PASAJE BÍBLICO

1 Corintios 15:19-26

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

Corintio era una ciudad rica e importante en el istmo (franja estrecha de tierra) que separa el norte del sur de Grecia. El Apóstol Pablo pasó allí 18 meses durante su Segundo Viaje de Misionero y fundó allí una iglesia. La obra de Pablo en Corintio durante este tiempo se relata en Hechos 18 con bastante detalle.

Al terminar su visita a Corintio, Pablo se marchó para visitar Éfeso, Jerusalén, Antioquía, y Galacia (Hechos 18:18-23). Después de salir de Corintio, escribió una carta a los cristianos de Corintio avisándoles, “no os envolváis con los fornicarios” (5:9), pero esa carta se ha perdido.

Pablo escribe esta carta para responder a un informe de la gente de Cloé sobre los problemas que hay en la iglesia de Corintio (1:11). En la carta, Pablo les ofrece enseñanza apostólica para responder a estos problemas, que incluían:

• Preguntas de la autoridad apostólica de Pablo (capítulos 1, 4)

• Divisiones en la iglesia (capítulos 3-4)

• Inmoralidad sexual (capítulo 5)

• Pleitos entre creyentes (capítulo 6)

• Preguntas del matrimonio y la sexualidad (capítulo 7)

• Preguntas de consumir alimentos de animales sacrificados a los ídolos (capítulos 8-10)

• Abusos durante la Cena del Señor (capítulo 11)

• Temas relacionados con dones espirituales (capítulos 12-14)

Estos eran (con excepción de las preguntas de la autoridad de Pablo) temas morales y éticos – temas relacionados con el comportamiento de los cristianos corintios. Sin embargo ahora, en capítulo 15, Pablo entra en doctrina, dirigiéndose a lo que creen los cristianos corintios. La doctrina se trata de la resurrección de Cristo – y de como esta doctrina apoya y mantiene la creencia en la resurrección de los difuntos.

En capítulo 2 Pablo se refirió al tema de la crucifixión de Cristo. Ahora, en capítulo 15, habla de la resurrección, la de Cristo (15:1-11) y la nuestra (15:12-58). Por lo tanto, capítulos 2 y 15 hacen de paréntesis para las partes de esta carta que se refieren a temas éticos.

Algunos cristianos corintios han cuestionado la resurrección de creyentes. Sus dudas surgieron de dos sitios:

Primero, algunos de ellos son judíos, y en aquel entonces el judaísmo se encontraba dividido en cuanto a la resurrección. El Antiguo Testamento habla de Sheol como la morada de los muertos – un lugar donde los difuntos quedan apartados de los vivos y de Dios. Al principio, el pueblo judío solía pensar de Sheol solo como una tumba. Con el paso del tiempo, su sistema de creencias empezó a aceptar la resurrección. Aunque el Antiguo Testamento no usa la palabra resurrección, sí incluye varias alusiones a esta palabra:

• “Yo hago morir, y yo hago vivir” (Deuteronomio 32:39).

• “Jehová mata, y él da vida: El hace descender al sepulcro, y hace subir” (1 Samuel 2:6).

• “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo: Y después de deshecha esta mi piel, aun he de ver en mi carne á Dios” (Job 19:25-26).

• “Destruirá á la muerte para siempre; y enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros” (Isaías 25:8).

• “Tus muertos vivirán; junto con mi cuerpo muerto resucitarán” (Isaías 26:19).

• “He aquí, yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío… Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abriere vuestros sepulcros, y os sacare de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi espíritu en vosotros, y viviréis” (Ezequiel 37:12-14). Estas palabras de Ezequiel se refieren al renacer de Israel como pueblo de fe en lugar de la resurrección del creyente individual.

• “Darános vida después de dos días: al tercer día nos resucitará y viviremos delante de él” (Ósea 6:2).

Ya para los tiempos del Nuevo Testamento, algunos judíos (como los saduceos) negaban cualquier posibilidad de resurrección o de una vida después de la muerte, mientras que otros judíos (como los fariseos) sí creían en la resurrección de los muertos (Mateo 22:23; Marcos 12:18).

