PASAJE BÍBLICO

1 Corintios 1:1-9

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

Hechos 18:1-17 relata la visita de Pablo a Corintio durante su Segundo Viaje de Misionero y su trabajo con la comunidad judía allí. Se puede datar esta visita con bastante certeza basado en Hechos 18:12, donde se menciona al procónsul romano Galión. Galión ocupó su puesto en Corintio menos de un año, seguramente empezando en 51 d.C. Según esto, sabemos que la visita de Pablo ante Galión en Hechos 18 tomó lugar a mediados del año 51 d.C. (Murphy-O’Connor, 732-733).

Pablo pasó 18 meses en Corintio (Hechos 18:11), hablando en la sinagoga cada sábado y tratando de convencer a griegos (gentiles) y a judíos (Hechos 18:4). Cuando los judíos se pusieron en su contra, dejó la sinagoga para trabajar principalmente entre gentiles (Hechos 18:5-7). Sin embargo, uno de los líderes de la sinagoga, Crispo, se convirtió junto con su familia (Hechos 18:8). Entonces, Pablo no les dio la espalda a los judíos.

La comunidad judía continuó su ataque contra Pablo, presentando cargos contra él en la corte civil. El procónsul Galión desestimó los cargos diciendo que no tenían nada que ver con la ley romana. Entonces, gentiles transeúntes (no la comunidad cristiana) desataron su ira contra Sóstenes, el prepósito de la sinagoga (Hechos 18:12-17).

Después de pasar dieciocho meses en Corintio, Pablo se marchó a Éfeso, Jerusalén, Antioquía, y Galacia (Hechos 18:18-23). En aquel entonces, un judío alejandrino llamado Apolos comenzó a predicar en la sinagoga de Éfeso. Solo conocía el bautizo de Juan, pero Priscila y Aquila corrigieron su entendimiento. Entonces, Apolos fue a Acaya (cuya capital era Corintio) donde proveyó un testimonio poderoso del mesianismo de Jesús (Hechos 18:24-28).

Entonces Pablo escribió una carta a los cristianos en Corintio avisándoles, “no os envolváis con los fornicarios” (1 Corintios 5:9), pero esa carta se nos ha perdido. Pablo entonces aprendió de las divisiones que existían dentro de la iglesia en Corintio (1 Corintio 1:11) y mencionó haber recibido una carta de la iglesia en Corintio (1 Corintio 7:1). Claramente sabía que existían problemas en la iglesia corintia. Escribió esta carta que conocemos como su Primera Epístola a los Corintios, refiriéndose a esos problemas.

Nuestro texto se compone de los primeros versículos de esta epístola (carta). Estos nueve versículos sirven de saludo, pero también funcionan como obertura para el resto de la carta. En una pieza musical, una obertura presenta la música que sigue a continuación. En la obertura para el musical “Oklahoma,” por ejemplo, escuchamos pequeñas muestras de “Oh, qué bella mañana,” “Gente dirá que estamos enamorados,” “Kansas City,” y otras canciones. Estas muestras les dan al público una pista de la música que escuchará más adelante en el programa.

De la misma manera, Pablo utiliza este saludo para mencionar varios temas a los que se va a dirigir más adelante en esta carta.

• Dice que fue llamado a ser apóstol (v. 1), y hablará más de su apostolado en capítulo 9.

• Se dirige a aquéllos “santificados” y “llamados santos” (v. 2) pero su carta revela las muchas maneras en que han fallado y en que no han llevado vidas santas.

• Sus comentarios acerca de “lengua y…ciencia” (v. 5) señalan a capítulo 13, donde les dice que hablar elocuentemente y tener una gran sabiduría no valen nada sin amor cristiano.

• Sus comentarios acerca de dones espirituales (v. 7) preparan el camino para llamarles a “procurad los mejores dones” (12:31).

• Alza la idea de “participación” (v. 9) en una iglesia destruida por falta de harmonía (6:1-11; 8:1-13; 11:17-22).

