PASAJE BÍBLICO

Génesis 11:1-9

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

GÉNESIS 9-12: EL CONTEXTO

La historia de la Torre de Babel es una historia de rebelión (del pueblo de Babel) presentada entre dos historias de fiel obediencia (Noé y Abram). Para ver el contexto mas amplio, debemos volver a la historia de Noé y el diluvio (Génesis 7-9) – otra historia de rebelión (de los vecinos de Noé) también situada en el contexto de una historia de fiel obediencia (Noé). También, debemos adelantarnos a la historia de Abram (capítulo 12) – la gran historia de obediencia del Antiguo Testamento.

En la historia de Noé, cuando “prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento y cincuenta días” (7:24), “Acordóse Dios de Noé” (8:1). “Y bendijo Dios á Noé y á sus hijos, y díjoles: Fructificad, y multiplicad, y henchid la tierra” (9:1). Dios les comunicó a Noé y a sus hijos una serie de verdades y limitaciones particulares (9:2-6), y entonces repitió la orden de 9:1, diciendo, “Mas vosotros fructificad, y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella” (9:7). El pueblo de Babel no quiere ser extendido por el extranjero (11:4) y desobedece la orden de Dios de “henchid la tierra” (9:1) y “procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella” (9:7).

El contexto más amplio también incluye la historia de Abram en capítulo 12. Dios le dice a Abram, “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, á la tierra que te mostraré; Y haré de ti una nación grande, y bendecirte he, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición: Y bendeciré á los que te bendijeren, y á los que te maldijeren maldeciré: y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (12:1-3). Y “fuése Abram, como Jehová le dijo; y fue con él Lot: y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. Y tomó Abram á Sarai su mujer, y á Lot hijo de su hermano, y toda su hacienda que habían ganado, y las almas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir á tierra de Canaán” (12:4-5a). Hay un contraste dramático, entonces, entre el pueblo de Babel, que intenta permanecer en un lugar en vez de henchir la tierra como Dios le ha mandado, y Abram, que va adonde Dios le mande de su propia voluntad.

Por lo tanto tenemos el primer mandato de Dios, “Fructificad, y multiplicad, y henchid la tierra” (9:1). Después tenemos la rebelión del pueblo de Babel, determinado a no ser “esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (11:4). Entonces Abram obedece la orden de Dios, “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, á la tierra que te mostraré” (12:1).

GÉNESIS 11:1-9. EN BUSCA DE MÁS

Chrysostom escribió lo siguiente de esta historia: “Anote como la raza humana, en lugar de mantener sus propias limitaciones, siempre quiere mas y busca cosas más grandes. Esto es lo que la raza humana ha perdido, no estar preparada para reconocer las limitaciones de su propia condición, siempre deseando más, entreteniendo ambiciones más allá de sus capacidades. Cuando uno persigue cosas del mundo, acumulando riquezas y estatus, pierde de vista su propia naturaleza, y aspira hasta tan alto que cae hasta las más profundas profundidades. Esto se ve cada día sin otros siendo más sabios por haberlo visto. Pausan un momento, pero inmediatamente pierden todo recuerdo de ello, y toman el mismo camino que los demás, cayendo por el mismo precipicio.”

GÉNESIS 11:1-2. ENTONCES TODA LA TIERRA DE UNA LENGUA

1Era entonces toda la tierra de una lengua y unas mismas palabras. 2Y aconteció que, como se partieron de oriente, hallaron una vega en la tierra de Sinar, y asentaron allí.