Segundo, Corintio era una ciudad griega, y los griegos estaban bajo la influencia del dualismo platónico. El dualismo divide las cosas en dos partes, como el bien y el mal o la materia y la no-materia. Muchos dualistas pensaban de la materia (el cuerpo) como algo sin importancia o malvado, y de la no-materia (el alma) como algo bueno. Platón enseñaba que el cuerpo físico es una copia imperfecta de las formas perfectas que existen en el mundo espiritual. Decía que el cuerpo es mortal pero que el alma existía antes de haber vida en la tierra – y que seguirá existiendo después de esta vida. Para los griegos (incluyendo a estos cristianos corintios), criados en un ambiente dualista, era difícil creer en la resurrección del cuerpo. Para ellos, el cuerpo era algo que se dejaba atrás, y con gusto – adiós muy buenas. Ellos se enfocaban en la preservación del alma.

El judaísmo, sin embargo, enfatizaba la persona entera – cuerpo y alma. Este énfasis permanecía en la iglesia corintia. Pablo quiere comunicarles a los cristianos corintios que creer en la resurrección – la de Cristo y la de creyentes – es parte fundamental de la fe cristiana.

Más adelante en este capítulo, Pablo explica que el cuerpo resucitado es diferente al cuerpo que conocemos ahora. Dice, “Se siembra en corrupción se levantará en incorrupción; Se siembra en vergüenza, se levantará con gloria; se siembra en flaqueza, se levantará con potencia; Se siembra cuerpo animal, resucitará espiritual cuerpo. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual” (15:42-44).

Como se anota arriba, en este capítulo Pablo habla de ambos la resurrección de Cristo (15:1-11) y de la nuestra (15:12-58).

1 CORINTIOS 15:19: LOS MÁS MISERABLES

19Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, los más miserables somos de todos los hombres.

“Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, los más miserables somos de todos los hombres” (v. 19). En versículo 16 Pablo delineó cuatro consecuencias SI los muertos no son resucitados (condición que contradice los hechos):

1. “Tampoco Cristo resucitó” (v. 16).

2. Entonces “vuestra fe es vana; aun estáis en vuestros pecados” (v. 17).

3. “Entonces también los que durmieron en Cristo son perdidos” (v. 18).

4. Entonces “los más miserables somos de todos los hombres” (v. 19).

Esta es la cuarta y última consecuencia si no hay resurrección. Si no hay resurrección, los únicos beneficios que podemos derivar de nuestra fe son los que podemos obtener en esta vida. No habría vida futura y, consecuentemente, ningún beneficio futuro.

Debemos pausar aquí y reconocer que sí hay beneficios en esta vida a causa de la fe en Cristo. Solo fíjese en los feligreses de su iglesia. Puede que sean o no sean reyes y príncipes – gente que mueve y moviliza – pero seguramente están mucho mejor de lo que hubieran estado sin la fe. Muchos de ellos son fieles a su conyugue y a sus hijos, en parte, por el amor que sienten hacia Cristo. Eso beneficia a toda la familia. Muchos de ellos tratan de amar a su prójimo porque es lo que Cristo ha mandado hacer. Esto beneficia a la persona que acaba con amor en su corazón en lugar de veneno, y también beneficia a la comunidad. Muchos cristianos tienen un gran sentido de propósito a causa de sus creencias religiosas. Pueden afrontar enfermedades y la muerte con la seguridad de que Dios está con ellos aún en el valle de lágrimas. Pablo dice que si no hay resurrección, el único beneficio que podemos sacar de nuestra fe son los beneficios que recibimos en esta vida. No obstante, debemos reconocer que son abundantes.

De todos modos, hay otro lado. Si no hay resurrección de los muertos, entonces los cristianos son “los más miserables,” porque han basado su vida en una mentira. Ser cristiano es una hazaña complicada y cara. Cristianos pueden esperar ser perseguidos por su fe (Mateo 10:16-25). Cristo espera que cristianos levanten su cruz y que le sigan (Mateo 10:38; 16:24). Espera que dejen atrás lo que más quieren para seguirle (Mateo 8:22; 19:21). Si hemos hecho todos estos sacrificios basándonos en una mentira, entonces somos “los más miserables” ya que hemos apostado la vida en algo que no es verdad.

1 CORINTIOS 15:20-23: PRIMICIAS DE LOS QUE DURMIERON

20Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. 21Porque por cuanto la muerte entró por un hombre (griego: anthropou – de anthropon), también por un hombre (griego: anthropou) la resurrección de los muertos. 22Porque así como en Adam todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. 23Mas cada uno en su orden (griego: tagma): Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.