1 CORINTIOS 1:1-3: PABLO, LLAMADO Á SER APÓSTOL DE JESUCRISTO

1Pablo, llamado á ser apóstol (griego: apostolos) de Jesucristo por la voluntad de Dios, y Sóstenes el hermano,

2A la iglesia (griego: ekklesia) de Dios que está en Corinto, santificados (griego: hagiazo) en Cristo Jesús, llamados santos (griego: hagios), y á todos los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en cualquier lugar, Señor de ellos y nuestro:

3Gracia (griego: charis) y paz (griego: eirene) de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

“Pablo, llamado á ser apóstol (apostolos) de Jesucristo” (v. 1a). En aquel entonces, se acostumbraba empezar las cartas con una presentación de quien escribe (esto es muy diferente a la manera que lo hacemos hoy, con el nombre del autor al final). Pablo sigue esa costumbre, presentándose al principio.

Pablo primero dice su nombre y después su oficio. Es apóstol (apostolos). Un apostolos es uno enviado con un mensaje. En el caso de Pablo, el que le envió fue Jesucristo y el mensaje es el Evangelio de Jesucristo. Entre los corintios ha existido una pregunta acerca de la autoridad apostólica de Pablo (4:1-5; 9:1-23). Por eso, Pablo quiere establecer desde el principio que Jesucristo le ha llamado a ser apóstol.

Es importante que Pablo establezca su apostolado desde el principio. Los cristianos en Corintio han cuestionado su autoridad, y no puede cumplir la obra que Cristo le ha mandado cumplir si ellos no reconocen su autoridad como apóstol. Si Cristo le ha llamado a ser apóstol – le ha concedido autoridad apostólica – entonces, estos cristianos deben escucharle. Si Cristo no le hubiera concedido autoridad apostólica, tendrían el derecho de no escuchar.

Solemos pensar de doce apóstoles, pero después de suicidarse Judas, solo hubo once por un tiempo. Los apóstoles escogieron a Matías para suceder a Judas (Hechos 1:21-26), así volviendo a ser doce.

Más adelante, Pablo tuvo una visión del Cristo resucitado mientras en camino a Damasco. El Señor le dijo a Ananías de Pablo, “instrumento escogido me es éste, para que lleve mi nombre en presencia de los Gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos 9:15). Lucas (autor de Hechos) entonces se refiere “los apóstoles Bernabé y Pablo” (Hechos 14:14).

En sus cartas, Pablo habla de “Jacobo el hermano del Señor” como apóstol (Galatos 1:19), aunque Jacobo (Santiago) no fuera uno de los doce apóstoles originales (véase Mateo 10:2). Pablo se refiere a “los hermanos del Señor” de manera que sugiere que podrían haber sido apóstoles (1 Corintios 9:5). Habla de Andrónico y Junia como apóstoles (Romanos 16:7). Con el pasar del tiempo ha habido mucho más de doce apóstoles.

Pablo empieza la mayoría de sus cartas con una declaración de su apostolado (Romanos 1:1; 1 Corintios 1:1; 2 Corintios 1:1; Gálatas 1:1; Efesios 1:1; Colosenses 1:1; 1-2 Timoteo 1:1; Tito 1:1 – pero no en Filipenses, 1-2 Tesalonicenses, o Filemón), y se refiere a su apostolado en muchas otras ocasiones en sus cartas.

Pablo dice que Jesucristo le llamó para ser apóstol (la historia de su llamada se relata en detalle en Hechos 9:1-19).

“por la voluntad de Dios” (v. 1b). Pablo confirma su autoridad aún más al declarar que su llamada al apostolado por parte de Jesucristo obedecía la voluntad de Dios.

“y Sóstenes el hermano” (v. 1c). El nombre de Sóstenes solo aparece aquí en el Nuevo Testamento y en Hechos 18:17, donde Sóstenes aparece como el oficial de la sinagoga que sufrió una paliza en Corintio después de que el procónsul Galión se negara a escuchar sus quejas contra Pablo. Si éste es el Sóstenes mencionado previamente en este versículo, debía haber pasado por algún tipo de conversión para que Pablo hable de él como “hermano.” No obstante, Sóstenes era un nombre común, y también podría ser un hombre de quien no sabemos nada más de lo que dice este versículo.