“Era entonces toda la tierra de una lengua y unas mismas palabras” (v. 1). Este versículo sigue inmediatamente después de la Tabla de Naciones (capítulo 10) que describe las divisiones y rupturas entre los descendientes de Noé (véase en particular 10:5, 10-12, 18, 20, 25, 31-32). Sin embargo, a pesar de las lenguas que aparecen en capítulo 10, versículo 11:1 dice que la gente aún disfrutaba de una lengua común en el momento de poner en marcha el plan de construir una ciudad y una torre. Hay dos maneras de reconciliar las lenguas diferentes que aparecen en capítulo 10 con la única lengua que aparece en capítulo 11:

• La primera posibilidad es que capítulos 10 y 11 “no aparecen en orden cronológico, en vez, capítulo 11 vuelve hacia atrás y complementa capítulo 10 desde otra perspectiva. En 10:1-32 el autor liga el pluralismo con el crecimiento natural de la humanidad después del diluvio. Esta palabra positiva (pluralismo) podría haber sido importante en el principio… No obstante, en Génesis 11:1-9, trae un tono negativo a estos eventos a causa del fallo humano y el juicio divino” (Fretheim, 410). Wenham anota que ésta es la cuarta historia en pareja de Génesis 1-11, donde una historia positiva es seguida por una negativa. Las otras tres son: (1) la creación y la caída y asesinato de Abel, (2) la prosperidad de los descendientes de Adán y el diluvio, (3) el pacto de Noé y su embriaguez (Wenham, 242). Esto apoya el comentario de Wenham que dice que capítulos 10 y 11 no están en orden cronológico – que cuestiones literarias (como emparejar una historia positiva con una negativa) han tomado precedencia sobre el orden cronológico.

• La segunda posibilidad es que la gente tenía lenguas diferentes (como en capítulo 10), pero que también tenían una lengua en común (como en capítulo 11).

Versículo 1 presenta temas que se repiten a lo largo de este pasaje – “toda la tierra” (vv. 1, 4, 8, 9) y “lengua” o “habla” (vv. 1, 6, 7, 9).

Versículos 1 y 9 hacen como paréntesis que contienen la historia y marcan los cambios dramáticos iniciados por Dios en respuesta a la rebelión del pueblo:

• Al comenzar la historia, todos tienen el mismo lenguaje y las mismas palabras, así describiendo la unidad de la gente (v. 1).

• Al final de la historia, la lengua se confunde y la gente se dispersa, así describiendo su falta de unidad (v. 9) (Roop, 82).

“como se partieron de oriente” (v. 2a). La palabra “este” nos recuerda de la historia de creación donde Dios “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía á todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (3:24). También nos recuerda: “Y salió Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén” (4:16).

hallaron una vega en la tierra de Sinar, y asentaron allí” (v. 2b). En el capítulo previo, aprendimos que la tierra de Sinar incluye Babel, Erech, y Accad (10:10).

GÉNESIS 11:3-4. VAMOS, EDIFIQUÉMONOS UNA CIUDAD Y UNA TORRE

3Y dijeron los unos á los otros: Vaya, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y fuéles el ladrillo en lugar de piedra, y el betún en lugar de mezcla. 4Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.

“Y dijeron los unos á los otros: Vaya, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y fuéles el ladrillo en lugar de piedra, y el betún en lugar de mezcla” (v. 3). Frases exhortativas como “hagamos” y “edifiquémonos” se repiten tres veces en esta historia – las primeras dos como parte de la rebelión de la gente y la tercera como parte de la respuesta de Dios. La gente dice, “Vaya, hagamos ladrillo” (v. 3) y “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre” (v. 4). Dios dice, “descendamos, y confundamos allí sus lenguas” (v. 7).

Aunque los israelitas construían con piedra, los babilónicos lo hacían con ladrillo. Israelitas conocían los ziggurats babilónicos (grandes torres escalonadas en forma de pirámide) construidas de ladrillo de barro en el interior y ladrillo cocido en el exterior (Enciclopedia Británica). El ladrillo cocido dura mucho más que el de barro, y el betún (asfalto o brea) es un mortero duradero. La determinación de esta gente de cocer sus ladrillos bien y de usar el mejor mortero refleja su preocupación por una arquitectura duradera – busca seguridad a través de propio ingenio y esfuerzo en vez de buscarla a través de la fe en Dios.

“Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre” (v. 4a). El ‘vamos’ repetido en estas exhortaciones refleja la autonomía de su voluntad. Están determinados a construir una ciudad donde reunirse sin tener que obedecer la orden de Dios para “henchid la tierra” (9:1). Aunque algunos eruditos interpretan este versículo como polémica en contra de ciudades, es probable que la cuestión aquí sea la rebelión – un problema que no se limita a las ciudades.

“una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo” (v. 4b). Como se anota arriba, los ziggurats babilónicos eran grandes torres escalonadas en forma de pirámide. Las ruinas del ziggurat más grande que permanece hoy en pie son de 335 pies (102 metros) cuadrados y de 80 pies (24 metros) de altura. Se piensa que originalmente este ziggurat habría tenido más del doble de altura – la altura de un edificio moderno de dieciséis pisos (Enciclopedia Británica).

“cuya cúspide llegue al cielo” (v. 4b). Aunque es posible que esta frase se refiera solo una estructura alta, como nuestros rascacielos, la respuesta de Dios (vv. 6-8) sugiere que “el cielo” muestra la ambición del pueblo para cerrar el espacio entre el reino humano (la tierra) y el divino (los cielos). Es una ambición rebelde, muy parecida a la ambición del hombre y la mujer en el huerto (3:6) y la gente del día de Noé (6:1-4).

“y hagámonos un nombre” (v. 4c). En el próximo capítulo, Dios le promete a Abraham: “engrandeceré tu nombre” (12:2), pero esta gente toma el asunto en sus propias manos. En lugar de dejar que Dios engrandezca su nombre, se proponen hacerse un nombre por si mismos.

“por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (v. 4d). Como se anota arriba, Dios les ha llamado para “henchid al tierra” (9:1), pero resisten la llamada.

GÉNESIS 11:5-7. AHORA, DENCENDAMOS, Y CONFUNDAMOS SUS LENGUAS

5Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres (hebreo: bene ha adam – hijos del hombre). 6Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un lenguaje: y han comenzado á obrar, y nada les retraerá ahora de lo que han pensando hacer. 7Ahora pues, descendamos, y confundamos allí sus lenguas, para que ninguno entienda el habla de su compañero.

“Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres (bene ha adam – hijos del hombre) (v. 5). Este no es un Dios desinteresado, sino uno que desciende desde el reino celestial al terrenal para inspeccionar la ciudad y la torre. Lo irónico es que la torre, cuya intención era llegar a los cielos, es tan baja que el Señor ha de bajar a inspeccionarla. Lo importante, desde el punto de vista de la gente, es insignificante en comparación con Dios. No obstante, Dios no considera su motivo insignificante. Su ambición es llegar al reino celestial por su propia voluntad, y Dios no toma su hubris (orgullo) levemente.

La frase, bene ha adam – “hijos del hombre” – une el pueblo de Babel con ha adam (el hombre) del huerto de Edén. La rebelión orgullosa del pueblo de Babel es como la rebelión orgullosa en el huerto. Ambas pretenden elevarse sobre limitaciones humanas y adoptar prerrogativas celestiales. El Salmista dice:

1¿Por qué se amotinan las gentes,
Y los pueblos piensan vanidad?
2Estarán los reyes de la tierra,
Y príncipes consultarán unidos
Contra Jehová, y contra su ungido, diciendo:
3Rompamos sus coyundas,
Y echemos de nosotros sus cuerdas (Salmo 2:1-3).

“He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un lenguaje: y han comenzado á obrar, y nada les retraerá ahora de lo que han pensando hacer” (v. 6). Se podría pensar que Dios considerara la posible fuerza de esta gente como una amenaza, pero eso no es el caso. El Salmista continúa:

4El que mora en los cielos se reirá;
El Señor se burlará de ellos (Salmo 2:4).

El problema no es que el pueblo se atreva a llegar a los cielos y usurpar el poder de Dios, sino que sea permitido el éxito en su gran aventura de la torre del cielo, y así animarse a seguir adelante con otras rebeliones aún más serias.

