COMENTARIO

1 Samuel 8:4-20; 11:14-15

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

1 Samuel 8:4-20; 11:14-15

EL CONTEXTO:

 Capítulo 7 nos relató que Samuel ejerció de juez sobre Israel “todo el tiempo que vivió” (7:15). Un juez hacía más que presidir en un salón de corte, gobernaba y mandaba las fuerzas militares. En general, los jueces de Israel solían liderar regiones y no una nación entera, pero Samuel ha sido la excepción. Su mandato sí fue nacional (3:20; 4:1; 7:3).

Cuando los filisteos se preparaban para atacar Israel, el pueblo de Israel le clamó a Samuel para que pidiera la ayuda de Dios. Samuel lo hizo, y “Jehová le oyó” (7:9) – “Mas Jehová tronó aquel día con grande estruendo sobre los Filisteos, y desbaratólos, y fueron vencidos delante de Israel. Y saliendo los hijos de Israel de Mizpa, siguieron á los Filisteos, hiriéndolos hasta abajo de Beth-car” (7:10-11). Como resultado “fueron restituídas á los hijos de Israel las ciudades que los Filisteos habían tomado á los Israelitas, desde Ecrón hasta Gath, con sus términos: é Israel las libró de mano de los Filisteos. Y hubo paz entre Israel y el Amorrheo” (7:14a).

Capítulo 7, por lo tanto, demuestra que el pueblo de Israel está en buenas manos con el Señor y un juez leal. No había necesidad de un rey, pero “estamos más dispuestos a abandonar el camino de Dios durante los buenos tiempos que en momentos de necesidad. La prosperidad parece ser tierra más fértil para criar descontento y pecado que la pobreza” (Peterson, 55).

1 SAMUEL 8:1-3: LOS HIJOS DE SAMUEL PERVIRTIERON EL DERECHO

 1Y aconteció que habiendo Samuel envejecido, puso sus hijos por jueces sobre Israel. 2Y el nombre de su hijo primogénito fué Joel, y el nombre del segundo, Abia: fueron jueces en Beer-sebah. 3Mas no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se ladearon tras la avaricia, recibiendo cohecho y pervirtiendo el derecho.

Aunque estos versículos no estén incluidos en la lectura del leccionario, forman una introducción esencial antes de establecer varios puntos importantes:

Primero, Samuel, el líder indiscutible de Israel, ha envejecido. Han pasado años desde la victoria en Mizpa, y la memoria que la gente tiene de esa batalla se ha disipado. Aún peor, Samuel es anciano y no será líder mucho más tiempo. Puede que haya perdido su vigor y que su liderazgo ya no sea efectivo.

Segundo, Samuel ha nombrado a sus dos hijos, Joel y Abia, jueces en Beer-seba, la parte sur de la nación. Parece que Samuel prefería que sus hijos ejercieran de jueces en zonas poco pobladas para estar mejor preparados cuando llegara el momento de reemplazarle tras su muerte. Esto sería un poco raro, ya que el oficio de juez no solía ser algo que se heredaba. Sin embargo, el Señor suele alzar jueces para responder a necesidades particulares.

Tercero, aunque los hijos de Samuel llevan nombres relacionados con el nombre de Dios (Joel significa “Jehová es Dios;” Abia significa “Jehová es mi padre”), no han seguido el ejemplo de fiel liderazgo de Samuel. Han regido con egoísmo y sin ética, aceptando sobornos y pervirtiendo la justicia. Su proceder nos recuerda al de los hijos de Elí, el sacerdote, que también eran egoístas y poco éticos – hasta trataban las ofrendas del templo con desprecio (2:11 y continuación).

Una gran diferencia entre estos dos casos es que el Señor cortó relaciones con Elí y su familia entera porque Elí había fracasado en disciplinar a sus hijos (2:31). En el caso de Samuel no se percibe esta amenaza – quizá porque los pecados de los hijos de Elí, quienes profanaban las ofrendas sagradas, eran más graves que los pecados de los hijos de Samuel.

