Es la gran luz en el cielo – “la luz del mundo” (Juan 8:12; 9:5) – cuya presencia anuncia la llegada de un nuevo día.

VERSÍCULO 17: EL QUE OYE, DIGA: VEN

17Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el (griego: ho – cualquiera) que oye, diga: Ven. Y el (griego: ho) que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua de la vida de balde.

“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el (ho – cualquiera) que oye, diga: Ven” (v. 17a). Esto es un ejemplo de paralelismo, que expresa el mismo pensamiento de dos maneras diferentes.

El Espíritu es el Espíritu Santo y la esposa es la iglesia (véase 2 Corintios 11:2; Efesios 5:23-25; Apocalipsis 19:7; 21:2, 9).

¿Es esto una invitación evangélica para que el mundo entero se acerque a Cristo y encuentre salvación – o una plegaria para que Cristo venga pronto? No hay consenso académico sobre este tema. El hecho que la palabra “Ven” es singular en ambos casos se presta a la posibilidad de que sea una plegaria para que Cristo venga pronto. Eso también concordaría con la plegaria de versículo 20: “Ven, Señor Jesús.”

“Y el (griego: ho) que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua de la vida de balde” (v. 17). Esto también es paralelismo.

Esta parte del versículo es una invitación al mundo entero. La palabra “venga” también es singular, pero corresponde al singular de ho, que se podría traducir como “el que” o “cualquiera.”

Esta invitación nos hace pensar de dos pasajes del Evangelio de Juan, y uno del profeta Isaías:

• En el primer pasaje, Jesús le habló la mujer samaritana. Le dijo que si ella se la hubiera pedido, él le habría dado agua de vida. Entonces dijo, “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá á tener sed; Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:13b-14).

• En el segundo pasaje, Jesús dijo, “Si alguno tiene sed, venga á mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre” (Juan 7:37-38).

• En el libro de Isaías, Dios (a través del profeta) dijo, “A todos los sedientos: Venid á las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad, y comed. Venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche” (Isaías 55:1).

Entonces, este versículo es una invitación para los que tienen hambre y sed por justicia, para que vengan y sean saciados (véase Mateo 5:6).

VERSÍCULOS 18-19: NO APARECEN EN LA LECTURA DEL LECCIONARIO

18Porque yo protesto á cualquiera que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere á estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas en este libro. 19Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro.

Estos versículos pronuncian sentencia sobre cualquiera que se atreva a añadir o eliminar algo de “este libro” (v. 18) – “esta profecía” (v. 19). Reddish describe estos versículos como un símbolo que marca los derechos del autor, y que advierte a la gente que no se tolerará ninguna violación de sus derechos.

Está claro que los que formularon el leccionario han eliminado versículos 15, 18, y 19 porque parecen duros y sentenciosos. Sin embargo, estos versículos forman parte del canon. Tenemos la responsabilidad de proclamar verdades bíblicas, aunque no sean populares, tal como un médico tiene la responsabilidad de darle a su paciente una mala noticia, aunque arriesgue ofenderle. El reto del médico es encontrar una manera de dar malas noticias de una manera amable y cariñosa. El reto del pastor es muy parecido.

Parece particularmente descarado dejar fuera versículo 19, que pronuncia sentencia sobre el que “quitare de las palabras del libro de esta profecía.”

VERSÍCULO 20: ¡AMÉN! ¡VEN SEÑOR JESÚS!

20El que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente, vengo en breve (griego: tachy). Amén, sea así. Ven: Señor Jesús.

El que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente, vengo en breve” (v. 20a). Esta es la tercera vez en este capítulo que Jesús dice que viene pronto (véanse 22:7, 12). Para ver el doble sentido de “en breve” (tachy) véanse los comentarios de versículo 12a.

“Amén” (v. 20b). Esta palabra es hebrea, y en el Nuevo Testamento se translitera al griego. Es decir, se usan letras griegas para crear el sonido de la palabra hebrea. En el Antiguo Testamento, amen significa “confirmar; apoyar; ser fiel… (y) también se usa como responso durante alabanza y oración… La palabra amen en inglés viene de esta palabra y significa, ‘estoy de acuerdo; que así sea” (Baker & Carpenter, 70).

En este versículo, el que habla usa “Amen” para mostrar su aprobación de la promesa de Cristo – que vendrá pronto.

¿Pero quién habla? No está claro. Quizá es el Espíritu y la esposa/iglesia, como en versículo 17c.

“sea así. Ven: Señor Jesús” (v. 20c). En 1 Corintios 16:22, Pablo usa arameo transliterado para decir, “Maranatha” – “¡Señor, ven!” Aquí, las palabras son griegas – “erchou kyrie Iesou” “¡Ven, Señor Jesús!” – pero la plegaria es la misma.

¿Por qué querría uno rezar, “Ven, Señor Jesús”? ¿No acortaría nuestras vidas si Cristo regresara hoy?

¡No! Cuando Cristo venga de nuevo será para arreglar las cosas – para restaurar el Edén en que Dios quería que viviéramos. Considere cómo será la vida cuando el reino de Dios esté aquí por completo. En ese reino, no harán falta ejércitos – o prisiones – o cerrojos en las puertas. No se necesitará un cuerpo de policía para vigilar el buen comportamiento. Gente buscará la manera de dar en lugar de recibir. No habrá propaganda falsa o mal guiada – no habrá manipulación. Dios derrocará todo dictador y tirano. ¿No le gustaría vivir en un lugar tan pacífico? ¡Rece para que Cristo vuelva de nuevo!

VERSÍCULO 21: UNA BENDICIÓN

21La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

Esta bendición sería algo típico en una epístola. En la versión en inglés la palabra “vosotros” se reemplaza con “santos.” Esto es inusual para un apocalipsis. En el original, no aparece la palabra “santos” (por lo menos en las dos fuentes que he consultado).

Para ver el significado de “Amen,” véanse los comentarios de versículo 20b.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada en http://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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Copyright 2013, Richard Niell Donovan