“Ahora pues, descendamos, y confundamos allí sus lenguas, para que ninguno entienda el habla de su compañero” (v. 7). “Las palabras ‘descendamos’ y ‘confundamos’ indican que Dios puede consultar con otros seres divinos” (Fretheim, 345). ¿Quiénes son estos seres divinos? Deben incluir “el ejército de los cielos” (1 Reyes 22:19), “los hijos de Dios” (Job 1:6), y los serafines que asisten a Dios (Isaías 6:2). También nos acordamos del Prólogo del Evangelio de Juan. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho” (Juan 1:1-3a).

GÉNESIS 11:8-9. ASÍ LOS ESPARCIÓ JEHOVÁ SOBRE LA FAZ DE LA TIERRA

8Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. 9Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.

“Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad”(v. 8). Uno de los motivos por construir la ciudad y la torre era evitar ser esparcidos “sobre la faz de toda la tierra” (v. 4), pero ahora se encuentran extendidos de todos modos – forzados a cumplir la orden de “henchid la tierra” (9:1). Extendidos, ya no pueden continuar con la construcción de la ciudad.

Es importante anotar aquí que el pecado termina en relaciones rotas y difundidas. Aunque al principio pueda parecer que el pecado trae grandes ganancias (la ciudad y la torre de Babel – o, por ejemplo, los comienzos de la fuerza de Alemania Nazi – el pecado siembra la semilla de su propia destrucción.

“Por lo tanto se llamó Babel, porque el Señor confundió la lengua de toda la tierra; y de ahí el Señor les esparció por la faz de toda la tierra” (v. 9). La gente quería hacerse un nombre, pero el nombre que logró es Babel (bab-li), que literalmente significa “puerta de Dios” (Von Rad, 150, Brown, Driver, y Briggs, 93).

La palabra “Babel” se relaciona con Babilón, capital de Babilonia, la nación dominante en el segundo milenio a.C. Nabucodonosor conquistó Judea en 586 a.C. y forzó los judíos a medio siglo de exilio en Babilonia (2 Reyes 24-25). Durante el exilio, judíos llegaron a conocer los ziggurats babilónicos, un hecho que seguramente influyó el relato de la historia de Babel – como una bofetada por parte de cuentistas judíos hacia sus opresores babilónicos.

HECHOS 2: PENTECOSTÉS

Hechos 2 habla de un día en la vida de la iglesia cuando las barreras del lenguaje, erigidas en Babel, fueron violadas por la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

BIBLIOGRAFÍA:

Brown, Francis; Driver, S.R.; and Briggs, Charles A., The Brown-Driver-Briggs Hebrew and English Lexicon (Peabody, Massachusetts: Hendrickson Publishers, 1906, 2004)

Brueggemann, Walter, Interpretation Commentary: Genesis (Atlanta: John Knox Press, 1982)

Tucker, Gene M., in Craddock, Fred B.; Hayes, John H.; Holladay, Carl R.; Tucker, Gene M., Preaching Through the Christian Year, B (Valley Forge: Trinity Press International, 1993)

Fretheim, Terence E., “The Book of Genesis,” The New Interpreter’s Bible, Volume 1: General Old Testament Articles, Genesis, Exodus, Leviticus (Nashville: Abingdon Press, 1994.

Hamilton, Victor P., The New International Commentary on the Old Testament: The Book of Genesis, Chapters 1-17 (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1990)

Louth, Andrew, Ancient Christian Commentary on Scripture, Old Testament I, Genesis 1-11, (Downer’s Grove, Illinois: InterVarsity Press, 2001)

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Plaut, W. Gunther, The Torah: A Modern Commentary (Revised Edition) (New York: Union for Reform Judaism, 2005)

Roop, Eugene F., Believers Church Bible Commentaries: Genesis (Scottdale, PA: Herald Press, 1987)

Towner, W. Sibley, Westminster Bible Companion: Genesis (Louisville: Westminster John Knox Press, 2001)

Von Rad, Gerhard, The Old Testament Library: Genesis, (Philadelphia: The Westminster Press, 1972)

Wenham, Gordon J., Word Biblical Commentary: Genesis 1-15 (Dallas: Word Books, 1987)

Copyright 2008, Richard Niell Donovan