“A la iglesia (ekklesia) de Dios que está en Corinto” (v. 2a). La palabra ekklesia es una combinación de dos palabras griegas – ek, preposición que significa “fuera” y kaleo, verbo que significa “llamar.” Los griegos utilizaban la palabra ekklesia para hablar de asambleas – reuniones de gente que había sido llamada o invitada a participar en una asamblea. Cristianos de la temprana iglesia apropiaron la palabra ekklesia para hablar de la iglesia, refiriéndose a personas llamadas por Dios a salir de un mundo para entrar en una comunidad santa. Es casi seguro que, en ese momento, estaban influenciados por el LXX (el Septuagésimo – la traducción griega del Antiguo Testamento), donde la palabra ekklesia a veces se usaba para referirse al pueblo de Israel.

El uso cristiano de la palabra ekklesia (“aquéllos llamados por Dios”) tiene mucho en común con las palabras “elegir” o “elección” (eklektos o ekloge), usadas en el Nuevo Testamento para hablar de aquéllos a quienes Dios escoge. La idea de elección data al Antiguo Testamento, donde Yahvé le dijo al pueblo de Israel, “Porque tú eres pueblo santo (hebreo: qadosh – apartado para cumplir un propósito santo) á Jehová tu Dios: Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la haz de la tierra” (Deuteronomio 7:6). Ambos casos (“aquéllos a quienes Dios ha llamado” y “aquéllos a quienes Dios ha elegido”), conllevan la idea de que gente ha sido llamada o elegida para ser gente santa, separada y distinta de la gente común del mundo.

Traducciones del Nuevo Testamento a menudo usan la palabra “iglesia” para traducir ekklesia. La palabra “iglesia” se remonta a la palabra griega kyrios, que significa “Señor.” Con el tiempo la palabra pasó de kyrios, a las palabras griegas kyriakos o kyriakon – a la palabra del Inglés Medio chirche – y a la palabra moderna church (iglesia).

Pablo habla de estos cristianos corintios como “la iglesia de Dios que está en Corinto” (v. 2a). La iglesia le pertenece a Dios, no a ellos. Ellos no son la iglesia de Corintio, sino la iglesia de Dios. Ellos no están a cargo – Dios está a cargo. Dios no depende de su sabiduría o su fuerza, sino que ellos dependen de la sabiduría de Dios, que a veces a los humanos parece imprudente (2:18-31). Pablo no dignifica el liderazgo local de la iglesia y no nombra sus líderes. Quiere que ellos entiendan que simplemente son la manifestación local de la iglesia en la ciudad de Corintio.

“santificados (hagiazo) en Cristo Jesús, llamados santos” (hagios) (v. 2b). Estas dos palabras griegas, hagiazo y hagios están relacionadas. Las dos hablan de santidad, una de las características principales de Dios. El pueblo de Dios es llamado a ser santo, porque Dios es santo (Levítico 19:2). La santidad es siempre derivativa – derivada de una relación con Dios. Solo Dios puede hacer santo a un pueblo.

Este entendimiento de santidad tiene raíces en el Antiguo Testamento, donde la palabra hebrea es qadosh – apartado para un propósito santo. El sábado es santo, porque Dios lo estableció para nosotros como un día de descanso y oración. Israel es santo porque Dios lo escogió para ser el pueblo de su pacto. El tabernáculo y el templo son santos porque Dios los apartó como lugares donde gente pudiera alabar y experimentar la presencia de Dios. Sacerdotes y levitas son santos porque Dios les apartó para ese servicio.

Para hacerse santo, uno debe separarse de lo común. Ser santo es ser llamado “fuera” del mundo pecador para poder entrar en una relación profunda y obediente con Dios en que la persona se hace más como Dios – más santa – y menos como el mundo pecador que le rodea.