Pero no hay duda que Samuel pretende que sus hijos le sucedan, aunque está claro que no se lo merecen. Samuel parece estar cegado ante sus pecados. Por eso, no es de extrañar que los ancianos de Israel se reúnan para resolver los problemas que han surgido con el liderazgo a causa de la avanzada edad de Samuel y los pecados de sus hijos.

1 SAMUEL 8:4-6a: CONSTITÚYENOS AHORA UN REY QUE NOS JUZGUE, COMO TODAS LAS GENTES

4Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron á Samuel en Rama, 5Y dijéronle: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no van por tus caminos: por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como todas las gentes (hebreo: goy·im). 6aY descontentó á Samuel esta palabra que dijeron: Danos rey que nos juzgue.

“Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron á Samuel en Rama” (v. 4). Gracias a su edad y buena reputación los ancianos de Israel son los líderes respetados. Una convocatoria de ancianos representa una autoridad significativa que Samuel no puede ignorar.  Aunque él mismo no esté sujeto a esta autoridad, la opinión colectiva de estos ancianos lleva su peso.

Como se anota arriba, los ancianos están preocupados por la sucesión en el liderato. Samuel ha envejecido y sus hijos se han mostrado ineptos para sucederle.

Rama está a unas 5 millas (8 km) al norte de Jerusalén, y había sido el hogar de los padres de Samuel (1:19; 2:11). Samuel también ha hecho su hogar allí (7:17).

“He aquí tú has envejecido, y tus hijos no van por tus caminos” (v. 5a). Los ancianos presentan el caso claramente. Samuel es viejo y sus hijos no merecen heredar su puesto.

“por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue” (v. 5b).  Samuel ha regido mucho tiempo sobre Israel y ha nombrado a jueces en distintas regiones. Ahora, estos ancianos quieren que Samuel nombre un rey para la nación entera. Quieren un rey que mande el ejército en batalla contra los enemigos de Israel y, al mismo tiempo, que se ocupe de las cosas mundanas y diarias del gobierno.

El libro de Deuteronomio concede a Israel el derecho de tener un rey, siempre que lo escojan entre ellos y que no sea un rey extranjero (Deuteronomio 17:14-15). Pero los ancianos de Israel no mencionan esta cláusula de la ley cuando hablan con Samuel acerca de un rey. Esto ha causado que algunos eruditos sospechen que esos versículos de Deuteronomio fueran añadidos posteriormente.

No obstante, el mismo pasaje que permite que Israel tenga un rey también delinea una serie de prohibiciones sobre el rey, precisamente para prevenir los abusos que Samuel relatará a los ancianos en versículos 11-17. El rey no ha de adquirir muchos animales o esposas – ni debe adquirir grandes cantidades de plata y oro – ni debe exaltarse a sí mismo sobre el pueblo (Deuteronomio 17:16-20). Lamentablemente, la naturaleza humana es lo que es y estas prohibiciones serán ignoradas la mayoría del tiempo.

“como todas las gentes” (goy·im). Aquí está el problema. Por mucho tiempo Israel no ha sido como otras naciones – ha sido distinta por muchas razones. Otras gentes (goy·im – palabra que a menudo se traduce como Gentiles) alaban muchos dioses o dioses de madera o de piedra. Israel alaba un solo Dios, y ese Dios es Yahvé. Yahvé ha sido su rey, el que les guio en el desierto hasta la Tierra Prometida. Yahvé les ha dado una serie de leyes que definen su identidad nacional – distinta a la de sus vecinos. Los hombres judíos llevan la marca de la circuncisión, no como los hombres de otras naciones. Los israelitas observan las leyes dietéticas incluidas en el Tora, no como las otras naciones. Israel observa el sábado y lo mantiene santo, al contrario de otras naciones. Así y de muchas otras maneras Israel no es como sus naciones vecinas. Su peculiaridad siempre fue parte del plan del Señor para ellos. El Señor les creó para ser su “reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:6). Pero ahora estos ancianos de Israel quieren ser “como todas las gentes.”

Y descontentó á Samuel esta palabra que dijeron: Danos rey que nos juzgue” (v. 6a). Una traducción más literal sería que para Samuel esto era algo malo.