“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos” (v. 20a). En versículos 13-19, Pablo trazó las consecuencias, todas negativas, de no haber resurrección de los muertos. Sin embargo, él no ha estado diciendo que no hay resurrección – lo contrario. Solo ha presentado las consecuencias de no haber resurrección.

Ahora dice de nuevo que “Cristo ha resucitado de los muertos.” Esto es algo que él puede presentar con autoridad, porque él mismo vio al Cristo resucitado en camino a Damasco (Hechos 9:1-9). Pedro también escribe de haber presenciado la majestad resucitada de Cristo (2 Pedro 2:16).

En versículos 3-8 Pablo resumió las apariencias del Cristo resucitado ante cientos de personas. Los cristianos corintios no han rechazado la resurrección de Cristo – lo que han rechazado es la resurrección de creyentes. No obstante, Pablo ha demostrado que la resurrección de Cristo y la de los que creen en Cristo están unidas inextricablemente.

“primicias de los que durmieron es hecho” (v. 20b). El requisito que Israel ofrezca sus “primicias” al Señor aparece en el Tora. Dios requería que los israelitas le trajeran sus primeros frutos como ofrenda (Éxodo 23:19; Levítico 23:9-10; Números 15:17-21; Deuteronomio 18:4; 2 Crónicas 31:5; Nehemías 10:35). Cuando plantaban árboles, no debían tocar la fruta durante los primeros tres años. El cuarto año debían apartar la fruta para “loores á Jehová.” Solo empezando con el quinto año en adelante podían consumir la fruta de sus árboles (Levítico 19:23-25).

La palabra “primicias” también se podría usar de manera metafórica. El profeta Jeremías dijo, “Santidad era Israel á Jehová, primicias de sus nuevos frutos” (Jeremías 2:3).

La idea detrás de las primicias, claro, era que el primer fruto de cada cosecha era particularmente valioso. Aquéllos de nosotros que esperan todo un invierno para poder comer un tomate decente entienden la alegría que trae el primer tomate maduro del verano. Yahvé requería de Israel sacrificar los primeros frutos como señal de la prioridad de Yahvé en sus vidas.

Pero la alegría de las “primicias” no se trata solo de comer fruta fresca por primera vez en meses. La verdadera alegría de las “primicias” es que la privación del invierno se ha acabado. Las “primicias” muestran la abundancia del fruto que el pueblo puede esperar comer en los meses que siguen – que hay buenos días por venir.

Cuando Pablo dice que el Cristo resucitado es “primicias de los que durmieron,” les está diciendo a estos cristianos corintios que la resurrección de Cristo es solo el comienzo. Su resurrección señala la abundancia de las resurrecciones aún por venir – la resurrección de todos los que han puesto su fe en Cristo.

“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre” (anthropon – hombre, ser humano o la humanidad) (v. 21a). En versículos 21-22 Pablo presenta lo que algunos llaman la tipología de Adam-Cristo.

La tipología es un método hermenéutico – una manera de interpretar las escrituras. Piense de un “tipo” como algo parecido a una analogía. Una analogía toma algo que conocemos (como por ejemplo una bomba de agua) y lo utiliza para ayudarnos a entender algo que, de otra manera, no podríamos entender (como el funcionamiento del corazón). “Tipos” funcionan de manera parecida, y se utilizan en ambos el Nuevo y Antiguo Testamento. Por ejemplo, Melchîsedec es un tipo de Cristo (Génesis 14-18; Hebreos 5:10; 6:20; 7:1-28) y Jerusalén es un tipo de reino celestial (Isaías 60:14; Hebreos 12:22; Apocalipsis 14:1).

En el “tipo” de versículos 21-22, Pablo dice que “la muerte entró por un hombre,” y después dice que “también por un hombre (entró) la resurrección de los muertos.”

Cuando Pablo dice, “la muerte entró por un hombre,” está hablando del hombre en el Jardín de Edén. En esa conocida historia, Yahvé puso al hombre en el jardín diciéndole, “De todo árbol del huerto comerás; Mas del árbol de ciencia del bien y del mal no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás” (Génesis 2:17). No obstante, la serpiente tentó a la mujer, que comió de la fruta prohibida y que después se la dio al hombre, que también la comió (Génesis 3:1-6). Al asignar castigo por este pecado, Yahvé le dijo al hombre, “En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas á la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo serás tornado” (Génesis 3:19).