Pablo dice de estos cristianos corintios que son “santificados” – que han sido hechos santos. Aunque prefiera aplazar mencionar su falta de santidad hasta después de estos párrafos de introducción, Pablo tiene mucho que decir en esta carta acerca de las divisiones que plagan la iglesia corintia (1:10-31; 3:1-23) y la inmoralidad sexual en la iglesia corintia (5:1-13) – y muchos otros pecados.

Pero a pesar de los pecados presentes, Pablo les recuerda a los cristianos corintios que han sido “llamados santos” – llamados para ser santos. Aunque en esta vida nunca llegarán a ser perfectamente santos, se deben esforzar para buscar santidad en su vida. Ser elegido por Dios para ser un pueblo santo conlleva obligaciones tanto como privilegios. Como el pueblo santo de Dios, Israel asumió la obligación de vivir como pueblo santo – de obedecer las leyes de Dios.

Pero al final, no es nuestro anhelo de santidad lo que nos hace santos, sino nuestra relación con Cristo. Él nos confiere la santidad que nunca podríamos atener por nuestra cuenta. Nuestros esfuerzos para vivir una vida santa son, simplemente, esfuerzos para ser fieles – para lograr llegar al estatus que Cristo ya nos ha concedido.

Gente hoy suele oír la palabra “santo” de manera distinta de lo que Pablo quiere comunicar en este versículo. Solemos oír la palabra “santo” de dos maneras. Un santo es una persona canonizada por la iglesia o una persona increíblemente virtuosa. En cualquier caso, no nos imaginamos que la santidad tenga algo que ver con nosotros. No es probable que seamos canonizados y no somos increíblemente virtuosos. Por eso empezamos a creer que somos todo menos santos – y no guardamos ninguna esperanza de jamás llegar a cualquier cosa que se parezca a la santidad.

No obstante, los corintios a quienes Pablo escribe esta carta son cristianos normales y corrientes – se encuentran un poco debajo de la norma en cuanto a llevar vidas virtuosas. Pero, de todos modos, Pablo les dice que son llamados para ser santos. ¿Quiere decir que, aunque no sean increíblemente virtuosos en el momento, Dios les ha llamado a ser santos? ¿Les está alentando a alcanzar una meta que no pueden lograr? ¡Claro que no! Pablo utiliza la palabra santo a menudo en sus cartas, y el uso más frecuente de la palabra es simplemente para referirse a creyentes normales y corrientes – no a una especie de súper-cristiano. En la mayoría de los casos, utiliza la palabra santo como sinónimo de creyente (Romanos 1:7; 8:27; 12:13; 15:25-26, 31; 16:2, 15, etcétera).

No obstante, también utiliza la palabra santo para recordar a los cristianos de la importancia de su llamada y para alentarles a llevar sus vidas esforzándose para cumplir esa llamada.

“y á todos los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en cualquier lugar, Señor de ellos y nuestro” (v. 2c). Antes en este versículo Pablo tomó un primer paso para desinflar los egos inflados de estos cristianos corintios al usar la frase, “iglesia de Dios”. No es su iglesia, sino la iglesia de Dios. Ahora Pablo va un paso más allá y sigue desinflando sus egos. Estos cristianos corintios no son la iglesia, sino la iglesia en Corintio – una pequeña parte de una entidad más grande.

Pablo escoge sus palabras con delicadeza. En lugar de decirles que son una pequeña parte de una gran empresa, simplemente añade unas palabras de inclusión a su saludo para incluir a todo cristiano en todas partes. Al hacerlo, les da un gentil recordatorio de que la iglesia es más grande que ellos – un pequeño grupo de creyentes en Corintio. Al añadir, “Señor de ellos y nuestro,” les recuerda que están ligados a otros cristianos en todas partes por medio del Señorío de Jesucristo.