Es probable que el descontento que siente Samuel se deba en parte a cuestiones personales. Ha sido gobernante de Israel por muchos años – casi toda la vida. Lo que los ancianos le piden sugiere que dudan de su liderazgo. Quizá solo estén preocupados por el futuro a causa de la edad de Samuel. Pero también puede ser que Samuel se haya debilitado con la edad, y que los ancianos no estén satisfechos con la manera en que Samuel ha llevado los asuntos de Israel en los últimos años. Los ancianos han mencionado explícitamente la triste situación de los hijos de Samuel, los cuales se han mostrado indignos de heredar el liderazgo de su padre. Samuel sabe de los pecados de sus hijos, pero aun así le sería difícil pasar por esta confrontación pública en esta reunión de ancianos.

Puede ser que el descontento de Samuel también se deba a cuestiones teológicas. Yahvé ha sido el rey de Israel. ¿Por qué querrían estos ancianos ascender un ser humano a este puesto – para desplazar a Yahvé como rey? ¿Por qué querrían ser como otras naciones cuando el Señor les ha hecho distintos?

1 SAMUEL 8:6b-9: OYE SU VOZ: MAS PROTESTA CONTRA ELLOS

6bY Samuel oró á Jehová. 7Y dijo Jehová á Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te dijeren: porque no te han desechado á ti, sino á mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. 8Conforme á todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, que me han dejado y han servido á dioses ajenos, así hacen también contigo. 9Ahora pues, oye su voz: mas protesta contra ellos declarándoles el derecho (hebreo: mis·pat) del rey que ha de reinar sobre ellos.

 “Y Samuel oró á Jehová” (v. 6b). Samuel estaba descontento por lo que pedían los ancianos, pero esto no sugiere que respondiera con ira. En vez, vuelve al Señor para que le guíe – esto es un homenaje a su costumbre de haber seguido toda la vida el liderazgo del Señor.

“Y dijo Jehová á Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te dijeren” (v. 7a). La respuesta del Señor a Samuel sorprende. En lugar de decirle a Samuel que rechace la petición de los ancianos – o que les castigue por su insolencia – el Señor le dice que les escuche. Esto insinúa que el Señor pretende que Samuel haga más que solamente escucharles – debe concederles lo que piden – debe permitirles tener un rey.

En parte, esto tiene un toque de elegancia. El Señor podía haber matado a estos ancianos por querer deshacerse de todo lo que distingue a Israel – de las características que la identifican como pueblo de Dios y de su adhesión a la ley del Tora. Pero en este caso el Señor cambia de táctica. Está dispuesto a darles lo que piden – esto es amor firme, porque pronto se darán cuenta de que tener un rey puede ser tan bueno como malo. Con el paso del tiempo sus reyes se convertirán en personas malas y corruptas. Israel sufrirá mucho bajo estos reyes.

“porque no te han desechado á ti, sino á mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (v. 7b). El Señor le asegura a Samuel que los ancianos, de hecho, se están revelando contra el Señor. Quieren poner un rey humano en el lugar del rey divino.

“Conforme á todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, que me han dejado y han servido á dioses ajenos, así hacen también contigo” (v. 8). El historial de quejas y de falta de lealtad por parte de Israel es demasiado largo para catalogarlo en detalle. Empezó aún antes de haber cruzado el Mar Rojo, cuando la gente se quejó con Moisés. “¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto?” (Éxodo 14:11). Después de cruzar el Mar Rojo la gente se volvió a quejar, “¿Qué hemos de beber?” (Éxodo 15:24). Después dijeron, “Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos á las ollas de las carnes, cuando comíamos pan en hartura; pues nos habéis sacado á este desierto, para matar de hambre á toda esta multitud” (Éxodo 16:3). Entonces desobedecieron las instrucciones de Moisés y almacenaron el maná (Éxodo 16:20). “Altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua que bebamos” (Éxodo 17:2). Y después viene la historia del becerro de oro (Éxodo 32).