Cuando Yahvé dijo, “polvo eres,” se refería a la historia de la creación donde Yahvé “Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fue el hombre en alma viviente” (Génesis 2:7). Entonces, cuando Yahvé dijo, “al polvo serás tornado,” le estaba diciendo al hombre que moriría y que su cuerpo volvería a ser polvo. Esta maldición no solo afectaba al hombre, sino también a sus descendientes, porque ellos también quedaron sometidos al pecado.

Pero la muerte del hombre y la de sus descendientes no era solo una muerte física, pero también una muerte espiritual – una separación de Dios. Para evitar esa tragedia, debe haber reconciliación con Dios tanto como una resurrección física.

Entonces, la muerte del hombre y la de sus descendientes forma la primera parte de la tipología Adam-Cristo. Conocemos el pecado y la muerte porque los hemos visto una y otra vez. Todos los que conocen la historia de Génesis entienden la conexión entre el pecado y la muerte.

“también por un hombre (anthropon) la resurrección de los muertos” (v. 21b). Ahora Pablo presenta la segunda parte de la tipología Adam-Cristo. Igual que el hombre (Adam) pecó y murió – y trajo el pecado y la muerte al mundo – también un hombre (Jesucristo) fue resucitado de la muerte y trajo al mundo la resurrección. Es decir, Jesucristo terminó con la maldición que Yahvé puso sobre el hombre en el Jardín de Edén.

Debemos recordar que Jesús era ambos plenamente humano y plenamente divino. “El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual á Dios: Sin embargo, se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres; Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8). Él es nuestro sumo sacerdote, “mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15). “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; Y consumado, vino á ser causa de eterna salud á todos los que le obedecen” (Hebreos 5:8-9).

Entonces, la muerte vino por medio de un ser humano (Adam), pero la resurrección también vino a través de un ser humano (Jesucristo).

Para leer más acerca de esta tipología Adam-Cristo, véanse 1 Corintios 15:45-19 y Romanos 5:12-21.

“Porque así como en Adam todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados” (v. 22). Pablo no está proponiendo universalismo – creencia que indica que Cristo salvará a todos, sin importar su estatus espiritual. En versículo 18, habla de “los que durmieron en Cristo.” En versículo 23 habla de “los que son de Cristo” como aquéllos que pueden esperar estar vivos en Cristo. En su carta a los Romanos, dice, “Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1; véanse también Romanos 6:11, 23; Galatos 3:26, 29; Efesios 3:6).

Pablo utiliza frecuentemente la frase, “en Cristo” para referirse a una relación de salvación entre la persona y Cristo. Dice, “todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis vestidos” (Galatos 3:26-27). Los que están “en Cristo” son los que Dios hará vivir.

“Mas cada uno en su orden: (tagma) Cristo las primicias” (v. 23a). La palabra tagma a veces se usaba para hablar del orden militar. En este versículo sugiere una secuencia particular. Cristo fue el primero en ser resucitado de la muerte – primicias de los que serían resucitados (véanse arriba los comentarios de los primeros frutos – v. 20).

“luego los que son de Cristo, en su venida” (v. 23b). La resurrección de los que pertenecen a Cristo tendrá lugar durante su Segunda Venida (véase Mateo 24:29-31; 2 Tesalónicos 2; 1 Juan 2:28).

La idea detrás de la Segunda Venida de Cristo tiene raíces en el “Día de Jehová” del Antiguo Testamento (Isaías 13:6, 9; 58:13; Jeremías 46:10; Ezequiel 13:5; 30:3; Joel 1:15; 2:1, 11, 31; 3:14; Amós 5:18, 20; Abdías 1:15; Sofonías 1:7-8, 14, 18; 2:2-3; Malaquías 4:5). El Día de Jehová será un día “cuando Jehová visite a su pueblo para juzgarlo (Amós 5:18; cf. Isaías 2:12ff); y también podría designar la última visita de Dios cuando Él establezca Su reino en el mundo, trayendo salvación para Sus fieles y juicio para los malvados (Sofonías 1:14-18; Joel 3:14-21). En el Nuevo Testamento, la expresión se ha convertido en una manera de referirse al día en que el Señor venga al mundo para poner fin a esta era y para inaugurar la era que viene. La expresión no se debe interpretar como un solo día del calendario, sino como un periodo de tiempo que presenciará la última visita redentora de Dios en Cristo” (Ladd, 138-139).