“Gracia (charis) y paz (eirene) de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo” (v. 3). Según la tradición, Pablo empezó esta carta identificándose a sí mismo y a quienes dirigía la carta. Ahora continúa con la costumbre y ofrece buenos deseos – en este caso una oración para los que reciben la carta. Reza para que Dios el Padre y Señor Jesucristo les conceda ambos gracia (charis) y paz (eirene).

Fee anota que los griegos a menudo usaban la palabra chairein, que significa “regocijar” como saludo – y que Pablo tomó ese saludo secular y lo adaptó para su propósito cristiano diciendo charis (gracia) en lugar de chairein (saludos).

Gracia (charis) es una palabra importante en el Nuevo Testamento, especialmente en las epístolas de Pablo. El entendimiento de charis en el Nuevo Testamento tiene raíces en la palabra hebrea hesed, que se usa en el Antiguo Testamento para hablar del amor, el cariño, la merced, y la lealtad de Dios.

Los griegos a menudo utilizaban la palabra charis para referirse a un patrocinio (el apoyo de un patrón, económico o político). Para los griegos, la palabra charis conllevaba generosidad – una generosidad que exige lealtad por parte del que la recibe.

Es fácil comprender, por lo tanto, la razón por qué Pablo adaptó charis al Evangelio. Charis cristiano es el don de la salvación dado por Dios a todos los que aceptan el Señorío de Jesucristo. Dios, por lo tanto, es el patrón – el benefactor. Igual que nosotros nunca podríamos repagar a una persona que nos dejara una herencia de tamaño inimaginable, tampoco podemos repagar a Dios por el don de la salvación. Sin embargo, si un patrón nos diera riqueza inimaginable, le seríamos fieles a ese patrón, usando el dinero de manera consistente con sus deseos o valores. Así también, podemos ser fieles al Dios que nos da salvación, viviendo según su voluntad.

Paz (eirene) también es una palabra importante que aparece casi cien veces en el Nuevo Testamento. El entendimiento cristiano de eirene tiene raíces en la palabra hebrea shalom, que se utiliza frecuentemente en el Antiguo Testamento. El LXX (la traducción griega del Antiguo Testamento) utiliza la palabra griega eirene para traducir shalom casi doscientas veces.

Ambos eirene y shalom, como aparecen en la Biblia, significan más que la ausencia de violencia – aunque sí pueden significar eso (Jueces 4:17; 1 Samuel 7:14). Ambos eirene y shalom connotan el tipo de bienestar que solo se puede derivar de una profunda relación con Dios. Transmiten la plenitud que viene al tener la imagen de Dios, una vez destruida por el pecado, restaurada en el creyente.

“de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo” (v. 3b). Pablo no deja lugar a dudas en cuanto a la fuente de gracia y paz. Son bendiciones concedidas por “Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo” – no algo que estos cristianos corintios puedan lograr por sí mismos.

Esta es la cuarta referencia a Jesucristo en tres versículos. En tres de las cuatro, el nombre de Jesucristo está ligado específicamente al nombre de Dios. Pablo tiene un gran entendimiento de Cristología (el entendimiento de la persona y obra de Dios), y seguiremos viendo como Pablo usa el nombre de Jesucristo frecuentemente en los versículos que siguen.

1 CORINTIOS 1:4-9: GRACIAS DOY Á MI DIOS SIEMPRE POR VOSOTROS

4Gracias doy á mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os es dada en Cristo Jesús; 5Que en todas las cosas sois enriquecidos en él, en toda lengua (griego: logos) y en toda ciencia (griego: gnosis); 6Así como el testimonio (griego: marturion) de Cristo ha sido confirmado (griego: bebaioo) en vosotros: 7De tal manera que nada os falte en ningún don (griego: charismati), esperando (griego: apekdechomai) la manifestación de nuestro Señor Jesucristo: 8El cual también os confirmará (griego: bebaioo) hasta el fin, para que seáis sin falta en el día de nuestro Señor Jesucristo. 9Fiel es Dios, por el cual sois llamados á la de su Hijo Jesucristo nuestro Señor.