Ahora pues, oye su voz: mas protesta contra ellos declarándoles el derecho (mis·pat) del rey que ha de reinar sobre ellos” (v. 9). Los ancianos han escogido su propio veneno y el Señor está dispuesto a dejarles beberlo – pero primero dirige a Samuel para que les advierta de las consecuencias que pueden esperar.

La palabra hebrea mis·pat se suele traducir como justicia, pero tiene otras traducciones. El sentido en este contexto es que Israel puede esperar que el rey ejerza su autoridad de maneras que encontrarán desagradables.

1 SAMUEL 8:10-18: ESTE SERÁ EL DERECHO DEL REY

10Y dijo Samuel todas las palabras de Jehová al pueblo que le había pedido rey. 11Dijo pues: Este será el derecho (hebreo: mis·pat) del rey que hubiere de reinar sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y pondrálos en sus carros, y en su gente de á caballo, para que corran delante de su carro: 12Y se elegirá capitanes de mil, y capitanes de cincuenta: pondrálos asimismo á que aren sus campos, y sieguen sus mieses, y á que hagan sus armas de guerra, y los pertrechos de sus carros: 13Tomará también vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras, y amasadoras. 14Asimismo tomará vuestras tierras, vuestras viñas, y vuestros buenos olivares, y los dará á sus siervos. 15El diezmará vuestras simientes y vuestras viñas, para dar á sus eunucos y á sus siervos. 16El tomará vuestros siervos, y vuestras siervas, y vuestros buenos mancebos, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras. 17Diezmará también vuestro rebaño, y seréis sus siervos. 18Y clamaréis aquel día á causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os oirá en aquel día.

“Y dijo Samuel todas las palabras de Jehová al pueblo que le había pedido rey” (v. 10). Samuel es profeta (3:20), y el trabajo del profeta es proclamar el mensaje que el Señor le dé. Aquí Samuel hace su trabajo con lealtad. Esto quiere decir que Samuel les dice a los ancianos que, si siguen pidiéndolo, podrán tener un rey – pero primero deben escuchar las consecuencias que sufrirán como resultado.

“Dijo pues: Este será el derecho (mis·pat) del rey que hubiere de reinar sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y pondrálos en sus carros, y en su gente de á caballo, para que corran delante de su carro” (v. 11). La primera consecuencia de nombrar un rey humano será la creación de un servicio militar institucionalizado. Estos ancianos verán a sus hijos y nietos reclutados para cumplir su servicio militar  en la caballería – en carros o a caballo – tropas temerosas que rompen las defensas más fuertes de los enemigos. También verán a sus hijos correr ante los carros del rey – al servicio de la infantería que apoya a la caballería – los verán hacer de espías y de guardaespaldas. Salomón llegará a tener “cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros, y doce mil jinetes” (1 Reyes 4:26).

Y se elegirá capitanes de mil, y capitanes de cincuenta” (v. 12a). Esta es la estructura típica de las grandes organizaciones, sean militares o no. Ejércitos modernos están compuestos de divisiones (unos 15.000 soldados bajo el mando de un General). Las divisiones están compuestas de brigadas (3.000 soldados bajo el mando de un Coronel). Las brigadas se dividen en batallones (800 soldados mandados por un Teniente Coronel). Los batallones están compuestos de compañías (200 soldados bajo el mando de un Capitán) que se dividen en pelotones (una docena de soldados liderados por un Sargento). Nadie puede ejercer control de manera efectiva en una gran organización sin un liderazgo estructurado hasta los niveles más bajos.

Esta mención de “capitanes de mil, y capitanes de cincuenta” nos da una idea del tamaño del ejército que estos ancianos verán bajo un rey humano. Habrá oficiales de muchos rangos – gente que exigirá respeto y buena paga. Para ser efectivos tendrán que llevar vidas disciplinadas y arriesgar la vida en batalla. Si el rey es un buen rey, se asegurará de que estos oficiales no abusen de su poder. Sin embargo, como verá Israel con el paso del tiempo, la proporción de reyes malos a buenos será bastante más alta.