1 CORINTIOS 15:24-26: EL POSTRER ENEMIGO QUE SERÁ DESECHO, SERÁ LA MUERTE

24Luego (griego: eita – entonces, después) el fin (griego: telos); cuando entregará el reino á Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad. 25 Porque es menester que él reine, hasta poner á todos sus enemigos debajo de sus pies. 26Y el postrer enemigo que será deshecho, será la muerte.

“Luego (eita – “entonces” o “después”) el fin” (telos) (v. 24a). Después de la resurrección de los que están en Cristo viene el telos – el fin. La palabra telos conlleva un sentido de finalización o de cumplimiento. En el Nuevo Testamento, “denota el fin de la edad, el tiempo cuando Dios consumará sus propósitos redentores para la humanidad incluyendo ambos el juicio de los malvados y la salvación de los justos – todo tendrá lugar cuando Cristo vuelva por última vez” (Renn, 328).

En este versículo, entonces, telos se refiere más al comienzo que al final. Habla de una era cuando Dios desvelará la creación tal como Él la había designado – casi como la gran apertura de una gran actuación.

“cuando entregará el reino á Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad” (v. 24b). La secuencia aquí es que Cristo primero pondrá fin a toda potencia y autoridad humana – y en el proceso restaurará el reino de Dios que existía antes de aparecer el pecado en el mundo. Entonces, una vez completa la restauración y cuando el mundo vuelva a ser lo que Dios creó, Cristo entregará “el reino á Dios y al Padre.”

“Porque es menester que él reine, hasta poner á todos sus enemigos debajo de sus pies” (v. 25). El simbolismo aquí viene de la costumbre que tenían los reyes terrenales de sentarse en tronos elevados con los pies más altos que las cabezas de sus súbditos. Cuando un rey conquistaba a un enemigo, ponía el pie sobre el cuello del rey vencido, simbolizando la sumisión total del vencido ante el rey victorioso.

Este versículo nos dice que Cristo debe regir hasta que haya vencido por completo a todos los enemigos de Dios – hasta que les haya puesto el pie sobre el cuello. Como se anota arriba, una vez que la creación quede restaurada a su estado impecable, Cristo entregará “el reino á Dios y al Padre.”

“Y el postrer enemigo que será deshecho, será la muerte” (v. 26). La destrucción de la muerte significa la resurrección de los muertos, pero también significa la liberación espiritual. En su carta a los romanos, Pablo dijo, “¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte?” (Romanos 7:24). El contexto de ese versículo muestra como Pablo luchaba por hacer la voluntad de Dios, pero fallando. Dijo, “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios: Mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo á la ley del pecado que está en mis miembros” (Romanos 7:22-23). Existe, por lo tanto, la sensación de que hay una muerte espiritual que experimentamos cuando aún estamos vivos.

El autor de Efesios apoya la idea de estar muerto espiritualmente mientras seguimos vivos físicamente. Dice, “que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en que en otro tiempo anduvisteis conforme á la condición de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de desobediencia. Entre los cuales todos nosotros también vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, también como los demás. Empero Dios, que es rico en misericordia, por su mucho amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo; por gracia sois salvos. Y juntamente nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efesios 2:1-7).

Una vez que la muerte, la espiritual y la física, haya sido conquistada, Cristo entregará a Dios Padre el reino de este mundo restaurado (v. 24).

¡Imagíneselo! Tanto en esta vida de hoy está manchado por el mal – terrorismo, tiranía, políticos cuya preocupación es volver a ser elegidos en lugar del bienestar de su pueblo, comportamiento criminal, ejecutivos de negocios que se llenan los bolsillos mientras arruinan sus negocios – etcétera, etcétera, etcétera. Al escribir esto, mi esposa y yo estábamos hablando de un descongestionante que ya no se encuentra en las repisas de las farmacias porque los drogadictos han aprendido como abusarlo. Ella comentó, “Es realmente cansado que nuestras vidas sean dictadas por el denominador común más bajo.” Esa es la verdad.

Pero cuando Cristo venga de nuevo y ponga a los enemigos de Dios bajo sus pies, todo el mal que ahora mancha nuestra existencia diaria llegará a su fin. ¡Aleluya!

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada en http://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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