Gracias doy á mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os es dada en Cristo Jesús” (v. 4). Una vez asistí un funeral donde el pastor habló brillantemente sobre un hombre cuya vida había sido todo menos brillante. Después del funeral, alguien me preguntó, “¿de quién estaba hablando?”

Nos podríamos hacer la misma pregunta de Pablo aquí. ¿De quién está hablando? ¿Está hablando de la iglesia corintia que ha sufrido a causa de sus muchas divisiones (1:10-17)? ¿Está hablando de cristianos que se han involucrado o que han ignorado la inmoralidad sexual en la iglesia (5:1-13)? ¿Está hablando de creyentes que se han dirigido a la corte civil para presentar cargos uno contra otro (6:1-11)? ¿Habla de gente que guarda la Cena del Señor entre ricos que tienen mucho que comer cuando los pobres no tienen nada – con algunos de ellos hasta emborrachándose (11:17-22)?

Unos creen que aquí Pablo utiliza sarcasmo. Si es así, es porque pretende avergonzar a estos cristianos corintios – recordarles de lo lejos que están de la vida a la que Dios les ha llamado. Otros, sin embargo, lo ven como un honesto agradecimiento por parte de Pablo por estos cristianos corintios y la gracia que han recibido. Creo que el segundo de estos es el correcto:

• Pablo es una persona muy directa (como pronto se verá en esta carta), y no necesita sarcasmo ni avergonzar a nadie.

• Comprende que “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Y que todos somos “justificados gratuitamente por su gracia” (Romanos 3:24) – y puede apreciar la fe aun de cristianos que no llegan al ideal cristiano.

• Ha experimentado personalmente el conflicto interno que hace que gente buena actúe mal, y entiende que la gracia de Dios es su única esperanza (Romanos 7:14-25).

• No niega que estos corintios son cristianos. Si son cristianos, han recibido la gracia de Dios, y es apropiado que Pablo de gracias por eso.

• No les felicita por lo que han hecho, pero da las gracias por lo que han recibido. Al hacerlo, pasa el énfasis de lo que ellos han hecho a lo que Dios ha hecho por ellos.

• En los versículos que siguen, Pablo detalla las bendiciones que los cristianos de Corintio han recibido de Dios.

“Que en todas las cosas sois enriquecidos en él, en toda lengua (logos) y en toda ciencia” (gnosis) (v. 5). Dios ha enriquecido a los cristianos corintios con los dones de lengua y ciencia:

• Lengua (logos): La palabra griega, logos, a menudo se traduce como “palabra” (Juan 1:1) o “decir” o “hablar.” Tiene que ver con la comunicación.

Gente de los tiempos de Pablo disfrutaba de la retórica (el arte de hablar o escribir con efectividad). La oratoria proveía una manera de convencer, persuadir, y mover a la gente. Es un don poderoso.

No obstante, cualquier don se puede utilizar con fines malvados. El mayor don de Adolfo Hitler era su capacidad oratoria, pero su uso llevó a la muerte a millones de personas.

Como Pablo sugiere en capítulos 12-13, los cristianos corintios estaban muy orgullosos de sus dones espirituales, en particular del don de hablar en lenguas. Aunque éste era un don legítimo, su enfoque en este don les llevó al orgullo espiritual y no a tratar de apropiar dones más significativos. Más adelante en esta carta, Pablo dice, “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo caridad, vengo á ser como metal que resuena, ó címbalo que retiñe” (13:1).

• Ciencia (gnosis): La ciencia (la sabiduría) es un don importante. Los corintios eran prósperos y sofisticados – y los cristianos corintios se orgullecían de su sabiduría. No obstante, más adelante en esta carta Pablo dirá, “Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese toda la fe, de tal manera que traspasase los montes, y no tengo caridad, nada soy” (13:2).

Estos dones de lengua y ciencia por los que se enorgullecen, se han convertido en ocasión para pecar. Aunque son dones legítimos, estos cristianos necesitan reconocerlos como dones y no como logros personales. Necesitan utilizar estos dones para servir a los demás. Si lo hacen, estos dones les bendecirán – y a los demás también. Es con este entendimiento que Pablo puede dar gracias que estos cristianos corintios hayan recibido estos dos dones espirituales.