Todo esto da que pensar. Con Yahvé de rey, Gedeón derrotó el ejército midianita con solo un grupo de 300 soldados (Jueces 11). ¿Estará Israel mejor con un rey al mando y un gran ejército?

Algunos eruditos proponen que este relato fue escrito después del reinado de Salomón, como un comentario negativo de su reinado. A pesar de esto, lo que sabe Samuel de los excesos de la monarquía también podría venir de observar a reyes extranjeros.

“pondrálos asimismo á que aren sus campos, y sieguen sus mieses, y á que hagan sus armas de guerra, y los pertrechos de sus carros” (v. 12b). Se necesitan grandes cantidades de comida, ropa, equipos, y armas para mantener una gran fuerza militar. El rey empleará a miles de personas para criar y preparar la comida – y para fabricar equipos y armas.                 

“Tomará también vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras, y amasadoras” (v. 13).  No solo empleará el rey a los hijos de Israel como soldados y agricultores y fabricantes de armas, pero también empleará a las hijas de Israel para dar de comer a los trabajadores del palacio y para proporcionar un servicio lujoso al rey y a sus mensajeros.

“Asimismo tomará vuestras tierras, vuestras viñas, y vuestros buenos olivares, y los dará á sus siervos” (v. 14).  Cómo se anota arriba, el rey no puede ejercer poder solo. Necesitará oficiales, militares y civiles, para aconsejarle y para llevar a cabo sus pólizas. Para estos puestos reclutará a los mejores y más inteligentes de Israel y compensará su trabajo con generosidad (y para asegurar su lealtad). El dinero vendrá de los bolsillos de los ciudadanos – por medio de impuestos, si el rey actúa justamente, o por medio de la expropiación si no es así.

“El diezmará vuestras simientes y vuestras viñas, para dar á sus eunucos y á sus siervos” (v. 15). Un diezmo es un décimo – la cantidad prescrita en el Torá que se debe entregar al Señor (Deuteronomio 14:22-29; 26:12-15). Samuel no sugiere que el rey vaya a desviar el diezmo del Señor para sus propios propósitos, sino que el rey exigirá su propio diezmo además del diezmo requerido para el Señor.

Aunque es probable que el rey no robe de las arcas del Señor, el hecho que el rey se sitúe a la misma altura que Yahvé – que merezca el mismo diezmo – es inquietante.

“El tomará vuestros siervos, y vuestras siervas, y vuestros buenos mancebos, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras. Diezmará también vuestro rebaño” (vv. 16-17a). El rey no solo reclamará sus hijos, hijas, tierra, y su diezmo, pero también expropiará lo mejor de su propiedad viviente – sus siervos y ganado.

“y seréis sus siervos” (v. 17b). Israel sufrió cientos de años de servidumbre en Egipto. Ahora Samuel les advierte de que están a punto de someterse a un nuevo tipo de servidumbre (aunque la palabra hebrea aquí puede significar siervos o vasallos además de esclavos). Sean siervos o esclavos, cuando estén bajo un rey no gozarán de la libertad que han disfrutado bajo el liderazgo del Señor.

La gente empezará a ver estas cosas durante los reinados de Saúl y de David, y con el reinado de Salomón las verán plenamente establecidas. “Y la despensa de Salomón era cada día treinta coros de flor de harina, y sesenta coros de harina. Diez bueyes engordados, y veinte bueyes de pasto, y cien ovejas; sin los ciervos, cabras, búfalos, y aves engordadas” (1 Reyes 4:22-23). Salomón mantendrá setecientas esposas y trescientas concubinas (1 Reyes 11:3). Imagínese el gasto. Imagínese la cantidad de personas que harían falta para transportar, preparar, y servir esa cantidad de comida.

Al morir Salomón, el pueblo de Israel le dirá a Roboam, hijo de Salomón, “Tu padre agravó nuestro yugo, mas ahora tú disminuye algo de la dura servidumbre de tu padre, y del yugo pesado que puso sobre nosotros, y te serviremos” (1 Reyes 12:4). Pero Roboam ignorará el buen consejo de sus consejeros más maduros (que le dicen a Roboam que “buenas palabras les hablares” (1 Reyes 12:7), y escuchará el consejo de consejeros impetuosos y con menos experiencia. Roboam les dirá, “Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré á vuestro yugo; mi padre os hirió con azotes, mas yo os heriré con escorpiones” (1 Reyes 12:14).

Como resultado Israel entrará en una rebelión (1 Reyes 12:17-19). Jeroboam creará un reino de las diez tribus del norte y la nación se separará hasta que Asiria llegue a poner fin a las tribus del norte.

Y clamaréis aquel día á causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os oirá en aquel día” (v. 18). Cuando eran esclavos en Egipto los israelitas clamaron al Señor y el Señor les salvó (Éxodo 3:7). Cuando enfrentaron retos y pidieron ayuda, el Señor respondió (Jueces 3:9, 15; 6:6-7; 10:10). Sin embargo, porque prefirieron un rey humano por encima del Señor, ahora el Señor no contestará su súplica de ser rescatados de su rey.

Samuel ha advertido a la gente, tal como el Señor le dijo que hiciera. Parece raro, sin embargo, que no proponga ninguna alternativa a este plan de poner un rey.

1 SAMUEL 8:19-20: EMPERO EL PUEBLO NO QUISO OÍR LA VOZ DE SAMUEL

19Empero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel; antes dijeron: No, sino que habrá rey sobre nosotros: 20Y nosotros seremos también como todas las gentes, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras.

“Empero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel; antes dijeron: No, sino que habrá rey sobre nosotros” (v. 19). Samuel es un profeta que transmite a la gente lo que el Señor le ha dicho que diga. Por eso, cuando la gente se niega a escuchar a Samuel, la verdad es que están rehusando escuchar al Señor. Desprecian la advertencia del Señor. Están convencidos de que quieren un rey y no están dispuestos a oír hechos ni opiniones que les cambie de idea. Tienen miedo y quieren seguridad. Han determinado que un rey les proveerá esa seguridad. Nada de lo que Samuel les pueda decir aminorará su determinación de tener un rey – y de pensar que un rey les traerá la seguridad que buscan.

“El retrato que el narrador pinta del rechazo de Israel ante las advertencias de Samuel recuerda al lenguaje que aparece en el Torá cuando describe el rechazo empecinado de Faraón ante Moisés; los dos ‘no quisieron oír’” (Bergen, 118).

“Y nosotros seremos también como todas las gentes” (v. 20a). De nuevo, éste es el problema. Estos ancianos quieren dejar atrás todo lo que les distingue como pueblo escogido de Dios. Quieren ser como otras naciones – naciones que no conocen a Yahvé.

“y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras” (v. 20b). Esto es lo que esperan lograr. Quieren un rey que gobierne y luche batallas por ellos. Buscan un salvador – alguien que les organice en cuestiones domésticas e internacionales – alguien que les traiga una economía fuerte y fuerzas militares poderosas. ¡Suena familiar!

No obstante, como esta gente descubrirá con el tiempo – hay reyes buenos y malos – pero todos serán fallidos.

1 SAMUEL 11:14-15: INVISTIERON ALLÍ Á SAÚL POR REY EN GILGAL

14Mas Samuel dijo al pueblo: Venid, vamos á Gilgal para que renovemos allí el reino. 15Y fué todo el pueblo á Gilgal, é invistieron allí á Saúl por rey delante de Jehová en Gilgal. Y sacrificaron allí víctimas pacíficas delante de Jehová; y alegráronse mucho allí Saúl y todos los de Israel.

 EL CONTEXTO:

En los capítulos entre el ocho y el once, el Señor escogió a Saúl como rey y Samuel le ungió y le proclamó rey (capítulos 9-10) – pero “los impíos dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar éste? Y tuviéronle en poco, y no le trajeron presente: mas él disimuló” (10:27).