“Así como el testimonio (marturion – testigo o testimonio) de Cristo ha sido confirmado (bebaioo) en vosotros” (v. 6). La palabra marturion es la palabra de donde viene nuestra palabra mártir. La razón por la conexión entre marturion y mártir debe ser obvia. Cristianos de la temprana iglesia a menudo eran perseguidos y hasta matados por testificar de Cristo. Cuando oímos a Jesús decir, “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame,” raras veces interpretamos sus palabras como un reto para ir y morir con él – pero eso es exactamente lo que han hecho muchos cristianos alrededor del mundo durante siglos. El discipulado, para la mayoría de nosotros, es algo mucho más tranquilo de lo que Cristo pretendía que fuese.

La palabra bebaioo se puede traducir como fortalecido, confirmado, o garantizado. Lo veremos de nuevo en versículo 8.

Aunque éste es un versículo difícil, Pablo parece decir que Dios ha fortalecido a estos cristianos en Corintio para que testifiquen de su fe. Sus dones de lengua y ciencia, utilizados debidamente, pueden ser parte de esa fortaleza.

“De tal manera que nada os falte en ningún don” (charismati) (v. 7a). Anote la similitud entre las palabras charis (gracia) y charismati (don espiritual). Ambos charis y charismati son dones concedidos por un Dios benevolente.

“esperando (apekdechomai) la manifestación de nuestro Señor Jesucristo” (v. 7b). La palabra apekdechomai habla de una expectativa – una espera que ansía el momento – el tipo de espera que alienta a la persona a prepararse activamente para la venida de Cristo.

Aquí, cuando Pablo habla de “la manifestación de nuestro Señor Jesucristo,” es casi seguro que está hablando escatológicamente (del fin del tiempo y de la Segunda Venida de Jesús). Dios les ha dado a estos cristianos corintios ciertos dones espirituales (charismati) para que puedan cumplir los requisitos del discipulado mientras esperan la venida del Señor.

“El cual también os confirmará (bebaioo) hasta el fin, para que seáis sin falta en el día de nuestro Señor Jesucristo” (v. 8). Como se anota arriba, la palabra bebaioo se puede traducir como fortalecido, confirmado, o garantizado. Este versículo puede significar que Dios fortalecerá a estos cristianos corintios para que sean contados entre los inocentes cuando Cristo venga de nuevo – o que Dios garantizará su inocencia ese día. De cualquier modo, Dios es el agente responsable. Dios, no estos corintios, es el que puede prepararles para la venida de Jesús. No es que ese día serán inocentes, sino que Dios les contará entre los inocentes por su fe en Jesucristo. De hecho, a medida que Pablo continúa con esta carta, es aparente que estos cristianos corintios son mucho menos que inocentes. Su única esperanza (y la nuestra) es la gracia de Dios.

“Fiel es Dios” (v. 9a). La confianza de Pablo en que estos cristianos corintios serán contados entre los inocentes el Día del Juicio no se basa en su lealtad, sino en la lealtad de Dios. Dios es de fiar, porque nos ama con amor firme. Igual que Dios continuó su relación con Israel por medio del pacto a través de momentos buenos y malos, así también nosotros podemos confiar que continuará su relación con nosotros a pesar de nuestros pecados. No obstante, también debemos anotar que Dios permitirá que rompamos esa relación si elegimos hacerlo.

“por el cual sois llamados á la de su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (v. 9b). En versículo 1, Pablo declaró frente estos cristianos de Corintio que él había sido llamado a ser apóstol. Ahora les dice que ellos han sido “llamados á la de su Hijo Jesucristo nuestro Señor.” Este compañerismo es un privilegio que no podemos ganar. Es un gran privilegio – como tener acceso a un presidente o a un rey. Sin embargo, Dios llama a toda la gente a participar en ese compañerismo, y todos los que respondan con fe disfrutarán de él.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada en http://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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