Poco después, los amonitas quisieron avergonzar e intimidar a la gente de Jabes de Galaad. Saúl se enfureció al enterarse, y cortó un yugo de bueyes en pedazos que envió por todo Israel con mensajeros que proclamaban, “Cualquiera que no saliere en pos de Saúl y en pos de Samuel, así será hecho á sus bueyes” (11:7). La gente de Israel respondió y Saúl derrotó rotundamente a los amonitas. Aquéllos que seguían a Saúl propusieron matar a los impíos que antes se negaron a honrar a Saúl, pero Saúl respondió con piedad, “No morirá hoy ninguno, porque hoy ha obrado Jehová salud en Israel” (11:13).

“Mas Samuel dijo al pueblo: Venid, vamos á Gilgal para que renovemos allí el reino” (v. 14). Gilgal está cerca de Jericó a unas 6 millas (10 km) al oeste del Río Jordán y 12 millas (20 km) al norte del Mar Muerto. Es donde acampó el pueblo de Israel cuando primero llegaron a la Tierra Prometida (Josué 4:19). Después de ungir a Saúl (9:27 y continuación), Samuel mandó a Saúl que fuera a Gilgal y que esperara allí hasta que Samuel llegara (10:8). Ahora Samuel escoge Gilgal como el lugar donde renovar la realeza de Saúl.

“Y fué todo el pueblo á Gilgal, é invistieron allí á Saúl por rey delante de Jehová en Gilgal.” (v. 15a). Hay eruditos que consideran las palabras “invistieron allí a Saúl por rey delante de Jehová,” como “una renovada alianza con la realeza de Yahvé” (Tsumura, 312; véase también Baldwin, 98) y no como una rebelión contra Yahvé. Pero, según las palabras del Señor en versículo 7, esto no parece probable.

“Y sacrificaron allí víctimas pacíficas delante de Jehová; y alegráronse mucho allí Saúl y todos los de Israel” (v. 15b).  La gente celebra su victoria sobre los amonitas y también el ascenso de Saúl al trono. Querían un rey. Ahora lo tienen.

Estas ofrendas sacrificadas por la paz serían consumidas durante la celebración.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, de dominio público, situada en http://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html.  Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

 BIBLIOGRAPHY:

Baldwin, Joyce G., Tyndale Old Testament Commentaries:1 & 2 Samuel, Vol. 8 (Downers Grove, Illinois:  Inter-Varsity Press, 1988)

Bergin, Robert D., The New American Commentary: 1, 2 Samuel, Vol. 7 (Broadman & Holman Publishers, 1996)

Birch, Bruce C., The New Interpreter’s Bible: Numbers- Samuel, Vol. II (Nashville: Abingdon Press, 1998)

Brueggemann, Walter, Interpretation Commentary: I and II Samuel (Louisville: John Knox Press, 1973)

Cartledge, Tony W., Smyth & Helwys Bible Commentary: 1 & 2 Samuel (Macon, Georgia: Smyth & Helwys, 2001)

Craddock, Fred B.; Hayes, John H.; Holladay, Carl R.; Tucker, Gene M., Preaching Through the Christian Year, B (Valley Forge: Trinity Press International, 1993)

Evans, Mary J., New International Biblical Commentary: 1 and 2 Samuel (Peabody, Massachusetts: Hendrickson Publishers, Inc., 2000)

Gehrke, Ralph David, Concordia Commentary: 1 and 2 Samuel (St. Louis: Concordia Publishing House, 1968)

Holbert, John C., in Van Harn, Roger (ed.), The Lectionary Commentary: Theological Exegesis for Sunday’s Text. The First Readings: The Old Testament and Acts (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 2001)

Klein, Ralph W., Word Biblical Commentary: 1 Samuel, Vol. 10 (Dallas: Word Books, 1983)

Newsome, James D., in Brueggemann, Walter; Cousar, Charles B.; Gaventa, Beverly R.; and Newsome, James D., Texts for Preaching: A Lectionary Commentary Based on the NRSV –– Year B (Louisville: Westminster John Knox Press, 1993)

Peterson, Eugene H., Westminster Bible Companion: First and Second Samuel (Louisville: Westminster John Knox Press, 1999)

Tsumura, David Toshio, The New International Commentary on the Old Testament: The First Book of Samuel (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 2007)

Copyright 2016, Richard Niell Donovan